sábado, noviembre 16, 2013

La piedra parlante

Transcurría el reinado de Moctezuma sin pena ni gloria, y un buen día se dio cuenta de que no había hecho labor alguna que preservara su memoria para la posteridad; entonces se le ocurrió mandar labrar una imagen de la diosa Cihuacóatl para ser colocada en el templo de Huitzilopochtli, que fuera de tamaño mayor y dos codos más alta que la que allí se encontraba. Así, los canteros y albañiles de los cuatro barrios de Teopan, Moyotlan, Atzacualco y Cuepopan, fueron a buscar un pesada piedra que para que labrasen una piedra como la que estaba arriba del Cú del Huitzilopochtli, excepto que debía ser mayor con una braza más de ancho y dos codos más alta. 
Después de caminar durante un largo tiempo, al fin la encontraron adelantito de Ayotzingo en Acolco, la midieron conforme les fue ordenado, tuvieron que ir después de diez a doce indios para sacarla de donde estaba para ponerla en un razo para labrarla; una vez que fue bajada llano comenzaron a darle la forma, los de Chalco les daba de comer a los canteros, pero después se acabaría porque en la ardua labor había treinta oficiales con picos de pedernal. Cuando la imagen fue terminada se le dio inmediatamente el aviso al rey Moctezuma y fueron para traerla todos los chalcas, chinampanecas y de Nauchteuctliu; y como la traían con tanto ruido por el gran peso, la llevaron hasta Iztapalapan, donde descansaron los indios dos o tres días, pero el día que iban a entrar a Tenochtitlán, Cihuacóatl hizo llamar a los chocarreros que eran los bailarines del palo cuauhtlatlazque o quahuilacatzoque, a los viejos cantes de teponaztli (instrumento de percusión) y a los sacerdotes con cornetas y atabales; y para que trajeran a la brevedad la escultura, los mayordomos fueron enviados para que llevasen de comer a los canteros y los principales que la traín, que tomaran su desayuno al alba, comieran a las nueve y merendaran a las tres. 
Los perfumadores o sahumadores, que se les llamaba tlenamacaque, se dispusieron a ir donde se encontraba la imagen, llevando mucho copal blanco, grande y ancho, mantas ricas y pañetes, catles y cotaras; pero antes de partir la piedra cortaron cabezas de codornices y empezaron a untarla de sangre y a sahumarle, después vinieron los bailes y cantos típicos. A pesar de todos estos rituales religiosos, se dieron cuenta que conforme iban avanzando era más difícil avanzar, era como si la piedra tuviera vida propia y se resistiera a que se la llevaran a Tenochtitlán; ante tal extraño acontecimiento, fueron algunos indios a darle la noticia a Moctezuma. 
En el segundo intento trataron de trasladar la imagen, pero con resultados infructuosos, y para ayudar en esta labor fueron enviados todos los tecpanecas, serranos, montañeses, Chiapan, Xilotepec, Xiquipilco, Huatitlán, Mazahuacán; una vez que llegaron todos, finalmente lograron arrancar a la piedra del sitio donde estaba tan afianzada, pero en ese momento ocurrió algo que ninguno de los ahí presente esperaba: ¡la piedra habló! ¿Y qué dijo? Sigue leyendo. “Por más que hagáis “, todos se quedaron mudos y la piedra prosiguió: “¿Que me queréis llevar? Pues no me he de rodar para ir a donde me queréis llevar”, lo presentes ignoraron sus palabras y continuaron con las labores de traslado, pero la imagen no tardó en protestar nuevamente: “Pues llevadme que acullá os hablaré”. 
