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Hoy sentí el deseo de recordar a uno de los grandes del béisbol, al
extraordinario Celerino Sánchez con el cual tuve una amistad, en aquellos
años cuando estudiaba la secundaria y al igual que en Tepatitlàn, el me
decía Tabasco e incluso tuve la oportunidad de ir en varias ocasiones el ir
a comer a un restaurant que el tenia muy cerca del campo de béisbol del
seguro Social y en donde llegué a conocer a grandes beisbolistas, entre
ellos al pequeño gigante de Monterrey, Ángel Macías, pero ese hombre
es otra historia y sin duda el más grande beisbolista en su tiempo de la
liga infantil, pero pasamos al 3 de febrero, fecha histórica para el béisbol:
este día pero de 1944 nació el inolvidable tercera base Celerino Sánchez,
miembro distinguido del Recinto de los Inmortales con sede en Monterrey.
Sin duda, Celerino se convirtió en su tiempo en sensacional tercera base
estelar en la Liga Mexicana durante 13 temporadas y 11 en la Mexicana del
Pacífi co, además de trascender en Series del Caribe con actuaciones que
le hicieron llegar a los Yankees de Nueva York.
Fue conceptuado como un antesalista con gran seguridad y potencia al
hacer sus tiros a las bases. Fue de personalidad tranquila/calmada, pero de
toda entrega y seguro en situaciones difíciles del juego.
Su única debilidad durante su trayectoria fue la tendencia a lastimarse,
con lo que reducía su participación en el terreno de juego
En la Mexicana de Béisbol se inició en 1964 con el equipo Tigres y allí
se sostuvo durante ocho temporadas y media, pasando a los Cafeteros de
Córdoba, después, a Coahuila y fi nalmente al León.
Hay un detalle muy interesante en los inicios de Celerino: antes de
llegar a los Tigres se presentó a los entrenamientos de un equipo de la Liga
Metropolitana (Guillete), pero no lo quisieron contratar. Incluso, en el campo
de entrenamiento de los bengaleces tampoco le hacían caso.
Celerino procedía del campo rural de la costa veracruzana: El Guayabal,
Veracruz, su tierra natal, es un rancho del municipio de Paso de Ovejas con
rumbo a Cardel.
Fue fi nalmente el coach de los Tigres, Jesús “El Pulga” Robles, quien
lo recomendó a la organización felinos donde llamó la atención por su
poderoso brazo, siendo enviado a foguearse a diversos circuitos veraniegos
y al término de cada temporada jugaba algunos partidos con los Tigres.
Por ejemplo, en la Liga Central bateó .354, 16 cuadrangulares y 72
impulsadas; luego en la Tabasqueña, con Tabasco (.330, tres jonrones y
55CP.).
También incursionó en el béisbol de EU con los Turistas de Asheville,
sucursal de los Astros en la Liga de Carolina donde pegó para .233, ocho
jonrones y 20 producidas y al siguiente año con Greensboro (.321-2HR y
9CP en 18 partidos).
Sin embargo, cuando en la Tabasqueña bateó .448, 50 dobles, 21 triples
y 7 vuelacercas para ganarse el “Guante de Plata” por tener el porcentaje
más alto de todas las Ligas Menores, los Tigres fi nalmente aceptaron que
ya estaba más que listo para ser el titular con el equipo capitalino.
Ese Bat
plateado se lo entregaron precisamente cuando vio acción con los Turistas
de Asheville.
Para 1967 Celerino ya estaba en la capital del país y con los Tigres
jugaría 88 partidos, en ocasiones de primera, ya que eran los años en que
tenían el “cuadro del millón” con Armando Murillo en tercera, Fernando
Remes de short, Arnoldo “Kilo” Castro en la segunda y Rubén Esquivias
de primera.
Sin embargo, todo cambió a partir del 69 al ganarse la titularidad
promediando .314 ¡con 20 jonrones y 88 impulsadas!, llamando la atención
del buscador de la Gran Carpa, Chuck Genovese, por cierto el primer
mánager en la historia de los Tigres de México.
Al siguiente año el veracruzano que se caracterizó por ser más bien
bateador de líneas, logro .345 y diez jonrones, llegando entonces lo que fue su mejor temporada con
el equipo logrando los números que ya le cité.
Anunció su retiro
Pero fíjese qué cosa: terminando la campaña del 71 con los Tigres,
sorpresivamente anunció su adiós al béisbol para dedicarse a unos
negocios en compañía de su esposa Lorena.
