Uno de esos personajes casi olvidados
de la historia es Guillén de Lampart,
William Lamport, Guillén Lombardo o
Lombardo de Guzmán, nació en Wexford,
Irlanda, el 25 de febrero de 1615 y murió
en la Ciudad de México, Nueva España,
el 19 de noviembre de 1659. Fue un
inmigrante, espía, conspirador, soldado,
revolucionario, erudito y poeta místico
irlandés, que llegó a la Nueva España,
donde planteó la independencia del
territorio diciéndose hijo natural de Felipe
III, encarcelado bajo los cargos de hereje,
apóstata, sectario, dogmatista, inventor
de nuevas herejías, fautor y defensor de
herejes, y que desde prisión defendió a los
judíos. Fue descubierto, enjuiciado por los
tribunales de la Inquisición y sentenciado
a morir en la hoguera.
El abuelo participó en la Batalla de Kinsale y transmitió a
su nieto ese mismo patriotismo y sus técnicas conspiratorias.
Realizó sus primeros estudios con los agustinos y
franciscanos en Wexford, más tarde fue educado por los
jesuitas en Dublín, estudiando retórica y latín. Viajó a Londres,
con el plan de estudiar matemáticas y griego, y estando allí
de estudiante fue condenado a muerte por escribir contra la
invasión de Irlanda, así que tuvo que abandonar los estudios
y huir por mar oyendo las historias de un marinero sobre las
injusticias contra los católicos bajo el gobierno tiránico de
Oliver Cromwell. Al llegar a Portsmouth, se enroló en otro
barco con patente de corso y durante varios meses participó
en asaltos y abordajes de piratas. Decidió abandonar esa
actividad y desembarcó en La Coruña cambiando su nombre
a Guillén Lombardo. Como muchos compatriotas, se enroló
en los llamados Gansos Salvajes de los Tercios de Flandes
y participó en las batallas de Nördlingen y de Fuenterrabía.
En 1640 viajó a la Nueva España en la comitiva del
virrey Diego López de Pacheco. Si bien envió un informe
al Conde-Duque de Olivares sobre las diversas corruptelas
que encontró en su gobierno, Lampart ocultaba la idea
de que ese territorio no debía pertenecer al rey Felipe IV,
pues consideraba que “ni era suyo, ni lo había conquistado
legítimamente”. En 1642 Lampart urdió un plan que
pretendía llevar a cabo al año siguiente en que, falsifi cando
documentos, se haría pasar por hijo natural de Felipe III, con
el propósito de usurpar el puesto del virrey para liberar a
indígenas, negros y mestizos.
Lampart había confi ado sus planes al capitán Felipe Méndez, pero este lo denunció ante la
Inquisición el 26 de octubre de 1642. Los
tribunales del Santo Ofi cio lo hallaron
culpable de practicar además hechicería
y hacer pacto con el Diablo. El caso llegó
a estudiarse por el Consejo de Indias y
llegó a oídos del rey, quien dejó obrar
en el asunto a la Inquisición. Al registrar
su casa le incautan diversos escritos
conservados en un baúl de Michoacán.
Entre ellos, la Propuesta al Rey Felipe IV
para la liberación de Irlanda, la Proclama
Insurreccional para la Nueva España, el
Pregón de los justos juicios de Dios, que
castigue a quien lo quitare y Regio Salterio.
El primero es el borrador de un
documento entregado por la nobleza
irlandesa a Olivares en el que los rebeldes
ofrecen a la Corona de Castilla hacer de
Irlanda un protectorado autónomo. En el segundo, propone
la emancipación de indios y esclavos de Nueva España
y su separación del imperio, lo que le convierte en un
tempranísimo precursor de la independencia de México.
Lampart encuentra un refl ejo de la situación de los irlandeses
despojados por los ingleses de su nobleza autóctona y de su
religión católica, condenados a la miseria, como los nativos
de América por los españoles. Eso explica su atrevimiento
para alzarse contra la Corona. Desempolva el debate
español del siglo XVI sobre la legitimidad de la Conquista y
concibe en solitario un nuevo régimen con la elevación de la
nobleza indígena al rango de la española, la liberación de los
esclavos y una igualdad de oportunidades que reaparecerá
posteriormente en los ideales de la independencia. Plantea
una insurrección, con un sistema de premios y castigos y
una visión de antiguo régimen, en la que lo importante es
la emancipación de los nobles indios, y de la cual él sería
príncipe y rey.[]
Tras ocho años de cautiverio, huyó de la cárcel inquisitorial
excavando un barrote de la prisión y clavó su Pregón de los
justos juicios de Dios, que castigue al que lo quitare (denuncia
de los crímenes de sus verdugos) en la catedral de México,
llegándolo a introducir en la cámara del virrey y divulgando
diversas otras copias, pero es apresado otra vez camino de
San Lorenzo de los Negros (hoy Yanga, en el Estado de
Veracruz), una población integrada por esclavos fugitivos o
cimarrones legitimado por el virrey Luis de Velasco en 1630.
