Dice la canción que inmortalizara Pedro Infante en
los años cincuenta; desde entonces esa melodía ha
influido a varias generaciones, afianzando en ellas
la creencia en el esplendor de las lunas de este
mes.
Hablemos un poco de la Luna. Es nuestro
satélite natural con un diámetro aproximado a
los 3,470 kilómetros; es decir, una cuarta parte
del diámetro terrestre. Por ello nuestra Luna es
la más grande del Sistema Solar en relación con
el tamaño del planeta alrededor del que gira.
Otro dato interesante es que tiene un periodo de
rotación de 27.32 días, y le da la vuelta a la Tierra
en el mismo tiempo, por ello siempre podemos ver
únicamente una cara donde el conejo es una figura
sencilla de ubicar. Su influencia en nuestro mundo
va más allá de iluminar las noches, rige los ciclos de mareas, el
crecimiento de las plantas, y también ciertas actividades humanas
como las temporadas de las cosechas para optimizar la humedad de
los frutos, etcétera.
Pero, ¿de dónde surge la idea acerca de las lunas de octubre?
En realidad es una pregunta sumamente compleja debido a que en
este caso no solamente intervienen los factores astronómicos sino
también la percepción del ser humano al decir que algo es ‘bonito’
o ‘feo’; ambas palabras denotan sensaciones y no tanto cuestiones
físicas. Desde aquí podemos ver que el resultado será tan discutible
como la propia afirmación de que las lunas que vemos estos días son
particularmente hermosas.
¿ASUNTO DE TAMAÑO?
Comencemos por buscar un fenómeno físico relacionado con la
Luna y el décimo mes del calendario. Al año podemos tener entre 12
y 13 lunas llenas (también llamadas plenilunios). Cuando un mismo
mes tiene dos, a la segunda se le llama ‘Luna azul’. Todos los meses
pueden tener lunas azules, sin embargo es sumamente difícil que
coincidan para que una se pueda dar en febrero.
Cada mes nuestro satélite natural llega a estar completamente
iluminado y alineado en posición contraria al Sol para poder decir que
tenemos una Luna llena; en ese momento puede estar cerca o lejos
de nuestro planeta, ya que su órbita no es circular sino alargada,
donde en su punto más lejano (Apogeo) estará a 405 mil kilómetros
y el más cercano (Perigeo) a 362 mil kilómetros. Eso hace que
en algunos meses podamos notar a la Luna un poco más grande
que en otros. Sin embargo tal cambio es difícilmente percibido por
el ser humano, sólo aquellos ojos entrenados en largas horas de
observación astronómica logran notar tan sutil cambio en el tamaño
de la Luna cuando se encuentra llena, pues únicamente aumenta un
seis por ciento.
Como la órbita lunar no está sincronizada con el movimiento de
translación alrededor de la Tierra, en un mes puede tocar una Luna
muy grande pero la misma fecha del año siguiente ser muy pequeña.
Dicha situación hace que octubre, al igual que cualquier otro mes,
posea tanto lunas espectaculares como comunes.
Con esta base podemos descartar que las lunas de octubre sean
más grandes. Busquemos entonces una solución diferente.
¿CUESTIÓN DE POSICIÓN?
Cuando vemos la Luna, casi siempre está iluminada en el mismo
ángulo con respecto al Sol. En un artículo publicado recientemente
un escritor aseguraba que las Lunas son más hermosas sobre
Guadalajara porque en esa región del planeta “el ángulo en el que
le da la luz del Sol es mejor y más constante dando por efecto una
bella iluminación”. Tal afirmación carece de sustento, ya que nuestro
satélite natural sigue la línea imaginaria de la Eclíptica por
donde se desplazan todos los planetas y el Sol; tal línea en
realidad es el plano de nuestro Sistema Solar, y la Luna
siempre la sigue variando muy poco de posición. En
otras palabras: cada año la Luna llena estará entre
las constelaciones de Piscis y Aries, simplemente
porque ese es el punto del cielo que vemos hacia
fuera del Sistema Solar; e invariablemente será
así porque para que haya Luna llena debe estar
alineada con el Sol y la Tierra.
Saber que la Luna siempre se encontrará en
esas constelaciones durante el mes nos hace
pensar que debería tener una posición más alta
que en otros meses, sin embargo eso no ocurre
durante este tiempo, de hecho la Luna puede llegar a
verse casi sobre nuestra cabeza durante diciembre y
enero en la constelación de Tauro. Por ello, retiramos también la
hipótesis de que la posición en el cielo sea un factor que le dé mejor
aspecto en octubre.
ENTONCES, ¿MÁS HERMOSAS, O NO?
Existe una reunión anual de escritores llamada Lunas de octubre
(en Baja California); un festival artístico se denomina Las lunas, y
curiosamente se celebra este mes. La idea de que nuestro satélite
natural es particularmente bonito en octubre ha permeado muy
profundo en nuestra sociedad.
No obstante, más que ser un fenómeno astronómico, la creencia
en cuestión nace de una percepción social. Veamos por qué.
Octubre coincide justo con la entrada del otoño, es una época
donde las noches aún son lo suficientemente cálidas para permanecer
en el exterior un buen rato después del atardecer. Para muchos el
viento fresco y las tonalidades de las hojas dan una sensación de
nostalgia y añoranza, son un buen marco para ponerse a ver las
estrellas; y sin duda, al ver el cielo lo que atrae mayor atención es el
astro más luminoso, la Luna.
Durante este mes las lunas llenas se encuentran próximas a las
estrellas más resplandecientes de las constelaciones de invierno
como Orión, Can Mayor y Can Menor, por mencionar algunas. Éstas
no son opacadas por su brillo al no estar tan cercanas, por lo cual
generan un gran marco para la observación celestial... aunque
sin duda todo es sólo una apreciación de lo que podemos llamar
‘hermoso’.
Para finalizar, vale la pena escudriñar la letra de la icónica
canción que tanto ha contribuido a perpetuar la idea de la belleza
en las lunas de este mes. Al hacerlo, encontraremos algo muy
interesante. La letra comienza diciendo: “De las lunas la de octubre
es más hermosa”, frase que tenemos muy presente... pero olvidamos
el resto, donde se menciona: “Porque en ellas se refleja la quietud
de dos almas que han querido ser dichosas, al arrullo de su plena
juventud”. Así, el resto de la melodía habla de una historia romántica
que el autor recordaba en esta época del año. Y nos remontamos a
la misma premisa de inicio: podemos denotar la preciosidad de algo
por nuestra propia experiencia, gustos e intereses. Es posible anotar
muchos ejemplos más relacionados con octubre, como hablar de
‘amores otoñales’ debido a la edad y a la serenidad que ello puede
representar.
Si tras analizar la parte científica del fenómeno la respuesta no
le parece satisfactoria y usted sigue considerando que las lunas de
octubre son las mejores del año, seguramente tiene la razón. En las
cuestiones intangibles que nos hacen felices lo idóneo es gozar los
detalles que nos regala la Naturaleza. Sobre todo no dejemos de
mirar al cielo, con los pies bien puestos en la Tierra.
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