
El pueblo de Real de Catorce está
enclavado en el corazón de la sierra de
Catorce, en el estado de San Luis Potosí,
al norte de México. Se encuentra a 2750
metros de altitud y la principal vía de
acceso es a través de un túnel de 2300
metros de longitud. Se fundó en el año de
1779 debido al descubrimiento de ricas
minas de plata, lo cual motivó a que una
multitud de mineros y aventureros llegaran
al lugar en busca de suerte, desatándose
una verdadera fi ebre de la plata en medio
de condiciones totalmente desfavorables.
El lugar era inaccesible, no existían
caminos, no había agua y los
abastecimientos eran difíciles. En sus
principios no contaba con ninguna
autoridad que se ocupara realmente de
hacer respetar la ley; la anarquía era total
y, como siempre, el fuerte se aprovechaba
del débil. A esta situación le vino a poner fi n
Silvestre López Portillo, de descendencia
española y nacido en Guatemala; a él se le
debe la fundación del pueblo que en sus
primeros tiempos fue denominado: Real de
Minas de Nuestra Señora de la Limpia
Concepción de Guadalupe de los Álamos
de Catorce. Su desempeño fue encomiable
y se distinguió por su gran experiencia
como minero y por su infl exible
determinación. Desde la fundación hasta la
guerra de Independencia de 1810, el nuevo
mineral experimentó su primer periodo de
auge, la riqueza de sus minas se volvió
legendaria y eso ocasionó que muchos
extranjeros, sobre todo españoles,
ocurrieran al lugar para abrir fl orecientes
comercios y para invertir sus capitales en la
explotación minera. En aquellos años la
producción de plata del Real contribuyó
cuantiosamente a que México fuera uno de
los más grandes productores, pero al llegar
la guerra, los trabajos se suspendieron y
las minas lentamente se fueron inundando.
En el año de 1821, compañías inglesas y
extranjeras empezaron a interesarse por
las minas catorceñas y regresó poco a
poco el movimiento en el adormecido
mineral. En el primer periodo de explotación
minera, la plata se encontraba a nivel
superfi cial, al ras de la tierra; cuando un
minero encontraba una buena veta, los
gastos de extracción eran muy bajos y las
únicas
herramientas
necesarias eran
una pala y un pico.
Se usaba el
método de las
participaciones: el
dueño de la mina
no pagaba un
sueldo a los
trabajadores, sino
le concedía un
porcentaje de la
venta del mineral
extraído; eso
ocasionaba que,
en los periodos de
bonanza, todos
tenían dinero y lo gastaban sin
consideración. Son muchos los cuentos de
mineros que perdieron toda su fortuna en
apuestas en las peleas de gallos. Después
de 1821 las cosas cambiaron radicalmente,
ya no era cosa de suerte y duro trabajo,
sino de programación y cuantiosas
inversiones. Se empezaron a fundar
algunas compañías, donde los mineros se
asociaban y compartían los gastos de
explotación; los trabajadores ya no
participaban de las utilidades, sino que
tenían un pobre sueldo, en la mayoría de
los casos no cobrado con dinero, sino con
fi chas que podían canjear por alimentos y
géneros de primera necesidad, sólo en la
tienda de propiedad del mismo dueño de la
mina donde trabajaban. La situación
política en México siguió inestable por
muchos años y eso no ayudó en nada a la
explotación minera y los pudientes se
resistían al invertir y sólo querían sacar
utilidades de sus propiedades. El segundo
periodo de auge correspondió al gobierno
del presidente Porfi rio Díaz, en el cual
México gozó de un verdadero momento de
paz y las leyes favorecieron el crecimiento
de la explotación minera. Desde 1885
hasta el año de 1905, Real pasó por su
mejor período; por diversión y distracción
del gran número de extranjeros y gente
adinerada que vivía en el lugar, se
construyeron un nuevo palenque de gallos
y una nueva plaza de toros y los catorceños
podían entretenerse en el teatro Lavín, en
donde se presentaban obras de zarzuela.
Se publicaban diferentes periódicos, de los
cuales el primero fue “El Único” que estrenó
sus labores el 8 de octubre de 1871. Los
comercios vendían mercancía de
importación y se podía encontrar de todo,
desde vinos europeos hasta la mejor ropa
de moda. En este periodo cabe destacar el
desempeño de la Casa Maza, fundada en
el año de 1850 por Santos de la Maza,
junto a sus hermanos Francisco y Pedro.
