Sentimientos de la NaciónPor Enrique Estrada Barrera*José María Morelos y Pavón
Pensador social y gran estratega; Comisionado a levantar tropas al sur; Cuautla, Morelos y el Niño Artillero; Los Sentimientos de la Nación; De militar a Diputado; Captura, degradación y muerte de Morelos.
MEXICALI.- Las Efemérides Mexicanas, destacan a Don José María Morelos y Pavón, “como el gran pensador social y genial estratega de la gesta libertaria”, pero les falta agregar con difusión que fue el quien, con sus cuatro campañas por el sur de México, siguió los pasos que le encomendó el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, su maestro en el seminario y en la lucha.
Fue el creador de los Sentimientos de la Nación y el que convocó y realizó el Congreso Nacional Constituyente, donde se expidió el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana.
Fue José María Morelos y Pavón, el que con su bravura y entusiasmo, forjó el futuro de la nación y diseñó en el Primer Congreso del Anáhuac realizado en Chilpancingo el día 13 de septiembre de 1813 y presentando el día 14 de septiembre los “Sentimientos de la Nación”, artículos que forman base para el Primer Congreso Constituyente en Apatzingán, celebrado el 22 de octubre de 1814, donde se estampó la Expedición del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, el cual firmó como diputado del Nuevo Reino de León.
El Congreso, viajó de un lugar a otro del territorio bajo el cobijo de Morelos, como lo hiciera 48 años después Benito Juárez García, cuidando la República y con los tres poderes con él; Morelos al ser diputado, fue nombrado uno de los tres miembros del Poder Ejecutivo, perdiendo con ello sus poderes militares.
Don José María nació el 30 de septiembre de 1765, en Valladolid, hoy Morelia, hijo de Manuel Morelos de oficio carpintero y de Juana Pavón, ambos españoles. Fue pastor en la hacienda de Tehuejo, Zindurio y Apatzingán y al quedar huérfano de padre, su madre lo confió al cuidado de su tío Felipe, quien tenía una recua, en la que sirvió varios años, conociendo todos los rumbos del centro y sur de México.
En 1790 ingresó al Colegio de San Nicolás en Valladolid, donde era rector Miguel Hidalgo y Costilla y en 1797 se recibió de subdiácono, diácono y presbítero y el 31 de enero de 1798 recibió el nombramiento de cura interino de Churumuco.
Comisionado a levantar tropas al sur
A principios de octubre de 1810, Rafael Guedea dueño de la Hacienda de Guadalupe, le confió a Morelos de la revolución que comenzaba Hidalgo, por lo que salió a buscarlo a Valladolid (hoy Morelia), pero fue hasta el día 20 de octubre, cuando lo encuentra en Charo, acompañándolo hasta Indaparapeo, confesándole su deseo de participar con él en la lucha por la Independencia de México.
En Indaparapeo, Hidalgo extendió el primer documento de identificación por la Independencia de México: “Por la presente comisiono en toda forma a mi lugarteniente el Br. D. José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones verbales que le he comunicado”.
Regresó a Carácuaro, donde reunió 25 hombres con lanzas y armas de fuego, trasladándose a Coahuayutla, donde se le unieron otros rancheros y en Zacatula se le unió el capitán de caballería Marcos Martínez, con 50 jinetes armados; viajó a Petatlán, donde tomó gentes y 50 rifles y llegó a Tecpan, donde muchos realistas se pasaron con los insurgentes, al igual que los hermanos Galeana con todos sus mayordomos y peones.
Para el primero de diciembre de 1810, contaba con más de tres mil insurgentes, con los que atacó Acapulco, ganando limpiamente esa batalla, ya que además de reunir nuevos combatientes obtuvo muchas armas del enemigo que huyó de la plaza. En Paso Real de la Sabana se enfrentó a Francisco Paris, consiguiendo otros 700 fusiles, cinco cañones y grandes cantidades de parque, víveres y pertenencias, así como nuevos insurgentes.
Acudió a Chilpancingo, donde estaban Galeana y Bravo, atosigados por un grupo de realistas, acabando con el enemigo y obteniendo 400 fusiles, tres cañones, muchas armas blancas y 400 prisioneros, logrando en tres meses, dominar completamente el estado de Guerrero, pues derrotó en diferentes ocasiones a los principales líderes de los realistas: París, Cosio y Fuentes.
Cuautla, Morelos y el Niño Artillero
La guarnición virreinal de Tlapa huyó a Oaxaca, sin combatir, dividiendo Morelos a sus jefes: Miguel Bravo se dirigió a Oaxaca, Hermenegildo Galeana se fue a Taxco y Morelos con 800 indios se fue a Izúcar, tomando el pueblo. Dejó en Izúcar a Vicente Guerrero y en Cuautla a Leonardo Bravo y el 17 de febrero de 1812, las tropas virreinales llegaron a Pasulto, para atacar Cuautla, dirigidos por Félix María Calleja.
Los realistas atacaron el 18 de febrero Cuautla y fueron repelidos por Morelos, con soldados de caballería, produciéndose un combate en el que estuvo a punto de caer Morelos. Al amanecer del día 19 ocurrió el ataque contra la plaza y el convento de San Diego, defendido por Galeana.
