Cuenta la leyenda que doña Marina,
pidió permiso a su amo y señor el
Capitán Hernán Cortés, para bañarse
en la laguna de Acuitlapilco, (La
laguna de Acuitlapilco se en encuentra
a unos tres kilómetros de la ciudad de
Tlaxcala, está formada por las aguas
-de manantiales, y de las lluvias que
recibe de las vertientes cercanas,
aunque en la actualidad, ya no tiene
la belleza que en el pasado se veía,
debido a los efectos del desequilibrio
ecológico) cosa que le fue concedida por el extremeño, para
tenerla más de su parte.
Acompañada de cuatro esclavas, de las que como
ella, habían sido obsequiadas a Cortés por los Caciques
tabasqueños, se en caminó a ese lugar, luciendo un huipil
de vistosos -colores; en su turgente pecho, pendían las
gargantillas de cuentas de vidrio, imitando esmeraldas,
turquesas y amatistas, que como valiosas joyas había recibido
de Cortés y que resaltaban su singular hermosura; pues era
de broncíneo Cutis pupilar cintilantes, cabellos de azabache,
dientes perlados, cuerpo grácil y labios ardientes, como toda
--mujer tropical. Una vez que se desnudó, se zambullo en las
tersas aguas, sin fi jarse que en el lado opuesto de la laguna,
la estaban mirando los Xiloxoxtla, (poblado cercano a la
laguna de Acuitlapilco), que entusiasmados por su belleza,
hasta confundirla con una hada, le pidieron que desencantara
a la montaña Matlalcuéyatl, (Malinche o Matlalcuéyatl, son
nombres que se refi eren a la misma montaña), pero ---ante
esa sorpresa y creyéndose perdida, exclamó: ¡Malinche!,
¡Malinche! y apresuradamente se vistió y regreso de prisa,
en tanto sonaban los caracoles y la gente corría tras de ella.
Al tener conocimiento Cortés, ordenó a sus arcabuceros que
le prestaran auxilio a doña Marina, cuyo nombre se tomó
por el de la Malinche, quedándole también a la preciosa
montaña.
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