La noticia la dio el 8 de agosto al término del juego que tuvieron contra
los Leones de Yucatán en el parque del Seguro Social, accediendo a los
deseos de un fotógrafo para tomarle unas imágenes durante sus últimos
momentos en el vestidor… antes de colgar sus spikes y uniforme.
¡Se iba en los momentos en que estaba en los cuernos de la Luna!
Qué si impactó con aquella decisión, la que prolongó 32 días hasta que
Arcadio Valenzuela, entonces presidente de los Naranjeros de Hermosillo,
fue hasta la ciudad de México para convencerlo de que su lugar estaba
todavía en la pelota.
Celerino había sorprendido a todos, quizá como estrategia para lograr
un mejor contrato con los Naranjeros, después de su notable actuación en
la primera incursión que tuvo en 1971 (Naranjeros) en Series del Caribes.
En aquel histórico clásico tuvo relevante actuación al coronarse
campeón jonronero (3) y productor de carreras (9), asombrando con su
excelentísimo fi ldeo y potente brazo desde la tercera base.
Además, promedió .407 para ser el mejor del torneo donde obviamente
fue incluido en El Equipo Ideal.
Incluso, con los Tigres había tenido lo que fue su mejor campaña de
aquella época al promediar .368, dar 15 de vuela entera e impulsar y 79
carreras, siendo el campeón en slugging con .572….¡imaginese!
¡A los Yankees!
Por todo su potencial y capacidad manifi esta, Celerino llamaba en 1971
poderosamente la atención tanto de los Reales de Kansas City, Cachorros de
Chicago, Padres de San Diego, Mets y Yankees de NY, toda vez ya estaba
cotizado como el mejor tercera base mexicano por su fuerte bateo, brazo y
seguro fi ldeo.
Junto con Aurelio Rodríguez, quien ya era todo un estelar con los Tigres
de Detroit (jugó con ellos 9 campañas/Guante de oro en 1976) en aquellos
días “Cele” tenía uno de los brazos más potentes de su tiempo.
Fueron los Reales los que primer lanzaron el anzuelo en el momento
en que era el titular de la esquina caliente con los Tigres dirigidos por José
Luis “Chito” García: mostraron un cheque al portador de 40 mil dólares,
queriéndose también llevar en la negociación a Luis Lagunas.
Empero, falló
la negociación.
Más tarde, gracias a la recomendación hecha por el gran colega Tomas
Morales, en ese tiempo buscador de los Yankees, llegó a la histórica
franquicia.
Clete (Cletis) Boyer ya no estaba con ellos y les había fallado Rick
Mckinney, procedente de las Medias Blancas de Chicago a cambio del
pitcher Stan Bahnsen, de modo que les urgía un defensor de la esquina
caliente, por lo que con 30 mil dólares y Ossie Chavarría –jugaría después
con Hermosillo– se hizo el cambalache para la felicidad del jarocho.
En esos días, Peralta tenía un team con sólo jugadores mexicanos, por
lo que envió a Chavarría a los Cafeteros de Córdoba de Roberto y Chara
Mansur donde el panameño ayudó en gran forma a obtener el banderín en el
primer año de expansión del equipo veracruzano.
De Syracuse a NY
Hay detalles que quizá pasaron inadvertidos cuando su estancia en el
béisbol de Estados Unidos.
Fue en la primavera del 72 cuando Celerino Sánchez hizo su
presentación en los campos de entrenamiento de los Mulos del Bronx y
luego enviado a la sucursal de NY en Syracuse, Triple A, donde Frank Verdi
fue su mánager, al que califi có de excelente.
De ahí, el timón de los Yankees, Ralph Houk, lo mandó llamar al
momento en que bateaba .327 con tres jonrones y 28 producidas, causando
magnífi ca impresión al llegar al Yankee Stadium.
De Ralph Houk, diría: “es el mejor del mundo; es formidable manejando
y entendiendo a los peloteros.
No había conocido a nadie como él”.
Al primer pítcher que se enfrentó fue ni más ni menos que a Wilbur
Wood, el estelar de la bola de nudillos de los White Sox de aquella época y
a quien a pesar de conectarle fuerte, no le pudo pegar hit.
En ese 72 consideró a Bobby Murcer y a Thurman Munson como
grandes peloteros, lo mismo que el short Gene Michael.
Esa temporada de su debut, el veracruzano ganaría un sueldo de
13,500 dólares por su calidad de novato.
Por su tez morena y dejarse el cabello largo al estilo de los Pieles Rojas,
un periódico newyokino comenzó a llamarle “Comanche”, mote que sería
del gusto de toda la fanaticada.
Con los Yankees, utilizó en su franela el No. 10.