Don Santos fue el propietario de la casa de
moneda, la cual operó por catorce meses,
desde enero de 1865 hasta febrero de
1866, y radicó alrededor de 30 años en el
Real enriqueciéndose gracias a su
capacidad en el comercio, a las inversiones
que realizó en el negocio minero y a la
colaboración de un empleado excepcional,
como fue Vicente Irizar Aróstegui. Regresó
a España en el año de 1865 y a su muerte,
ocurrida en 1873, su hijo Gregorio,
catorceño de nacimiento pero residente en
España, heredó el negocio. Desde
entonces don Vicente Irizar ascendió al
puesto de encargado general con plenos
poderes. Su visión y planeación lo llevaron
a realizar grandes inversiones que
ocasionaron la fortuna a la Casa Maza y,
en consecuencia, el bienestar para toda la
población del Real. La obra más importante
que se realizó bajo su dirección fue la
construcción del túnel Ogarrio, que en la
actualidad es la principal vía de acceso al
pueblo; se inauguró el 2 de abril de 1901 y
se le puso el nombre de Ogarrio en honor
al pueblo de España así denominado de
donde don Santos era originario. En 1910,
a causa de la Revolución, se suspendieron
los trabajos definitivamente y Real empezó a
despoblarse. En sus mejores tiempos vivieron
alrededor de 15000 personas; en 1910 los
habitantes eran menos de 1000, hasta que
lentamente bajaron a 250. Parecía que la
gran ciudad que había sido, ya era un lejano
recuerdo y las hermosas viviendas de antaño
se empezaron a convertir en suntuosas
ruinas llenas de fantasmas. Desde que se
acabó el negocio minero, empezó a hacerse
famosa la imagen de San Francisco de Asís,
que actualmente se encuentra ubicada en
un altar de la parroquia. Probablemente los
catorceños que emigraron, cada vez que
regresaban a su pueblo iban a encomendarse
a San Francisco, o mejor, como se le empezó
a llamar de cariño: a Panchito o el Charrito,
la imagen se volvió extremadamente popular
y milagrosa y así empezó la tradición de las
peregrinaciones. El 4 de octubre de cada
año, día del santo, eran miles los fieles
que acudían a hacerle visita y a pedirle sus
favores. Hasta el día de hoy, la tradición se
ha confirmado y la fiesta que antes duraba
un par de días, ahora se festeja por más de
un mes, desde el 20 de septiembre hasta
finales de octubre. Al mismo tiempo de esta
peregrinación de origen católica, hay otra
paralela y mucho más antigua de origen
pagana, que es la de los Huicholes que
llegan al bajío de Catorce para recolectar el
peyote, y al cerro Quemado para entregar las
sagradas ofrendas a sus dioses. Es el destino
de esta región ser un lugar de extracción, ya
sea de plata, más que la del peyote o la de los
fieles que acuden con el intento de llevarse la
bendición del Charrito y sus favores. Real es
un lugar lleno de una energía magnética y de
recursos inesperados; cuando parecía que
iba a quedar para siempre en el olvido por la
situación de la minería, se asió fuertemente a
su santo patrono que la salvó del abandono
total. Más tarde, en los años setentas, se hizo
famosa por el peyote y fue la meta de gente de
todo el mundo en búsqueda de revelaciones y
alucinaciones. Todavía al día de hoy un buen
porcentaje de visitantes vienen en búsqueda
del famoso cactus, con la esperanza de
que mejore sus vidas. La situación actual
del Real es de cambio y prosperidad. Entró
a formar parte de los “Pueblos Mágicos” de
México y goza de recursos y apoyos por
parte del gobierno. Actualmente la población
está formada por los descendientes de las
familias que no pudieron emigrar, cuando
la mayoría salió corriendo a distintas partes
de la república, también por extranjeros de
diferentes nacionalidades y mexicanos de
diversas entidades del país. La convivencia
en el pueblo, históricamente hablando,
siempre ha sido difícil. Poca gente con mucho
poder y dinero y la mayoría de la población
luchando para sobrevivir. Siempre ha sido
un lugar lleno de envidia, competitividad y
dolor. Ahora se está trabajando en un nuevo
Real, un pueblo mágico que pueda ser un
atractivo turístico para ser disfrutado por miles
de visitantes. Se están realizando grandes
inversiones, pero no siempre bien planeadas.
Al día de hoy Real de Catorce está pasando
por su tercer periodo de auge, que ya no es
minero, sino turístico. Después que de aquí
se llevaron de todo sin dejar absolutamente
nada, parece que ha llegado el momento a
que regrese a su lugar. Lejos de presenciar
su fin, Real está más fuerte que nunca y
empezando el nuevo siglo con los recuerdos
de su tiempo de esplendor y la esperanza que
en el futuro se manifieste el auge, la cultura y
el buen funcionamiento del pueblo.


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