El albedrío es la potestad de obrar por propia
determinación; el libre albedrío o libre elección es la
creencia de aquellas doctrinas filosóficas que sostienen
que los humanos tienen el poder de elegir y tomar sus
propias decisiones. Muchas autoridades religiosas
han apoyado dicha creencia, mientras que ha sido
criticada como una forma de ideología individualista
por pensadores tales como Baruch Spinoza, Arthur
Schopenhauer, Karl Marx o Friedrich Nietzsche. El
concepto es comúnmente usado y tiene connotaciones
objetivas al indicar la realización de una acción por un
agente no-condicionado íntegramente ligado por factores
precedentes y subjetivos en el cual la percepción de la
acción del agente fue inducida por su propia voluntad.
El principio del libre albedrío tiene implicaciones
religiosas, éticas, psicológicas, jurídicas y científicas.
Por ejemplo, en la ética puede suponer que los individuos
pueden ser responsables de sus propias acciones. En
la psicología, implica que la mente controla algunas
de las acciones del cuerpo, algunas de las cuales son
conscientes. En cuanto a la ciencia, no hay ninguna
evidencia de que el libre albedrío exista. A pesar de
esto, en las últimas décadas se ha popularizado mezclar
erróneamente el libre albedrío con la física cuántica.
Según esta rama de la ciencia, algunos procesos a
escala subatómica no están determinados por la clásica
causalidad física, y esta clase de procesos ocurre en el
cerebro, por lo que puede ser tentador imaginarlo como
una manifestación del libre albedrío. Sin embargo, esta
es una interpretación incorrecta de la física cuántica,
ya que ella no afirma que las personas tengan ningún
control voluntario sobre dichos procesos cuánticos,
sino que por el contrario, se cree que estos ocurren
completamente al azar. Por otra parte, siguiendo el
mismo razonamiento debería concluirse del mismo
modo que el resto de los animales, las rocas, los árboles
y los planetas también tienen libre albedrío, ya que los
mencionados fenómenos cuánticos no se dan solamente
en los átomos del cerebro humano, sino en todos los
átomos del Universo.
La existencia del libre albedrío ha sido un tema
central a lo largo de la historia de la filosofía y la ciencia.
Desde que los individuos tienen la habilidad de actuar
de una manera diferente a la que el resto espera, el
libre albedrío puede existir. Existen varios puntos de
vista sobre si la libertad metafísica existe, eso es, si
las personas tienen el poder de elegir entre alternativas
genuinas.
El determinismo es el punto de vista según el cual
todos los eventos son resultados inevitables de causas
previas, de que todo lo que pasa tiene una razón de
ser. El incompatibilismo es el punto de vista según
el cual no es posible reconciliar una creencia en un
universo determinista con el verdadero libre albedrío. El
determinismo duro acepta tanto el determinismo como el
incompatibilismo, y rechaza la idea de que los humanos
poseen un libre albedrío.
Lo contrario a esto es el libertarismo filosófico, que
mantiene que los individuos tienen libertad metafísica y
por lo tanto rechaza el determinismo. El indeterminismo
es una forma del libertarismo que, según su punto de
vista, implica que el libre albedrío realmente existe, y esa
libertad hace que las acciones sean un efecto sin causa.
La teoría de la agencia es una forma del libertarismo
que mantiene que la elección entre el determinismo y
el indeterminismo es una dicotomía falsa. Antes que
voluntad, es un efecto sin causa, la teoría de la agencia
sostiene que un acto de libre albedrío es un caso de
agente-causalidad, por lo cual un agente (persona, el
ser) causa un acontecimiento. Es una filosofía separada
de la teoría económica y política del libertarismo. El
libertarismo metafísico se llama a veces voluntarismo
para evitar esta confusión.
El compatibilismo es el punto de vista que sostiene
que el libre albedrío surge en el exterior de un universo
determinista aún en ausencia de incertidumbre
metafísica. Compatibilistas pueden definir al libre
albedrío como el surgimiento de una causa interior, tal
como los pensamientos, las creencias y los deseos.
La filosofía que acepta tanto el determinismo como el
compatibilismo se llama el determinismo suave.
Dentro de la filosofía masónica, se destaca que la
inteligencia, es la acción combinada de las ideas del
hombre, fuerza reflexiva, que determina el albedrío. El
albedrío nace de la inteligente combinación de ideas,
como la luz nace de la combinación de los siete colores
primitivos. En consecuencia, donde no existe inteligencia
no puede haber albedrío.
Al final de cuentas tendremos que llegar a la reflexión
de si realmente tomando como referencia lo señalado
con anterioridad, si nosotros hacemos uso de nuestro
libre albedrio siempre emanado de nuestro interior, o
aún creemos que ciertas situaciones nos lo determinan;
o en algunos casos sólo hacemos uso del libre albedrio
dependiendo de la situación en la que nos encontremos y
estamos sujetos a lo determinado por los usos sociales.
Fraternalmente
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra Casillas
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