Celerino estaría con Nueva York en las temporadas del 72 y 73, siendo
la primera de ellas en la cual ayudó al equipo a pelear hasta el fi nal por
el título de la División Este de la Americana, el que fi nalmente se llevaron
los Tigres de Detroit.
El mismo Houk diría después que de no haberse
lastimado al fi nal de la campaña, los
Yankees habrían sido los campeones
del circuito.
Fue por ello que, a causa de las
constantes lesiones del veracruzana,
el equipo realizó en diciembre del 72
un cambio que por consecuencia le
relegó a un segundo plano: Obtuvo
de Cleveland a Craig Nettles, un gran
tercera base y jonronero zurdo, ideal
para la barda derecha del Yankee
Stadium. Así, Celerino sólo jugaría
34 partidos en 1973, bateó .219 e
impulsó nueve carreras.
Un instante inolvidable para él,
fue aquel sábado 12 de Mayo del 73 cuando el gran “Comanche” conectaría
su único cuadrangular en Grandes Ligas en un partido contra los Orioles.
Vivió momentos históricos
Le tocó ser testigo presencial del momento en que el viejo Yankee
Stadium –aquel histórico escenario “Que Ruth Construyó”– iba a pasar a
mejor vida para erigirse sobre el mismo sitio de nuevo como una fl amante
morada de la histórica franquicia que había sido adquirida por George
Steinbrenner a la Columbia Broadcasting System (CBS) en 10 millones
de dólares, por lo que el 73 y 74 los Mulos del Bronx jugaron en el Shea
Stadium de los Mets mientras terminaban las obras del majestuoso estadio
newyorkino que hoy también hace un año cambió de escenario.
Celerino también estuvo presente cuando aquel 73 su compañero de
equipo, Ron Blomberg, se enfrentó a Luis Tiant como el primer Bateador
Designado en la historia de Grandes Ligas. (Blomberg caminó con las
bases llenas en su primer turno y concluyó la jornada con 3-1 en la derrota
de 15-5 de Nueva York ante Boston).
Sin embargo, sus lesiones y sobre todo al tener a Craig Nettles, los
Yankees no lo retuvieron más y un año después, durante los entrenamientos
primaverales, lo enviaron a Ligas Menores, por lo que mejor optó por
retornar a Los Tigres de México.
En esos dos años con los Mulos del Bronx, el inolvidable veracruzano
acumuló .242 de bateo en 105 partidos, anotando 30 veces, con once
dobles, tres triples un jonrón y 31 producidas. De no haber sido por sus
constantes lesiones que siempre le caracterizaban, los Yankees lo hubiesen
retenido más tiempo.
Privilegio de verlo jugar
¡Cuánta fortuna y privilegio tuvieron aquellos afi cionados que le vieron
jugar tanto en invierno como en verano, convertido en el mejor tercera base
mexicano de fi nes de los 60 y toda la década siguiente, especialmente por
su potente brazo, defensa y gran bateo.
Por aquí en esta región del Pacífi co lo gozamos en el desaparecido
Fernando M. Ortiz y después a partir del 72 en lo que entonces fue el
“Gigante de El Choyal”, honrosamente bautizado en enero de 1976 como
“Héctor Espino” como un homenaje a quien hasta nuestros días ha sido el
mejor pelotero mexicano de todos los tiempos.
Exactamente, en aquellos años, Celerino haría gran mancuerna
ofensiva con Espino, “El Superman de Chihuahua, “El Niño Asesino” y otros
califi cativos que daban cuenta de su grandeza y con quien el veracruzano
integró una de las duplas más poderosas en la historia de la Mexicana del
Pacífico.
Tengo muy presente aquella coronación del 71 de los Naranjeros
ante los Cañeros de Los Mochis con aquel enorme jonrón Bob Darwin, su
segundo de la noche, ante el férreo pitcheo que mantenía hasta ese cierre
del noveno el gran Pepe Peña, dándole así el pase a la serie caribeña….
¡la locura!...
Con los Naranjeros, el primer equipo
mexicano en Series del Caribe.
¡Qué capítulo, qué momento e historia en los anales del
béisbol invernal… y ahí estaba la presencia, carismática y de
gran personalidad de un ídolo de entonces, como lo fue Celerino
Sánchez junto al mánager Maury Wills y su coach “Adolfo “Tribilín”
Cabrera; Espino, Paul y Tim Johnson, Roberto Méndez, el
refuerzo Zoilo Versalles, Pancho Barrios, Sergio Robles, Miguel
“Pilo” Gaspar, Eduardo Acosta, Max León, Angel Macías, Alfredo
Ortiz, Manuel Lugo, Lauro Villalobos, David Ochoa…
¡Qué equipo!
