
Después de caminar durante un largo tiempo, al fin la
encontraron adelantito de Ayotzingo en Acolco, la midieron conforme les
fue ordenado, tuvieron que ir después de diez a doce indios para sacarla
de donde estaba para ponerla en un razo para labrarla; una vez que fue
bajada llano comenzaron a darle la forma, los de Chalco les daba de comer
a los canteros, pero después se acabaría porque en la ardua labor había
treinta oficiales con picos de pedernal. Cuando la imagen fue terminada se
le dio inmediatamente el aviso al rey Moctezuma y fueron para traerla todos
los chalcas, chinampanecas y de Nauchteuctliu; y como la traían con tanto
ruido por el gran peso, la llevaron hasta Iztapalapan, donde descansaron
los indios dos o tres días, pero el día que iban a entrar a Tenochtitlán,
Cihuacóatl hizo llamar a los chocarreros que eran los bailarines del palo
cuauhtlatlazque o quahuilacatzoque, a los viejos cantes de teponaztli
(instrumento de percusión) y a los sacerdotes con cornetas y atabales;
y para que trajeran a la brevedad la escultura, los mayordomos fueron
enviados para que llevasen de comer a los canteros y los principales
que la traín, que tomaran su desayuno al alba, comieran a las nueve y
merendaran a las tres.
Los perfumadores o sahumadores, que se les llamaba tlenamacaque,
se dispusieron a ir donde se encontraba la imagen, llevando mucho copal
blanco, grande y ancho, mantas ricas y pañetes, catles y cotaras; pero
antes de partir la piedra cortaron cabezas de codornices y empezaron
a untarla de sangre y a sahumarle, después vinieron los bailes y cantos
típicos. A pesar de todos estos rituales religiosos, se dieron cuenta que
conforme iban avanzando era más difícil avanzar, era como si la piedra
tuviera vida propia y se resistiera a que se la llevaran a Tenochtitlán;
ante tal extraño acontecimiento, fueron algunos indios a darle la noticia a
Moctezuma.
En el segundo intento trataron de trasladar la imagen, pero con
resultados infructuosos, y para ayudar en esta labor fueron enviados todos
los tecpanecas, serranos, montañeses, Chiapan, Xilotepec, Xiquipilco,
Huatitlán, Mazahuacán; una vez que llegaron todos, finalmente lograron
arrancar a la piedra del sitio donde estaba tan afianzada, pero en ese
momento ocurrió algo que ninguno de los ahí presente esperaba: ¡la
piedra habló! ¿Y qué dijo? Sigue leyendo. “Por más que hagáis “, todos se
quedaron mudos y la piedra prosiguió: “¿Que me queréis llevar? Pues no
me he de rodar para ir a donde me queréis llevar”, lo presentes ignoraron
sus palabras y continuaron con las labores de traslado, pero la imagen no
tardó en protestar nuevamente: “Pues llevadme que acullá os hablaré”.
Después de una larga y cansada jornada llegaron hasta Tlapitzahuayan,
y acto seguido fueron un principal y un cantero a dar aviso al rey de lo
acontecido con la piedra protestona. Una vez que llegaron y al relatarle a
Moctezuma lo sucedido, este pensó que los hombres estaban borrachos o
que habían perdido el juicio, mando a llamar a su mayordomo Petlacalcatl
y le ordeno que mandara presos a ese par de mentirosos. Moctezuma envió
a seis principales a gran prisa para que averiguasen que era lo que pasaba,
los que arrastraban la pesada carga les contaron a estos exactamente la
misma historia, y ese momento la piedra habló: “Por más que hagáis no
me llevaréis”, “Pues llevadme, que acullá les diré lo que será “.
Los mensajes regresaron con la misma versión de los hechos y su
testimonio sobre la piedra que hablo, a lo que el rey ordeno al mayordomo
que soltara a los prisioneros; Moctezuma mandó a estos últimos a que llamasen a todos los de Aculhuacán, Chinampanecas y Nauchteuctli para
que fuesen a traer la piedra. Una vez que llegaron todos, lograron llevarla
hasta Techichco, y para que la piedra se sintiera motivada de llegar a su
destino final, los indios comenzaron traer cornetas y a cantarle, después
comenzaron a tirar de ella, el trabajo se volvía cada vez más difícil conforme
avanzaban, a lo que la piedra volvió a hablar: “¿No acabáis de entender
vosotros? ¿Qué me queréis llevar? Qué no he de llegar a México,; decidle
a Moctezuma ¿Qué para que me quiere? ¿Qué, qué aprovecha que tengo
que hacer allá, y que vaya a donde tengo que estar arrojada? Que ya no es
tiempo de hacer lo que ahora acuerda, que antes lo había de haber hecho,
porque ya ha llegado su término de él, ya no es tiempo, y el Moctezuma ha
de ver por sus ojos lo que será presto, porque está ya dicho y determinado,
porque parece que quiere aventajar a Nuestro Señor, que hizo el cielo
y la tierra, más con todo, llevadme que allí será mi llegada, ¡pobres de
vosotros! Vamos caminando”.
La gente arrancó nuevamente a la piedra de su lugar, sin dejar de tocar
las cornetas; llegaron a Tozititlán junto a la albarrada de Santiesteban,
donde pasaron la noche. Nuevamente fueron a llevarle el mensaje de la
piedra a Moctezuma, el rey quedó muy intrigado y pensativo sobre lo que
les deparaba el futuro, pero finalmente decidió mandar sacerdotes para que
le hicieran sacrificios de codornices, la llenaran de sahumerio, todos los
viejos teponaztli fueron a cantarle y bailarle, para que así se entusiasmara
aunque fuera un poquito.
Pero cuando llegaron al puente de Xoloco y estando justo a la mitad,
la piedra dijo: “Hasta aquí ha de ser y no más”, dicho esto el puente se
quebró cayendo junto con los que la llevaban jalando, algunos perdieron
la vida y otros más lograron escapar a nado. Los sobrevivientes corrieron
a darle la noticia a Moctezuma. El rey fue a ver con sus propios ojos lo
que había sucedido, una vez que regresó a su palacio mandó llamar a los
principales y los envió a Xochimilco, Cuitláhuac, Mízquic y Tlacochcalco
para que reclutaran a los mejores buzos, y fueran a averiguar al fondo
de las aguas en donde estaban la piedra y la gente que se llevó consigo.
Moctezuma también fue al sitio acompañado de una sombrerera o
quitasol al medio día, vio como ocho de los buzos se metían a las claras
y cristalinas aguas, donde estuvieron aproximadamente media hora,
después salieron les comunicaron al rey, los sacerdotes de los templos, y
todos los principales mexicanos, que de la piedra y la gente no encontraron
rastro alguno.
Entonces Moctezuma mandó a los canteros al sitio de donde habían
sacado la piedra, y cuál no sería su sorpresa que en efecto ahí estaba
todavía con el papel que le habían por cobertor y el copal blanco que le
habían pegado, y para tener con que corroborar que esto era verdad,
arrancaron el papel y rascaron el copal para llevárselo al rey. Y así termina
la aventura que viviera una piedra de Chalco.
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