Por Felipe Padilla Hermosillo
Bien podemos
asegurar que la circular
que el eminentísimo
Sr. Cardenal y que
precisamente se
publico en el numero
anterior de nuestra
revista, fue recibida
con gran entusiasmo
en todas las parroquias
del arzobispado, pues
durante todo el año
nos toco presenciar en
la basílica numerosas
peregrinaciones
procedentes de lugares
muy lejanos y de difícil
comunicación.
No cabe duda que estos actos públicos de piedad y
penitencia, no solo fueron perlas preciosas engastadas en
la real corona de María, sino mas bien fueron delicadas
caricias de amor filial que debieron conmover el corazón
inmaculado de la mas buena de las madres. Pero una
conmemoración como la presente no podía reducirse
a manifestaciones ciertamente muy bellas, pero al fin
y al cabo, transitorias, pasajeras, era preciso explotar
inteligentemente ese fervor, ese entusiasmo, mariano. y así
sucedió. el comité organizó una especie de misión blanca,
que con la cooperación del culto conferencista Sr. Presb.
D. Manuel Molina, de las catequistas de Jesús crucificado,
de las religiosas del colegio independencia y los hermanos
lasallistas del colegio fray miguel de Bolonia, hizo que la
palabra de dios se dejara oír en todos los hogares de la
población. y entro en ellos la lluvia de la divina gracia....
muchos extraviados encontraron de nuevo el camino;
problemas humanamente insolubles hallaron solución
definitiva; hogares donde sin respeto se pisoteaban las
leyes de dios y de su iglesia ahora se encuentran sometidos
al suave yugo de cristo nuestro señor. bien podemos
asegurar que la misión bíblica en San Juan de los Lagos
sacudió fuertemente la conciencia aletargada de muchos
millares de católicos poco o nada prácticas y que hoy viven
su religión y disfrutan de ella, la piedad sólida y verdadera
ha vuelto a florecer en muchos hogares.
Pero no se atendió solamente al bien espiritual del pueblo de dios, también
pensó en los sacerdotes
que, después del concilio
vaticano ll, parece que
han sido el blanco de
los ataques del mundo,
el demonio y la carne.
tal vez el numero de
mas trascendencia del
programa de las fiestas,
centenarias, fue la
convivencia sacerdotal
de la cual se hablará
mas extensamente en
otro artículo.
Con todos estos
frutos de renovación
espiritual de la vida en
todos sus ordenes, yo entiendo que el comité organizador
de las fiestas centenarias podía haberse quedado tranquilo
con la santa satisfacción de haber cumplido religiosamente
con su cometido, pero no era posible poner punto final sin
ver coronada su obra. el júbilo, el entusiasmo, el amor
latente en millares y millares de corazones pedía, exigía el
conjuro de una voz para estallar y desbordarse con ímpetu
de vibraciones divinas en el preciso momento en que el
representante del papa en México, el delegado apostólico
monseñor Guido del Mestre trasplantó los umbrales del
palacio de la reina, su monumental y célebre basílica......
Entonces fue cuando se dejó oír la voz que todo el
mundo esperaba sin pedirla con palabras...... ¡¡¡viva el
papa!!! gritó con toda la fuerza de sus pulmones el M.I. Sr.
canónigo d. Julián Hernández Cueva........ ¡¡¡viva su muy
digno representante en México!!!........ ¡¡¡bibs la santísima
de San Juan de los Lagos!!! y su voz, rompiendo los diques
del corazón, fue coreada por las multitudes.... ¡¡¡viva el
papa!!! ¡¡¡viva su representante!!! ¡¡¡ viva nuestra señora
de san Juan de los Lagos...!!! no exageramos al afirmar
que esas demostraciones espontáneas y sinceras forjaron
en esos momentos las estrofas del himno triunfal de la
fe que se opone al rugido estridente de la impiedad que
ataca o menosprecia la autoridad del vicario de cristo, del
romano pontífice.
continuación en el siguiente número de la revista.
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