Tres ocasiones en el Equipo Ideal
Participó en cuatro Series del Caribe y tres veces integró al Equipo
Ideal; dos con Naranjeros de Hermosillo (1971 y 1976), así como refuerzo
de Algodoneros de Guasave (1972) y Venados de Mazatlán (1974); su
promedio de bateo fue de .306 tras participar en 24 juegos. Disparó 5
cuadrangulares, 5 dobles, un triple y sumó 21 carreras producidas.
En el primer juego y de debut de México en esas confrontaciones
(1971) en San Juan, Puerto Rico –dirigidos por Maury Wills– contra los
Cangrejeros de Santurce, en el noveno pegó cuadrangular para empatar el
partido y mandar el juego a extrainings, diciéndole al mundo del béisbol…
quién era Celerino Sánchez.
Fue aquel clásico donde los Cangrejeros dirigidos por Frank Robinson
traía gente de alcurnia, como Reggie Jackson, imagínese, Don Baylor,
Santos Alomar, Elrod Hendricks, Jerry Morales, Arsenio “Pinolo” Rodríguez
y entre otros, Tany Pérez, quien precisamente pegó el hit de la victoria en la
onceava ante los debutantes aztecas.
La histórica primera victoria mexicana caería hasta día 9 de aquel
febrero del 71 ante los borinqueños, partidazo donde “Cele” en el sexto
capítulo empezaría reacción de 4 carreras al iniciar la voz de ataque con
un cuadrangular y luego ya en la novena, con profundo elevado al jardín
central, se iba a convertir en el héroe de la jornada al enviar al plato las
carreras de la ventaja defi nitiva (7-5).
En la serie del Caribe del 74
Fue refuerzo de los campeones Venados del 73-74 dirigidos por
Ronnie Camacho.
También en la Serie del Caribe del 74 en Hermosillo, el gran
veracruzano se coronó campeón en impulsadas (9) volviendo a jugar una
esquina caliente de campanillas con aquellos Venados de Mazatlán que
esa vez tripuló Ronnie Camacho.
En ese 74, caray, cuántos notables estrellas se vieron: Mike Schmidt,
Héctor Espino, Gary Carter, Steve Garvey, Ken Tekulve, Manny Mota,
Charlie Hough, Bill Buckner, Joe Pactwa, Melcíades Olivo, Sergio Robles,
César Gerónimo, Ed Bauta, Willie Montañez, Tom Paciorek, Félix Millán,
Aurelio López, Vicente Romo, Eleno
Cuen (autor de la única blanqueada
del torneo y el mejor en efectividad
con 0.00); Jorge Orta, Rudy Meoli,
Dennis O´Toole, José Vidal,
Rommel Canadá, Jack Pierce,
Derrell Thomas, Max León, Enrique
Romo, Otoniel Vélez, Jesús Rojas
Alou, Pedro Borbón…¿le sigo?....
Tom La Sorda fue el mánager de
los Tigres de Licey de la República
Dominicana y en la grada uno se
podía encontrar al maestro de la
crónica, Buck Canel; a Ernesto
Carmona, “El Marqués de San
Basilio”, fundador junto a Alejandro
Aguilar Reyes (“Fray Nano”) de
la Liga Mexicana, además de
inteligente y astuto mánager; al gran
Maury Wills, a Aurelio Rodríguez, al
Comisionado de las Ligas Mayores,
Bobby Kuhn y su asistente Bobby Maduro; al fl amante presidente del
circuito invernal, Horacio “Macacho” López Díaz…. en fi n, ¡cuántas
personalidades!
El primer banderín caribeño
¿Quién no recuerda el título ganado por Hermosillo en 1976 en la
Serie del Caribe de Santo Domingo, República Dominicana?
La representación mexicana fue dirigida por el también
inolvidable “Pelón Mágico”, Benjamín “Cananea” Reyes, en una
demostración de valía y coraje por la camiseta.
Exactamente sería un lunes 9 de febrero de aquel año
cuando México hizo historia al conquistar el primer banderín en
ese nivel de pelota en este clásico que conocemos como la Serie
Mundial del Béisbol Latino.
