En un circo ofreciéronle trabajo a un cantante, cuyo
número sería cantar dentro de una jaula llena de leones.
Rechazó el ofrecimiento, diciendo que eso era muy
peligroso, que tal vez los felinos feroces se pusieran de mal
humor y le atacaran.
El dueño del circo, le insistió diciendo: no se preocupe, su
manera de cantar no los irritará, pues son sordos.
Sordera. Esa enfermedad que a muchos nos parece lejana
y poco probable que nos afecte, especialmente si siempre
hemos tenido buen oído.
Sin embargo la incidencia de ese mal, aqueja cada vez a
un mayor número de personas. No contamos con estadísticas
exactas, pero platicando con doctores especialistas en el
ramo, manifiestan que de manera alarmante crece el número
de casos en personas que se han visto afectadas por este
mal.
Puede haber un sinfín de motivos para padecer esta
afección aunque sea de manera leve o hasta daños
irreversibles.
Una de las causas más frecuentes de infecciones o daños
temporales, es el aseo inadecuado del aparato auditivo, pues
es muy común que muchas personas, se quitan la cerilla
utilizando objetos que pueden dañar permanentemente el
sentido del oído; utilizan desde cotonetes, palillos, pasadores
para el pelo y otros objetos riesgosos. Recordemos que los
huesecillos que se ubican dentro del pabellón auditivo, son
los más sensibles y delicados de nuestro cuerpo.Se sugiere
consultar a un experto para utilizar un sistema de asepsia útil
y seguro.
Imagino a un melómano (apasionado de la música),
quedándose sordo. Qué tristeza no poder escuchar ni la
música, ni las conversaciones de sus familiares y amigos.
Debe ser terrible.
He visto algunas películas acerca de la vida del genial
músico Ludwig Van Beethoven, y casi todas coinciden que
además de ser un genio, poseía un genio de los mil demonios,
lo cual no fue impedimento para que compusiera algunas de las
más grandes obras en la historia de la música, caracterizadas
por su sublimidad, espiritualidad y majestuosidad. Supongo
que al maestro sordo de Bonn, le incomodaba terriblemente
su sordera, siendo que vivía por y para la música.
Dicen de un señor de avanzada edad, que estrenó un
aparato para la sordera, de esos que ayudan a oír mejor, que al
recibir la visita de uno de sus nietos, éste le preguntó: Abuelito
¿cómo te ha ido con tu nuevo aparato para la sordera?
El anciano le respondió: pues verás, no les he dicho nada
a tus tíos, pero esta semana he cambiado cuatro veces mi
testamento.
Sin duda una de las principales causas para la sordera, es
la edad que conforme avanza, avanza también la deficiencia en el oído pero, en nuestro entorno actual, lleno de mundanal
ruido, las personas somos más propensas a padecer el mal
del silencio.
Acabo de leer en el Diario de los Altos, al Lic. Javier Jiménez
Pérez, haciendo mención de la forma indiscriminada en que
se utilizan los ahora modernísimos y sobre todo, potentísimos
equipos de sonido, que generosamente nos comparten a
todos, aunque no queramos oír, la música de la preferencia
del conductor del auto que porta tan grande invento.
En el mismo ejemplar, leo al Pbro. Miguel Angel Pérez
Magaña, en su artículo donde nos recomienda hacer oídos
sordos al negativismo y al pesimismo, haciendo alusión a un
sapito que consiguió su objetivo, porque no escuchaba los
consejos negativos que le daban. Ni ningún otro, debido a su
sordera.
Hay un tipo de sonido en particular que trataré de describir
y que me parece de los más incómodo para quien lo oye en
contra de su voluntad. Es ése sonido de frecuencia muy baja,
pero volumen alto, que hace vibrar las puertas y los vidrios de
las casas. Por supuesto hace vibrar de más a nuestro sistema
auditivo y en cuanto a mi persona, me produce un dolor físico,
tanto en el pecho como en los oídos. Supongo que todas las
personas tenemos diferente sensibilidad a los sonidos.
Tengo una bisnieta preciosa que precisamente al
momento de escribir estas líneas, está junto a mí y acaba
de pasar frente a mi casa, un sonido de esos que hizo vibrar
hasta los cristales de mis lentes, haciendo que mi pequeña
descendiente se estremeciera de susto y sorpresa. La bebé,
justamente hoy está cumpliendo 10 meses de haber nacido.
Me gustaría que algún especialista en cuestiones óticas
(relativas al oído), como médico otorrinolaringólogo, utilizando
estos espacios de comunicación, nos informara cuáles
efectos podrían tener esos sonidos excesivos, en los oídos
de los bebés y sus posibles consecuencias para el resto de
sus vidas.
Bueno, más que informarnos a nosotros, informar a
las autoridades, si existe la posibilidad de causar daños
irreversibles a los bebés, que se supone, son muy frágiles y
expuestos a contraer enfermedades por factores externos.
En caso que el factor riesgo sea alto, que se hagan leyes
y se apliquen en ese sentido, para salvaguardar la salud e
integridad de nuestros niños, que son, sí, el futuro de México.
Es muy respetable el derecho que cada quien tiene de
escuchar la música al volumen que le apetezca, siempre y
cuando lo haga de manera que no moleste a otras personas.
Defiendo ese derecho, pero como dicen que toquen en
do… en donde nadie más los escuche. Respetuosamente,
gracias.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hdez.
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. A 10 de Enero de 2013
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