domingo, julio 08, 2012

Hombre libre y buenas costumbres

El hombre que habla con verdad, es un hombre feliz y congruente con su entorno. Me fascina el hombre que sabe a donde va, cual es su destino, para que fue hecho por el creador y cuales son sus ideales, aterrizarlos a tierra y hacerlos tangibles. Sabe lo que hay que hacer y lo hace.

Me gusta el individuo que empeña su palabra y sabe cumplirla a toda costa; el que tiene la capacidad para asumir las consecuencias de sus actos. Me sorprende el hombre que defiende la verdad de sus semejantes aún a costa de privilegios, promesas y falsas vanidades. Respeto a la persona que actúa a conciencia y honestidad, ejerce su albedrío con sabiduría y acierto.

Me maravilla el hombre que es respetuoso y justo con los demás y consigo mismo. El que agradece las gentilezas de sus semejantes y las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo, dando lo mejor de su ser, que goza de la facultad de enriquecer su existencia regalando una sonrisa, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente a edificar el templo de los otros sin esperar nada a cambio, aún a pesar de que en alguna ocasión lo hayan fraudeado, lastimado o engañado, y sigue ofreciéndoles la paz, dicha, prosperidad y confianza.

Me subyuga el individuo verdadero capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme, ni herirme. El individuo que tiene tacto, el que posee sentido de la justicia. A estos los llamo amigos. Me gusta la actitud del ser humano que sabe la importancia de la alegría y la predica con el ejemplo, motivando, persuadiendo y entusiasmando al logro de nobles ideales. Me alegra el corazón cuando el amigo que mediante bromas me enseña a vivir lo efímero de la existencia con humor. Admiro a la gente que nunca pierde su corazón de niño y se preocupa y ocupa su tiempo cuando les acontece algo a ellos y busca la adecuada formación de los mismos.
Me fascina la pureza del pensamiento del hombre, cuando es libre de ataduras y arroja el costal de piedras de los odios, envidias, ambiciones y más lastres que lo anclaban al pozo sin fondo. Me entusiasma el hombre sincero y franco, capaz de oponerse con elementos de juicio razonables a las decisiones de cualquiera. Que sea leal, constante, persistente, tenaz y perseverante, que no desfallece o claudica cuando de alcanzar objetivos e ideales de unión fraternal se trata.

Me agrada el hombre ecléctico, dialéctico, de criterio y apertura de pensamiento a todas las filosofías y ciencias, que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. El que, al aceptar sus errores se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. El que lucha contra sus vicios e ignorancia. Me simpatiza el individuo práctico, proactivo y propositivo que no llena su cabeza de conocimientos vanos que no lleva a la práctica y sólo le sirve para pavonearse como guajolote, y que no busca soluciones o alternativas para dejar de ser incongruente con su accionar cotidiano. Lo mismo adentro que fuera; riqueza adentro, riqueza por fuera.

Me persuade el ser humano que piensa, reflexiona y medita internamente. El que valora a sus semejantes, no como lucen ni por lo que poseen. El que no juzga ni deja que otros juzguen por las apariencias o suposiciones. El individuo que tiene personalidad. El que es capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón. Admiro al hombre que mira para abajo al caído, sólo para levantarlo. Me motiva el ser humano que es capaz de convivir con individuos que tienen opiniones diferentes a las de él y aún así no impone su forma de pensar, permanece firme en sus ideales, aunque se derrumbe el mundo a sus pies.
Me llena el individuo que no ha perdido la capacidad de asombro ante cualquier suceso o prodigio que nos muestra nuestra madre naturaleza, el canto del pájaro, el susurro del agua al caer de una cascada, el perfume incomparable de las flores, el delicioso sabor de las frutas, la puesta del sol en un atardecer, que disfrute el rocío impregnado en los árboles en una fría mañana, el calor del fuego, la sonrisa de un niño, la suavidad de la piel, las caricias del viento, la calidez del sol. Y que dé gracias al padre cósmico por haberle dado la oportunidad de seguir disfrutando lo maravilloso de la vida.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, la paciencia, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, el sigilo, la prudencia, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, la fraternidad, los sueños, la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio, son cosas fundamentales para llamarse hombres libres y de buenas costumbres.

Nacimos para cometer errores; la suma de nuestros errores mediante la reflexión, constituyen el éxito y el triunfo final de nuestros buenos deseos. ¿Quién no se equivoca?. ¡Los perfectos, los que nunca hacen nada por salir de la mediocridad!, los que se baten en las excretas de la triste bazofia humana. La gloria no consiste en no caer nunca, sino más bien en levantarse todas las veces que sea necesario. Y eso es algo que muy pocos seres humanos tenemos el privilegio de poder experimentar.

Con gente de esta altura, me comprometo para lo que sea, por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
Gracias por ser hombre libre y de buenas costumbres. ¿Tú también lo eres?.

Fraternalmente
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra Casillas

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