Y ahí estuvo Celerino Sánchez en la victoria defi nitiva de 6-1
sobre los Tigres de Aragua de Venezuela para lograr el enorme
e histórico título y donde también brillarían con gran intensidad
Héctor Espino, Jerry Hairston, Sergio “Kalimán” Robles, George
Brunet (el pítcher ganador); Tony Komadina, Steve Stroughter,
Francisco “Pancho” Barrios, Rich Hinton, Elliot “Bump” Wills,
Douglas Capilla, Arnoldo de Hoyos, Rafael “Picho” Ornelas
y Chester Lemon, Adolfo de la Torre, Rafael Barrón, Trinidad
Aguirre, Francisco Chávez, Ramón Arano, Eduardo Acosta
y Chuck Giboon, teniéndose como coachs a Sam Hairston y
Miguel Sotelo.
Notable Naranjeros
Tras llegar en 1967 a Hermosillo procedente de los Venados
de Mazatlán por el primera base Arturo “Camarón” Alvarez,
Celerino acumularía 681 imparables, de ellos 85 fueron cuadrangulares,
produjo 381 carreras, logrando un porcentaje global de .288.
Fueron diez grandes campañas las que dio a la fanaticada de los
Naranjeros; entre sus grandes años, destaca aquella campaña del 69-70
cuando pegó 19 cuadrangulares empatando el título en la especialidad
con Espino; también fue el mejor en impulsadas (67) y en slugging
(.606)… e incluso una vez bateó el ciclo en 1976 (lunes 25 de octubre)
contra los Ostioneros de Guaymas.
Y qué decir de lo mostrado en sus participaciones de Series del Caribe
que donde también se ganó a pulso un nicho de oro.
Tras “colgar los spikes”, se fue a radicar a Celaya, Guanajuato donde
abrió una casa de Deportes y ahí exhibía el uniforme que utilizó con los
Yankees.
Periódicamente iba a la Ciudad de México donde se había
casado y cuya mamá era propietaria
de un restaurant, “La Reina”, ubicado
a unos metros del estadio del Seguro
Social. Cuenta Tomás Morales que
todos le llamaban “El Café de Celerino”.
Una leyenda…
Desafortunadamente, el 2 de Mayo
de 1992, cuando tenía 48 años de
edad, falleció en Celaya víctima de un
derrame cerebral… desapareciendo
así, físicamente, toda una leyenda del
béisbol mexicano… y universal.
Luego de su inesperada partida
física, el 24 de noviembre de 1993, los
Naranjeros retiraron su número 14 en
una ceremonia especial en el “Héctor
Espino” honrándolo así a través del
tiempo como noble homenaje a su vida
en el béisbol.
Más tarde, en febrero del 94, el Salón de la Fama del Béisbol
Profesional de México con sede en Monterrey lo entronizó en un Nicho
de Oro.
Hoy, sus restos mortales descansan en el Panteón Jardín de la
Ciudad de México….
Celerino Sánchez, en el equipo ideal de la Serie del Caribe del 74 en Hermosillo; a su lado, Héctor Espino, Rudy Meoli y Gary Carter.
dios lo tenga en el cielo.siempre lo recordaremos como un gran tercera base y tremendo bateador.
ResponderBorrarHola, buenas noches! Excelente su reseña sobre Celerino Sánchez, muchas felicidades. Hoy anduve por la zona donde tuvo su café, ya que mis papas solían vivir en el mismo edificio que Celerino Sánchez y su esposa, y se hicieron amigos por un breve tiempo, pues fue cuando lo contrataron para irse a los Yankees. Sabe usted en que edificio de la calle Anaxágoras vivió Celerino con su esposa? Sabe si el Restaursnt café que tenía estaba en la esquina de Cuauhtémoc y Obrero Mundial?
ResponderBorrarSaludos, y gracias de antemano!
José del Bosque
Conocí a Celerino cuando yo tenia aproximadamente 8 años en la ciudad de Leon donde el jugo y fue mi benefactor, yo tengo poliomwelitis y por lo tanto no puedo caminar, es una historia un poco larga, pero les puedo decir que Celerino Sanchez fue muy bueno conmigo y mi familia
ResponderBorrarEl restaurant era de la mamá de su esposa yolanda
ResponderBorrarYo vivo donde nacio celerino sanches en guayabal veracruz
ResponderBorrarConocido amigo de mi padre, vivió y jugó con el equipo de La Estanzuela, municipio de Emiliano Zapata, Veracruz, vivió en los cuartos de "porroco" Rodolfo Rivas, de aquí partió rumbo a los grandes equipos mexicanos y a las grandes ligas...
ResponderBorrarMi tío quien solía visitar a uno de sus maestros, el buen pelotero Cristoforo Perez, alias Chofo su primo. Al llegar en su carrazo al barrio de Tepito donde vivíamos, era admirable decir el es mi tío y siempre me daba mis monedas de a peso. Es un gusto leer este homenaje de el gran Celerino Sánchez.
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