Dr. Enrique Sigala Gómez
Pediatra- Cirujano Pediatra
Pediatra- Cirujano Pediatra
El estreñimiento continúa siendo una de las causas más
frecuentes de consulta tanto en Atención Primaria como
en las consultas de gastroenterología pediátrica de los
hospitales, especialmente durante el primer año de vida. En
nuestro nivel es de destacar el esfuerzo conjunto de pediatras
y de hospitales. Y en la última década hemos asistido a la
transformación en el manejo del estreñimiento en los niños.
El énfasis ha cambiado desde la desimpactación del colon
con supositorios, enemas o incluso la retirada manual hacia el
uso de laxantes osmóticos y estimulantes. Aunque la práctica
clínica individual varía ampliamente, estamos asistiendo a la
generalización del uso del macrogol (polietilenglicol) (PEG)en
el tratamiento del estreñimiento, tanto en la desimpactación
como en la fase de mantenimiento. Debe recordarse en
todo momento que estas recomendaciones se refieren al
estreñimiento funcional y que no son adecuadas para el
estreñimiento de causa orgánica.
Definiciones según edades
Lactantes y niños pequeños (menores de 4 años): En el año
2006, la reunión de expertos en trastornos funcionales conocidos
como Grupo Roma (Roma Coordinating Committee) publicó el
informe Roma III, que modificó el previo del año 1999 (Roma II)
ampliando y redefiniendo la patología funcional del lactante y el
niño menor de 4 años, por un lado, y del niño mayor y adolescente
por otro. Este grupo define el estreñimiento funcional del lactante y
los niños menores de 4 años de edad como la presencia durante al
menos un mes, de dos o más de las siguientes características:
Dos o menos defecaciones por semana.
Al menos un episodio a la semana de incontinencia fecal
(expulsión involuntaria del contenido del colon) después de haber
adquirido hábitos higiénicos.
Historia de retención fecal excesiva.
Historia de defecaciones dolorosas o de expulsión de heces
duras.
Presencia de una gran masa fecal en el recto.
Historia de heces grandes que incluso pueden obstruir el
BAÑO.
Pueden existir síntomas acompañantes, como irritabilidad,
disminución del apetito o saciabilidad precoz, que desaparecen
inmediatamente después de la defecación. Hay períodos donde el
estreñimiento funcional aparece más frecuentemente: en el cambio
de lactancia materna a alimentación con fórmula o introducción de
alimentación complementaria (donde se aprecia un endurecimiento
de las heces), durante el entrenamiento para retirar el pañal (no
debe intentarse antes de los 27 meses) o al inicio de la escolarización (durante la cual el niño evita la defecación en el colegio).
Niños mayores de 4 años y adolescentes
Tratamiento del estreñimiento funcional
con polietilenglicol, nuevos fármacos
Nuevamente, atendiendo a los criterios de Roma III, se
define el estreñimiento funcional en un niño con edad mental
superior a 4 años como la presencia, como mínimo una vez
por semana y durante al menos 2 meses, de las siguientes
características:
1. Dos o menos defecaciones en el baño a la
semana.
2. Al menos un episodio a la semana de incontinencia
fecal.
3. Historia de posturas retentivas o de excesiva
retención fecal voluntaria.
4. Historia de defecaciones dolorosas o de expulsión
de heces duras.
5. Presencia de una gran masa fecal en el recto.
6. Historia de heces grandes que incluso pueden
obstruir el mpula de váter.
A cualquier edad, el diagnóstico de estreñimiento funcional
debe hacerse exclusivamente basándose en una historia
clínica detallada y una exploración física para demostrar la
retención fecal y descartar otras anomalías. El tacto rectal
para demostrar la presencia de heces retenidas en ampolla
puede obviarse en la primera consulta, en la que el niño está
más asustado y se muestra poco colaborador, y realizarse
en visitas sucesivas, e incluso sustituirse por una radiografía
simple de abdomen en aquellos casos en los que el niño
rechaza repetidamente el examen rectal o es obeso.
Pautas de tratamiento
En el manejo del estreñimiento funcional se deben
considerar siete principios generales de tratamiento, de los
que los fármacos, aún siendo importantes, son uno más.
Es prioritario respetar los otros seis principios pues, de no
hacerlo, el tratamiento farmacológico raramente es eficaz:
1. La explicación de la función intestinal normal a los
padres y al niño (según su capacidad de comprensión) ayuda
a la familia a entender el proceso, mejora la adherencia al
tratamiento y alivia la tensión familiar frecuentemente
asociada al sentimiento de culpa.
