Segunda y última parte
Por Felipe Hermosillo Padilla
LAS FUNCIONES DEL TEATRO
Con motivo de un onomástico del canónigo J. Ángel Gómez
que estaba próximo, reuní a los maestros y les pregunté si
estaban de acuerdo en preparar alguna obra de teatro para
presentarla en el salón de actos el día del cumpleaños del Sr.
Gómez. Todos estuvieron de acuerdo. La obra seleccionada
fue “Yo la maté”, No recuerdo en este momento quién era su
autor, pero lo que no he olvidado fue el éxito que se tuvo el día
en que se presentó. El cupo del salón de actos fue insuficiente.
Contamos con la asistencia de la mayor parte de los familiares
de los alumnos y más público en general. Cuando terminó la
presentación de la obra el Sr. Gómez nos felicitó a todo el grupo
y nos dijo lo siguiente” Estoy muy agradecido con todo el
grupo de actores y la dirección de resta obra, me gustó mucho,
excelente preparación, pero la sentí un poco conmovedora.
Felicidades y gracias”.
Viendo el éxito que se tuvo con esta presentación del
grupo de teatro del Oratorio, se pensó en preparar otra obra.
Acordamos que se cobraría por verla y las entradas serían
para gastos de la escuela. Tal como se convino nos pusimos a
ensayar la siguiente obra de teatro que precisamente se llamó
“Dos navidades”, obra muy interesante y que gustó mucho
alcanzando también gran éxito. El auditorio nuevamente se
llenó y se ayudó un poco económicamente al Oratorio.
EL ACUERDO CON EL PRESIDENTE MUNICIPAL
En 1965 los padres Aguayo y Gómez me hicieron saber
que en la plaza de San Juan y en las calles adyacentes a la
Basílica existía un gran grupo de niños que tal vez no asistían a
ninguna escuela. Ellos me dijeron: “No habrá forma o manera
de acercar a esos niños aquí al Oratorio? A los que no sepan
leer y escribir aquí se les enseñaría. Hay otros niños que no
los admiten ya en ninguna escuela y otros que si están pero
no asisten. ¿ No habrá ninguna solución a este grave y difícil
problema?” Yo les contesté lo siguiente a los señores canónigos
“Miren, si ustedes gustan y me autorizan, yo platicaré con el
Sr. Presidente Municipal, el cual es amigo mío, y le explicaré
el motivo de mi presencia” entonces ellos mencionaron. “Pues
si usted así lo cree conveniente y prudente para obtener de él
algún auxilio para el bien de todos estos niños y así poderlos
hacer llegar aquí a nuestra escuela, pues inténtelo y ojala todo
salga bien”.
Al día siguiente me entrevisté con Javier de la Torre
de Alba. Presidente Municipal, y traté asunto con relación al
problema de estos niños. El me dijo lo siguiente: “ Mira, me
parece muy buena idea de los padres. En realidad son muchos los
niños que diario andan por ahí y molestan a los peregrinos que nos
visitan. Ya que ustedes nos ofrecen esta magnifica solución, pues
cuenten desde mañana con la ayuda de la presidencia municipal,
mañana ordenaré al inspector de policía que de una minuciosa
recorrida por la plaza y calles de la ciudad y todo aquel niño que se
encuentren en horas de la escuela que lo lleven al Oratorio.
Y así fue como nos fueron llegando algunos niños. Muchos de
ellos al principio nos dieron problemas, ya que se peleaban con los
demás alumnos y de vez en cuando entre ellos mismos. Algunas veces
me avisaban los alumnos que algunos niños se brincaban la barda
y se andaban peleando en el río. Inmediatamente también brincaba
la barda un servidor y de inmediato intervenía en separarlos. Estos
casos se repitieron algunas veces, incluso les llegué a recoger
algunas navajas y pequeños cuchillos a varios de ellos. Pero eso fue
el principio, ya después la mayor parte se corrigieron y actualmente
son padres de familia que al encontrarlos por la calle o en algún otro
lugar me saludan muy atentamente, mostrando con ello educación y
agradecimiento.
En septiembre de 1966 comenzó el primer ciclo escolar con
niños de sexto año. Desde marzo el Sr. Gómez estaba angustiado
porque sabía que la escuela no estaba incorporada a la Secretaría de
Educación y Debra resolver ese problema. En marzo le escribió una
carta a Don Francisco Javier Nuño, que era el obispo coadjutor de
Guadalajara. Parte de esta carta es copia, tomada del libro Huellas
del Abad ya mencionado.
“(…) No sé què hacer para el año venidero, pues tenemos niños
que cursan el quinto año y desean hacer el sexto en el Oratorio…
Eran muchachos tremendos (de los “perritos”) y se han corregido
mucho hasta hacerse buenos niños. No quisiera dejarlos, máxime
que no tienen fondos para cursar el sexto año en el Bolonia y no
quieren ir a la escuela oficial, y piden el sexto aquí. ¿Incorporación?