Después de una larga y cansada jornada llegaron hasta Tlapitzahuayan, y acto seguido fueron un principal y un cantero a dar aviso al rey de lo acontecido con la piedra protestona. Una vez que llegaron y al relatarle a Moctezuma lo sucedido, este pensó que los hombres estaban borrachos o que habían perdido el juicio, mando a llamar a su mayordomo Petlacalcatl y le ordeno que mandara presos a ese par de mentirosos. Moctezuma envió a seis principales a gran prisa para que averiguasen que era lo que pasaba, los que arrastraban la pesada carga les contaron a estos exactamente la misma historia, y ese momento la piedra habló: “Por más que hagáis no me llevaréis”, “Pues llevadme, que acullá les diré lo que será “.
Los mensajes regresaron con la misma versión de los hechos y su testimonio sobre la piedra que hablo, a lo que el rey ordeno al mayordomo que soltara a los prisioneros; Moctezuma mandó a estos últimos a que llamasen a todos los de Aculhuacán, Chinampanecas y Nauchteuctli para que fuesen a traer la piedra. Una vez que llegaron todos, lograron llevarla hasta Techichco, y para que la piedra se sintiera motivada de llegar a su destino final, los indios comenzaron traer cornetas y a cantarle, después comenzaron a tirar de ella, el trabajo se volvía cada vez más difícil conforme avanzaban, a lo que la piedra volvió a hablar: “¿No acabáis de entender vosotros? ¿Qué me queréis llevar? Qué no he de llegar a México,; decidle a Moctezuma ¿Qué para que me quiere? ¿Qué, qué aprovecha que tengo que hacer allá, y que vaya a donde tengo que estar arrojada? Que ya no es tiempo de hacer lo que ahora acuerda, que antes lo había de haber hecho, porque ya ha llegado su término de él, ya no es tiempo, y el Moctezuma ha de ver por sus ojos lo que será presto, porque está ya dicho y determinado, porque parece que quiere aventajar a Nuestro Señor, que hizo el cielo y la tierra, más con todo, llevadme que allí será mi llegada, ¡pobres de vosotros! Vamos caminando”. 
La gente arrancó nuevamente a la piedra de su lugar, sin dejar de tocar las cornetas; llegaron a Tozititlán junto a la albarrada de Santiesteban, donde pasaron la noche. Nuevamente fueron a llevarle el mensaje de la piedra a Moctezuma, el rey quedó muy intrigado y pensativo sobre lo que les deparaba el futuro, pero finalmente decidió mandar sacerdotes para que le hicieran sacrificios de codornices, la llenaran de sahumerio, todos los viejos teponaztli fueron a cantarle y bailarle, para que así se entusiasmara aunque fuera un poquito. 
Pero cuando llegaron al puente de Xoloco y estando justo a la mitad, la piedra dijo: “Hasta aquí ha de ser y no más”, dicho esto el puente se quebró cayendo junto con los que la llevaban jalando, algunos perdieron la vida y otros más lograron escapar a nado. Los sobrevivientes corrieron a darle la noticia a Moctezuma. El rey fue a ver con sus propios ojos lo que había sucedido, una vez que regresó a su palacio mandó llamar a los principales y los envió a Xochimilco, Cuitláhuac, Mízquic y Tlacochcalco para que reclutaran a los mejores buzos, y fueran a averiguar al fondo de las aguas en donde estaban la piedra y la gente que se llevó consigo. 
Moctezuma también fue al sitio acompañado de una sombrerera o quitasol al medio día, vio como ocho de los buzos se metían a las claras y cristalinas aguas, donde estuvieron aproximadamente media hora, después salieron les comunicaron al rey, los sacerdotes de los templos, y todos los principales mexicanos, que de la piedra y la gente no encontraron rastro alguno. 
Entonces Moctezuma mandó a los canteros al sitio de donde habían sacado la piedra, y cuál no sería su sorpresa que en efecto ahí estaba todavía con el papel que le habían por cobertor y el copal blanco que le habían pegado, y para tener con que corroborar que esto era verdad, arrancaron el papel y rascaron el copal para llevárselo al rey. Y así termina la aventura que viviera una piedra de Chalco.

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