sábado, agosto 10, 2013

Angela Ramos Aguilar “Juana Gallo”

Hija de Ángel Susano Ramos y de Rebeca Cesárea Aguilar, que se casaron en 1875 y procrearon cinco hijos: dos varones y tres mujeres, Ángela nació el 1º de octubre de 1876 en un barrio minero, cerca del templo de “Nuestro Padre Jesús” en Zacatecas 
El apelativo de “Juana Gallo” se debió al Cura José Eugenio Narváez, quien le enseño a leer en el “Silabario de San Miguel”, Ángela cursaba la primaria, cuando sobresalió por su carácter bravucón: 
El Cura Narváez necesitaba corregirla a cada momento diciéndole: ¡Sosiégate Ángela! ¡Estate Ángela! ¡Quieta Ángela!….hasta que un día la muchacha descalabró a un chico, de una pedrada en la cabeza, el Señor Cura, ya cansado y enfadado le grito: “APLACATE JUANA GALLO” (Juana, por lo común del nombre; y Gallo por brava). completamente diferente al supuesto origen del filme como podrán ve, ya adulta, cuando alguien le gritaba “¡¡JUANA GALLO!!” ,ella le respondía “¡¡ EN TU (CHINGADA) MADRE ME MONTO DE A CABALLO!”,como verán, a Ángela no le gustaba el apodo, pero toda su vida hizo honor a él, por su carácter pendenciero y belicoso, sobre todo cuando de defender a los curas en la época de la guerra cristera. 
En su juventud, Juana causó problemas a sus padres, pues le gustaba la bebida y la parranda: dicen que se comportaba como macho y no como mujer, a los trece años, huyó de su casa y se fue a Torreón, con un capitán de la Acordada de Zacatecas, el rapto fue por mutuo consentimiento; Juana vivió un mes con el capitán Carrillo, tuvieron un niño que murió a los pocos días de nacer y a los 19 años de edad, Ángela regresó con sus padres. Dicen que nunca se casó, y que no tuvo más hijos. Con el tiempo, se entregó al alcohol, se quedaba tirada en las calles y los gendarmes la recogían en camilla para llevarla a la prisión de hombres o a su domicilio, por lo general, fue una mujer pacífica; solo se irritaba durante los conflictos religiosos, se armaba de piedras y palos (y quizás alguna pistola) para combatir a los enemigos de la iglesia católica, de sus templos y ministros. 
Se la recuerda como ya dije, una mujer hombruna, con su canasta de tacos, un palo que utilizaba de bastón y un perro faldero que siempre la acompañaba como se ve en las imágenes. En la “Bola” y la cristiada, Juana manifestó sus ideas religiosas. Ella no tuvo nada que ver con la Revolución, ni fue villista. Su participación se limitó a bromear con jefes y oficiales villistas; que los encontraba en cantinas y cuarteles, donde vendía sus tacos, ellos le invitaban los tragos para divertirse con sus habladurías, al calor de las copas daba rienda suelta a su ingenio y a su lengua. De ahí surgió el falso rumor que había sido revolucionaria, señala el historiador Roberto Dávila, que “Zacatecas nunca fue villista; tuvo su propia división del centro (al mando de Pánfilo Natera) que al quedar la Convención en manos del general Eulalio Gutiérrez, le confió el mando de las fuerzas a Francisco Villa. As, la División Zacatecana del Centro fue convencionista y como su jefe era Villa tuvieron que aceptarlo como tal, por eso se presenta como villistas a los zacatecanos”. 

1. Juan Gallo era muy religiosa y respetuosa en sumo grado de los sacerdotes, siempre les pedía su bendición, no era beata, le decían “la persignada” porque entraba a los templos y solo se persignaba, no se detenía a rezar, por eso en Zacatecas la identifican como cristera, tan gallona era, que cuando el general Benjamín Hill clausuro templos en Zacatecas, siendo comandante militar en 1915, Juana Gallo le espetó: “¡Mira, general, tráenos aquí a tu chingada madre y ponte unas naguas pa’ que nos acompañes al cuartel”.En 1926, cuando el general Eulogio Ortiz encarceló a los padres y al obispo de Zacatecas, monseñor Ignacio Plascencia, Juana Gallo se le enfrentó valientemente, y le propinó sus buenas cachetadas que lo tumbaron, lo jaloneo del chaquetín y le exigió que liberara a los prisioneros, lo que hizo Ortiz, por temor al pueblo armado con piedras y palos ahí mismo en su cuartel y oficina, encabezados por Juana Gallo.
Terminó sus días en la mendicidad, murió el 21 de octubre de 1958, a los 82 años, fue sepultada en el panteón de Herrera, en Zacatecas. El gobierno se hizo cargo de su funeral: le compraron ataúd y publicaron esquelas para informar de su muerte, pero el pueblo zacatecano le tiene tanta admiración que se convirtió en un mito, actualmente la que fue su casa es un museo donde se muestra un busto de ella, y las que fueron sus pertenencias, aquí esta una imagen de dicho “busto”. 
Esta es la historia verdadera de Juana Gallo.

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