Los españoles tomaron la trinchera noreste, pero fueron detenidos en el parapeto norte, ametrallados por Narcizo Mendoza “El Niño Artillero” en lo que fue la calle del Encanto; fueron detenidos en otros sitios durante las seis horas que duró el combate, hasta que Calleja ordenó la retirada, dejando tras de sí 200 muertos, entre ellos los coroneles Conde de Casa Rul y Juan N. Oviedo.
Calleja regresó a Cuautla y la mantuvo cerdada hasta el 2 de mayo, cuando los insurgentes empezaron a salir en la madrugada por el cauce del río, abriéndose paso a sangre y fuego. El mismo José María Morelos estuvo a punto de caer, pero su escolta lo protegió hasta verse aniquilada, haciéndose una corrediza durante casi 30 kilómetros hasta que Morelos y sus principales hombres lograron salir adelante.
Enojados los soldados de Calleja por no poder acabar con Morelos, mataron a los rezagados e incluso saquearon la iglesia y a consecuencia del sitio se propagaron a todo el reino epidemias de fiebres malignas, causando especial daño en las ciudades de Puebla y México.
Los Sentimientos de la Nación
En mayo de 1813, José María Morelos y Pavón convocó al Congreso Nacional Constituyente, que se reunió el 13 de septiembre de 1813, en Chilpancingo, después de haber tomado Acapulco.
El día 14, presentó “Los Sentimientos de la Nación” y recibió el nombramiento de generalísimo con el tratamiento de alteza, que declinó honestamente, haciéndose llamar “Sólo soy el Siervo de la Nación” y el 6 de noviembre los diputados firmaron el acta Solemne de la Declaración de Independencia de América Septentrional.
Los artículos más importantes de “Los Sentimientos de la Nación”, son:
1º.- Que América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía y que así se sancione al mundo las razones.
2º.- Que todos sus ministros se sustenten de todos y sólo los diezmos y primicias; y el pueblo no tenga que pagar más obtenciones que las de su devoción y ofrenda.
3º.- Que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que solo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en legislativo, ejecutivo y judicial eligiendo las provincias sus vocales y éstos a los demás que deben ser sujetos sabios y de probidad.
4º.-Que los empleos los obtengan sólo los americanos.
5º.- Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, solo distinguirá a un americano de otro, el vicio y la virtud.
6º.- Que en la nueva legislación no se admita la tortura.
7º.- Que se quite la infinidad de tributos, hechos e imposiciones que nos agobian y se señale a cada individuo un cinco por ciento en sus ganancias u otra carga igual de ligera que no oprima tanto, como la alcabala, el estanco, el tributo y otros; pues con ésta contribución y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios de empleados.
8º.- Que igualmente se solemnice el 16 de septiembre, todos los años como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia, y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la nación, para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del grande héroe el señor don Miguel Hidalgo y Costilla y su compañero don Ignacio Allende.
Captura, degradación y muerte de Morelos
Morelos asistió a la Asamblea, celebrada el 22 de octubre de 1814 en Apatzingán, para la expedición del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, el cual firmó como diputado por el Nuevo Reino de León, designándosele además miembro del Poder Ejecutivo, pero perdió por ese hecho sus poderes militares.
El 5 de noviembre de 1815, el teniente coronel Manuel de la Concha, sorprendió a Morelos, cerca de Tenango y fue el teniente Matías Carranco, de la compañía de Tepecoacuilco, quien lo detuvo. Sólo Morelos y el capellán José María Morales, fueron encerrados en jaulas, mientas que a los demás los mataron.
Fue llevado a la cárcel de la Inquisición de la Ciudad de México el 22 de noviembre, iniciando de inmediato su juicio; fueron jueces de la jurisdicción oída por la real el oídor Miguel Bataller y por la eclesiástica el Dr. Félix Flores Alatorre, fungiendo como defensor de oficio José María Quiles, quienes dictaminaron el día 24 sentenciar a Morelos a la privacidad de todo beneficio, oficio y ejercicio de orden y a la degradación para que una vez ejecutada se le pusiera a disposición del virrey.
La Inquisición, celebró el día 27 de noviembre de 1815 un auto de fe a cuyo término lo declaró: “Hereje formal negativo, autor de herejes, perseguidor y perturbador de la jerarquía eclesiástica, profanador de los santos sacramentos y traidor a Dios, al rey y al Papa” y lo condenó “para el inesperado y remotísimo caso de que se le perdonara la vida, “a pasar recluido el resto de ella en Africa”.
Aún cuando el oidor Bataller pidió para el reo la pena de muerte el 28 de noviembre, el virrey difirió la sentencia hasta el 20 de diciembre, para que los demás insurgentes se acogieran al indulto.
La mañana del 21 de diciembre de 1815, De la Concha notificó la sentencia a Morelos a quien hizo ponerse de rodillas para escucharla y el 22 lo condujo a un coche cerrado hasta el antiguo palacio de San Cristóbal Ecatepec, ya entonces en ruinas y lo hizo fusilar hincado y por la espalda.
José María Morelos y Pavón, hincado, con los ojos vendados y sosteniendo en ambas manos un crucifijo, escucha el tambor y las órdenes de su fusilamiento, mientras expresa:
“¡ Señor! Si he hecho bien tú lo sabes; si he hecho mal, me acojo a tu infinita misericordia”.
* El autor es Premio México de Periodismo, Cronista y Forjador de Baja California.