2. Dieta, fibra y líquidos. Es aconsejable una dieta con
una adecuada cantidad de fibra, ya que ésta retiene líquidos
en el intestino por un mecanismo osmótico e incrementa el
peristaltismo al aumentar el volumen de la masa fecal. El
ejercicio regular también promueve el peristaltismo.
3. Modificación de la conducta. Es muy importante
ganarse la confianza del niño, Se debe aprovechar cualquier
hecho que ayude a relajar al niño y a disminuir su miedo a
defecar.
4. Promoción de hábitos defecatorios regulares
(entrenamiento intestinal). Debe instarse al niño a sentarse
en el baño tras las comidas y, si fuera preciso, sobre todo al
comienzo del tratamiento, antes de acostarse. Además, debe
hacerlo de una manera confortable: con un adaptador adecuado
y los pies apoyados. Debe recordarse a los padres la importancia
fundamental de esta parte del tratamiento.
5. Registro en hojas de seguimiento. Supone un refuerzo
positivo en la modificación conductual.
6. Dar mensajes positivos a la familia, explicando lo
frecuente del problema y su pronóstico favorable en la mayoría
de las ocasiones.
7. Tratamiento farmacológico. No existe una estrategia
que haya demostrado una clara superioridad frente a otras. La
variabilidad en la elección de laxantes entre diferentes unidades
es amplia, por lo que cada caso requiere un plan de tratamiento
individual.
- Desimpactación: primer paso obligado en caso de megarrecto (retención) para recuperar la dinámica defecatoria normal. Puede realizarse con tratamientos locales (evacuación manual, enemas, supositorios, sonda lubricada).
- Mantenimiento: cualquiera que sea el tratamiento farmacológico elegido es necesario su cumplimiento regular. Probablemente es menos importante la elección del tipo de fármaco que la adecuada adherencia por los padres y el niño al régimen de tratamiento prescrito.
- Retirada: debe plantearse únicamente tras un período prolongado de deposiciones normales y sin incontinencia, lo que puede suponer meses o años de tratamiento. Ha de ser prudente, individualizada y lenta. Debe recordarse que la retirada precoz desemboca invariablemente en una recaída del proceso.
Polietilenglicol
Se trata de un polímero soluble en agua de
elevado peso molecular capaz de formar puentes de
hidrógeno con 100 moléculas de agua por cada mol
cula de PEG.
Cuando se administra por la boca, la hidratación resultante
del contenido del colon facilita el tránsito y disminuye el dolor al
defecar.
Estudios de eficacia
En una revisión sistemática reciente sobre el uso de PEG
en niños con estreñimiento funcional, los autores identificaron
solamente siete estudios bien diseñados, con un total de 594
niños, que compararon la eficacia de PEG frente a placebo,
leche de magnesia10 y lactulosa. Concluyeron que el PEG era
claramente superior al placebo y a la leche de magnesia. Respecto
de la comparación con lactulosa, algunos estudios demostraron
una mayor eficacia, en tanto que en otros los resultados fueron
similares.
Estudios de seguridad
Diferentes estudios han demostrado la seguridad del PEG
en el tratamiento del estreñimiento funcional, aunque hay que
reconocer que son pocos los ensayos cuyo objetivo principal sea
la valoración de los efectos secundarios derivados del tratamiento
con PEG en niños y adultos. Con respecto a la tolerancia clínica,
fue similar en los dos grupos, aunque la flatulencia, la irritación
anal y los vómitos fueron significativamente más elevados en el
grupo que recibió lactulosa.
En resumen, el PEG ha demostrado ser más eficaz que
los laxantes más usados, aunque la comparación con el más
utilizado, la lactulosa, arroja algunos resultados contradictorios. No
se han notificado efectos adversos relevantes, por lo que puede
concluirse que es un fármaco seguro, y la tolerancia y aceptación
han sido óptimas. Dependiendo del área geográfica, el PEG va
suplementado, o no, con electrolitos. En EE. UU., donde prima
la preocupación por la posible hipernatremia en el uso a largo
plazo, disponen de preparados de PEG sin electrolitos. No existen
estudios que comparen la eficacia y la seguridad del PEG con o
sin electrolitos. Respecto de la dosis, no está bien establecida
y debe ajustarse a la respuesta clínica en cada caso, pero una
estrategia podría ser comenzar con 0,5-1 g/kg/ día en 1 ó 2 dosis
y ajustar según la respuesta.
Tu opinión me interesa: drsigala@hotmail.com
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