No podríamos con las exigencias. Me parece lo mejor, pero no
quisiera que fuera extensión del Bolonia, porque tal vez no quieran
los hermanos y porque temo que se apoderen de nuestros campos
deportivos y nos arrinconen a nuestros pobres, y yo quiero que los
pobres sean los amos y señores del Oratorio. Me gustaría que fuera
una extensión del Independencia, haciendo pasar el Oratorio como
una escuela mixta, gratuita…”
Se hicieron cargo de la escuela a partir de 1966.
TORNEO REGIONAL DE FUTBOL
Un servidor organizó en aquellos años campeonatos de futbol
ínter escolares a nivel de nuestra ciudad. Para organizar el primero
invité a mi buen amigo, de grata memoria, Cleofás García, profesor
de la escuela del bosqueto. Compitieron algunas escuelas, entre
ellas, la de los niños cantores, donde yo impartía el cuarto año de
primaria, con el equipo al que el padre J. refugio Martínez puso por
nombre “Beppi”, que
según este sacerdote
así se le conocía de
niño a San Pío X, gran
protector Cleofás y otros
que de momento no
recuerdo sus nombres.
Esto ocurrió antes de
que trabajara en el
Oratorio.
Después continué
organizando estos
campeonatos locales
con los niños de la
ciudad. Estaba yo en
el Oratorio cuando me
invitaron los señores
originarios de Tepatitlàn,
Isidro Padilla, Guadalupe
Lomelì y Simón Ibarra,
para organizar con
los niños torneos
“relámpagos” de futbol a
nivel de la región alteña.
A nuestra organización
se unieron otros pueblos
de Los Altos. En la primera reunión se nombró la mesa
directiva y se acordó rifar la sede cada tres meses. Cuando
tocó San Juan por primera vez jugamos en el único campo
que entonces había y que se ubicaba donde hoy es la
Preparatoria Regional de Guadalajara.
El siguiente torneo que tocó en San Juan se realizó
en el campo Oratorio. Para esto avisé al Sr. Aguayo y al Sr.
Gómez unos tres días antes. También fui a Guadalajara a
Invitar a la asociación de Futbol del estado, a quienes les
dio mucho gusto recibir la invitación. El Sr. Gómez mandó
que prepararan un entarimado para mayor comodidad de
las personas de esta asociación. `
Llegó el día del torneo y comenzaron a llegar los diferentes
equipos competidores. Me di a la tarea de recibirlos y darles
alojo en el Oratorio. Fueron cuatro los equipos participantes
por San Juan: El Beppi y San Gregorio, integrados por niños
cantores de la Basílica y el Oratorio A y el Oratorio B de la
escuela, los compañeros de la mesa directiva me ayudaron
a programar los encuentros. Minutos antes de empezar
el torneo me dieron una gran sorpresa, la llegada de los
representantes de la Asociación de Futbol del estado, entre
ellos venía el señor Donato Soltero y Don Josè Guadalupe
Vargas, ambos Traian un montón de balones que fueron
repartidos entre los equipos contendientes. Otra sorpresa
más fue la llegada de varios canónigos de la Basílica que
estuvieron hasta el final del torneo.
No recuerdo quién fue el campeón. Tenia que atender a
mucha gente que vino de fuera y también a los de San Juan.
La última sorpresa que me dieron fue, que el Sr. Gómez y el
Sr. Aguayo al terminar el evento nos obsequiaron birria para
todos los niños y las personas invitadas. Este torneo era para
entonces un caso nunca visto en San Juan y aconteció en
ese plantel que fundaron aquellos dos grandes y humildes
sacerdotes, entregados por completo a su ministerio.
Es una triste realidad que la ilusión de estos sacerdotes
de tener una escuela que diera alojo especialmente a los
niños desprotegidos y abandonados no fuera llevada a
cabo, tal y como ellos se lo imaginaron. Su colegio siguió
otro cauce muy diferente a su noble y digna causa. Estos
sacerdotes fueron los que con amor verdadero pusieron la
primera piedra del Oratorio y si ella no existiría esta gran
escuela de San Juan. Toda obra que existe en el mundo
tiene un principio y un impulso que la origina. El Oratorio
nació impulsado por el amor a la niñez y esto quiere decir
mucho.
El tiempo ha pasado y con la terminación del actual
ciclo escolar se cumplen cincuenta años en que concluyó
el primero que el Oratorio tuvo como escuela formal. No es
digno que se trate de desconocer esta fecha y a los dos
benefactores que pusieron en la niñez todo su amor y toda
su vida. Celebrar cincuenta años no es ningún capricho ,
sino un agradecimiento, en primer lugar a los sacerdotes
que tuvieron visión, el amor y la generosidad de legarnos
este colegio, pero también a todas las demás personas
que colaboraron con su granito de arena. Mucho más
podría escribirse sobre la historia de este colegio a lo largo
de cincuenta años. He querido escribir estos recuerdos y
vivencias en homenaje a sus dos fundadores.
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