El momento de quitar el chupón es objeto de un
despliegue impresionante de argucias por parte de los
papás para convencer al niño de que, a partir de ese
momento, ya no podremos volver a contar con él. El
éxito de esta difícil tarea de quitar el chupete reside
en que nosotros mismos nos preparemos para ello y
sepamos persuadir a nuestros hijos con la motivación
necesaria.
A partir de los dos añitos o antes de que el niño
entre en la escuela, la mayoría de las mamás nos
plantemos mucho más seriamente, la necesidad
de que nuestro pequeño abandone definitivamente
el chupete (si es que no se lo hemos quitado
antes), aunque a estas alturas tan sólo
nos lo solicite para dormir o
tras algún percance
doloroso. A esta edad es
ya bastante más difícil que
el niño recurra a chuparse
el dedo como alternativa al
chupete, ya que su necesidad
de succión es mucho menor, así
que no debemos esperar más.
Es verdad que muchas veces
no vemos el momento idóneo
para enfrentarnos al abandono
definitivo de un hábito bastante
arraigado en el niño. Como
es lógico, no nos apetece que
nuestro hijo pueda interrumpir
su sueño y demande nuestra
atención a horas intempestivas o
quizás tememos que no lo acepte
nuestra iniciativa, o a lo mejor el niño
se enfrenta a situaciones, cambios o
circunstancias familiares que exigen de no
aumentemos tensiones o quitemos privilegios.
Una vez que estemos preparados os puedo decir que,
desde mi experiencia, lo mejor es “quemar las naves”,
no volver atrás, aguantar un poco y mostrarse firme, y,
sobre todo, contar con la complicidad y colaboración
de nuestro hijo. Nosotros le ayudaremos, pero es él
el que toma la determinación final de prescindir de su
amado chupón. Aquí, es cuando entra en juego nuestra
imaginación para inventar historias creíbles sobre
la pérdida fortuita del chupete o para seguir rituales
preparatorios para dar el gran paso. He escuchado todo
tipo de historias que quizás podréis utilizar:
- Hablar con el niño para convencerle de que ya es
mayor. Otros niños de su edad, también mayores, ya no
lo llevan y puede que piensen que es un bebé.
- El chupete puede darse como
ofrenda a Papá Noel, los Reyes
Magos, los duendes, el gato del
vecino, un pájaro..., casi siempre
a cambio de un regalito, por ser
mayor.
- Darlo como donativo generoso
a algún bebé más pequeño que lo
necesita más.
- Decir al niño que se ha perdido
y no lo encontramos en ninguna parte,
o lo hemos olvidado después de un viaje
fuera de nuestra ciudad (O aprovechar
una situación real en el que esto
ocurra verdaderamente).
- El día de su
cumpleaños, como ya es
mayor, él mismo decide
tirarlo, a modo de ritual,
a la basura (éste es mi
preferido).
- Sustituirlo por un peluche que
pueda acostar junto al él en su camita.
- También hay papás que el chupete lo
vuelven en un objeto desagradable, mediante
cortes en la tetina o dándole un aspecto feo.
- Aprovechar una posible enfermedad que
afecte a su boca o que, por cualquier motivo le
haga rechazar voluntariamente el chupete.
Más o menos noveladas o ficticias, estas medidas
cumplen su objetivo en la gran mayoría de los casos,
aunque siempre debemos ofrecer un refuerzo positivo
felicitando al niño por el esfuerzo y la renuncia que está
protagonizando. Quizás tarden unos pocos días, pero se
acostumbrarán.
Tu opinión me interesa:
drsigala@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario