¿A qué sabe el omelett?
Pues a huevo; tiene huevo.
¿Es verdad que la gallina es la mamá de los pollitos?
Con razón camina tan presumida.
Haciendo alusión a la frase de un personaje de la tele,
ése que dice: ¡que alguien me explique! Me hace pensar (oh,
qué milagro) en unas cuestiones acerca de los huevos y su
entorno.
Hablo de los huevos de gallina, pilar en la alimentación de
los mexicanos.
Las fechas se pierden en los tiempos y la mente divaga
en un mar de dudas e incertidumbres, pero hace algunos
meses, no sé cuantos, se dió el caso de una gripe aviar o
alguna enfermedad que afecta directa y mortalmente a las
ponedoras.
Muchos medios en todo el país dieron la noticia que en
los Altos de Jalisco se originó una epidemia que causó que
alrededor de cinco millones de gallinas dejaran de respirar,
comer, moverse y por supuesto, poner huevo.
Claro, esa mortandad ocasionó un baja muy sensible en la
producción y abasto para la población, por lo cual, consecuencia
lógica, el precio se disparó a niveles estratósféricos dando
otro golpe a la ya de por sí raquítica economía popular. El
salario mínimo se hizo sentir más mínimo.
Pero; hay algunos aspectos que mi mente, pobre de
entendederas no alcanza a comprender. De verdad que poco
sé de negocios y de cosas esas como oferta y demanda que
regulan los precios, especialmente de los productos básicos.
Uno de esos aspectos es que cinco millones de gallinas
no son poca cosa. He tratado de imaginarlas todas juntas,
apiladas, tiesas y frías como témpano y el viento alteño
desprendiendo sus plumas causando una alfombra que cubre
buena parte de esta región simulando una nevada plumífera.
¿Cuánto bulto harán esas gallinas? ¿Tal vez el tamaño de
una montaña de tamaño regular o al menos como el cerro del
Támara?
Los que vivimos en esta región súper campeona de la
producción nacional de huevos, debimos ver al menos en una
ocasión, algún transporte que llevara esas gallinas a algún
lugar para su desecho final o, ¿qué se hizo con esas gallinas?
¿Las cremaron? Debió ser una humareda grandísima con
sus correspondientes fuertes olores característicos.
¿Las enterraron? Debió ser un hoyo como cráter de
asteroide en tiempos de los dinosaurios.
¿Las reciclaron convirtiéndolas en alimento para otros
animales?
Quién sabe. Los noticieros no fueron tan espléndidos con
la información, pero al menos a mí, que viajo bastante, no me
tocó nunca ver un vehículo que llevara esas gallinas muertas
a algún lugar. Solamente digo que a mí no me tocó ver, ¿eh?
También algunos medios publicaron que una vez controlada
la epidemia, transcurridos algunos meses, los productores
recibieron una muy justa ayuda gubernamental para resarcir
en algo sus pérdidas. Qué bueno, porque la producción de
alimentos no se puede detener y en casos así, papá gobierno
debe ayudar. Tá güeno.
Pero. Otro pero. Si ahora ya el gremio está de nuevo en
bonanza y en marcha… ¿cómo diablos es que el precio de los
blanquillos no baja?. Se mantiene en el corazón de la zona
productora por excelencia en el precio promedio de $ 25.oo
cada vez más devaluados pesos y su poder adquisitivo.
Yo nomás pregunto porque no sé. Quizá sea posible que
el pueblo nuevamente pueda afirmar que un huevo cuesta un
peso… y que un peso… no alcanza para un huevo.
Al momento de escribir esto, el limón ya lo encontré al
precio de 8.90 el kilo. Precio ahora razonable, pero… en día
pasados se necesitaban algo más de cuarenta pesos por un
puñado de limones más secos que mi imaginación y más
chicos que mis… ojos. Hombre, se volvió artículo de lujo. Se
entiende que en casos de plagas, esto suceda, pero luego que
comenzó a controlarse la producción, escuché un anuncio en
los medios que los algunos productores iban a suspender el
corte, con la intención de mantener alto el precio y garantizar
sus utilidades. No se vale; hay que entrarle a la duras y a las
maduras.
Hay un medio infalible para que los precios bajen;
dejar de comprar lo que parezca tener precios excesivos o
abusivos. Es impensable que un mexicano tome alimentos o
su tequilita sin limón, pero se puede vivir sin tomar limón. Al
cabo será temporal, nomás tantito hombre.
Bueno, el caso es que tenemos que comer y si tenemos
hambre debemos pagar los alimentos a como estén, a huevo.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hdez.
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. del 2014
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