jueves, mayo 10, 2012

El Papa y el diablo


Dicen que un Papa estando moribundo
Y queriendo premiar sus penitencias,
Se concedió millares de indulgencias
Y así provisto se alejó del mundo.
Falta le hacía a su alma un laboratorio
Y al buscarlo en la zona de los astros
De lo que así se llama Purgatorio.
Soy salvo, dijo, y remontóse al cielo
Y orgulloso al llegar tocó la puerta,
San Pedro amodorrado dijo: ¡alerta!
Y fue a asomarse con algún recelo.
Vio por un intersticio, y como en tanto
Su santidad estaba ya impaciente,
Establecióse el diálogo siguiente,
Entre el alma del Papa y la del Santo.
-Abre, Pedro. –No basta que me nombres
-¿Quién eres?. –Abre o romperé la chapa.
-¿Quién sois entonces?. –Como tú fui Papa
O Vicario de Dios entre los hombres.
-¿Yo Papa? –Dijo el Santo con mohína-
-Jamás aunque mi calva lo parezca,
¿Y Vicarios los dos?. Cuando se ofrezca
Vaya cuentéselo usted a su madrina.
De Dios entre los pobres pecadores
Representante sólo Cristo era
Y aquí ya le tenemos, con que ¡fuera!
Que no pueden pasar los impostores.
-¡Bah!, dijo el Papa, voy al fuego eterno
Por más que me colmé de absoluciones.
Y con fatiga y dando tropezones
Logró encontrar la puerta del infierno.
-Diablos ¡abrid!, gritó con despotismo,
-¿Quién es?, gruñó el guardián desde su asiento.
-Soy el Papa, dijo éste, y a su acento
Horrible alarma conmovió al abismo.
-El Papa, el Papa, oculten las linternas
Los condenados con pavor decían;
Y luego en los rincones se escondían
Con la cola metida entre las piernas.
-No lo dejen entrar, sé lo que digo,
-Atranquen bien la puerta, yo lo mando,
Gritó Luzbel, y a su pesar, temblando
Fue a asomarse después por el postigo.
El Papa, al verle, habló con pesadumbre
Diciéndole: por Dios que abras te pido
Que de frío y cansancio estoy rendido
Y quiero descansar junto a la lumbre.
-¿Abrir yo?, que, ¿acaso estoy beodo?
Lo que es a mí tus muelas no me clavas,
A tu Dios en la Tierra te almorzabas
Con carne, sangre, huesos, alma y todo.
Y... aquí no entras con franqueza te hablo,
Pues si me duermo por mi mala suerte
No habiendo aquí un Dios a quien comerte
Eres capaz de merendarte al diablo.

Fraternalmente
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra Casillas
Bibliografía:
Poema de Arcadio Zuñiga y Tejeda: poeta
jalisciense del siglo XIX Antología
Edit. Univ. de Guadalajara
Pags. 21-22 1989

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