Todavía intentó escapar una vez más, pero fue ejecutado en
la hoguera el 19 de noviembre de 1659.
Durante muchos siglos se le ha considerado un impostor,
un Don Juan. Hay muchas leyendas como que sedujo a la
virreina. Apodado El Zorro, que parece personaje de novela
(según algunos, es la base de la leyenda de ese héroe
novelesco) y de Martín Garatuza. Vicente Riva Palacio
escribió Memorias de un impostor. Guillén de Lampart, rey
de México, pero, quién fue este hombre, que por unas horas
logró huir de la cárcel de la Inquisición con el propósito
de reunirse con los esclavos fugitivos o cimarrones de
Veracruz, pero fue denunciado y devuelto a prisión. Su
fi gura ha sido relegada. Era irlandés, estuvo 17 años preso
por la Inquisición, resultó ser un poeta latino y un místico
que escribió unos 800 salmos en la cárcel (en telas que se
conseguía, preparaba la tinta con restos de cenizas, cacao y
otros materiales, y utilizaba plumas de gallina).

Llegó a la Nueva España en 1640 con
una misión como espía del conde-duque
de Olivares. “Su misión era proteger nada
menos que a los judíos. Guillén llegó con
esa idea, pero lo apresaron en 1642.
La Inquisición, que se adueñaba de los
bienes de los judíos sometidos a proceso,
dijo: ‘a este no lo dejamos’, lo agarraron
y no lo soltaron nunca. El rey de España
trató de liberarlo, que se lo mandaran a
él, y la Inquisición se negó. Hay todo un
expediente en el Vaticano sobre él, porque
hubo varios reyes de España que trataron
de liberarlo y no lo lograron.”
En prisión “defendió a los judíos que
morían a su alrededor en condiciones
atroces; pidió audiencia para decirlo
–era muy valiente–, y entonces sus
argumentaciones en la Inquisición eran
avanzadísimas en términos humanísticos”.
Vicente Riva Palacio lo reconoce
como miembro de una masonería proindependista,
del tipo de “los guadalupes”;
Lampart era una suma barroquísima de
misterios y secretos.
Así, Carlos Castaneda se inspiró en
las aventuras del legendario Guillén de
Lampart, quién algunas fuentes lo citan como un francmasón
que huyendo de la Inquisisición se refugió en México, y
contacto con brujos aborigenes, y aprendió las enseñanzas
de magia prehispánicas cuando llegó a México. Aunque
a decir verdad no existen las evidencias necesarias para
poder afi rmar que en realidad haya sido un francmasón.
La independencia mexicana fue posible dados los
impulsos liberales de afi rmación para la separación de
poderes entre Estado e Iglesia. Lampart fue un símbolo
liberal para los promotores de esta ideología precisamente
por afi rmar dicha separación en pleno periodo colonial, en
el que el catolicismo dominaba la totalidad de la vida de las
personas, desde su nacimiento hasta la muerte.
Hay una estatua –un hombre atado a un madero–
que se encuentra dentro de la columna del Ángel de la
Independencia. Es Guillén de Lampart, y es una de las
incógnitas de este personaje, el porqué se encuentra dentro
del mausoleo del monumento de la Independencia. A pesar
de que los historiadores no consideran a Guillén de Lampart
dentro de las acciones que puedan considerarse como un
antecedente del inicio del movimiento de independencia,
quizá tal vez porque Lampart era extranjero de origen
irlandés y de nada que tenía que ver con la
causa.
Hace tiempo se pretendió trasladar la
escultura de Lampart desde la columna de la
Independencia hasta el Museo Nacional de
Arte e integrarlo a la exposición denominada
“Herejías y nombres secretos”. Tras un
periodo abundante de ofi cios, persuasión,
autorizaciones y permisos, y tras el análisis
mediante placas de rayos X se encontró que
materialmente el traslado no se llevaría a
cabo. La escultura de Lampart se encuentra
anclada ni más ni menos que a la primera
piedra del monumento, la roca ancilar
o piedra angular. Símbolo fundamental,
además, para la tradición masónica, en
donde la piedra angular se concibe como
el origen de toda la construcción cósmica.
La primera piedra es el símbolo de una
fundación a partir de la cual todo comienza.
Y al menos en el monumento que
conmemora el surgimiento de México como
país independiente, Lampart se encuentra
unido a la nación que heredamos del pasado;
nación consolidada por aspiraciones liberales
y anhelos de emancipación. Pero lo cierto
es que la estatua de Guillén de Lampart se
encuentra atado al cadalso de forma que
parece custodiar los restos mortales de los
insurgentes y ha sido motivo de controversia
por la existencia de dicha estatua.
Fraternalmente
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra Casillas
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