domingo, noviembre 02, 2014

Mal acostumbrase a lo bueno

Pardeando la tarde, los tonos azules, naranjas y escarlatas del horizonte alteño dan paso a los tonos grises de una benéfica y refrescante lluvia abundante en Jalos. 
Un derechohabiente del IMSS acude a su clínica para recoger una carta de traslado, solicitada por escrito con la anticipación señalada por las propias autoridades administrativas, habiendo presentado toda la documentación necesaria y en los horarios acostumbrados; en fin, como mandan los cánones. 
Muy sonriente y saludador con todos quienes se encontraban en la pequeña sala de espera, esperaba a su vez el turno de que le atendiese el joven que en ese momento (iba a decir atendía), trabajaba en el banquillo recibiendo las diferentes solicitudes de servicios tendientes a mejorar la salud de quienes tenemos la fortuna de contar con esa institución de seguridad social. 
Lejos estaba de imaginar el insignificante (al menos para el empleado) derechohabiente que su buen humor se desvanecería en un instante ante la negativa absurda de quien debería entregarle el menciondo documento, indispensable para que su pacientita recibiese la atención médica en un hospital de Guadalajara. 
El empleado, creo que se llama Josué Benjamín Martínez, le negó la entrega del dichoso papelito, exigiendo con palabras autoritarias, tonos prepotentes y aires de superioridad la presentación del tarjetón, identificación oficial, solicitud firmada por el médico correspondiente y copia de la solicitud escrita de la importante carta (no se hace copia de la solicitud). 
Pacientemente y aún con la sonrisa, explica al de la ventanilla que ya presentó todo eso a la institución y que solamente viene a recoger la carta y no a solicitar su elaboración, pidiendo que verifique en su sistema cibernético (computadora, pues) la autenticidad de la solicitud y la veracidad de la cita. El imberbe joven, impertérrito ofende la inteligencia del solicitante diciendo que no es posible hacerlo, pues el sistema no se lo permite (por las enfermedades crónicas de su paciente, ha solicitado y recibido decenas de cartas en los recientes meses). 
Incrédulo, el derechohabiente acaba de notar a través del cristal que separa su mundo del mundo de la farmacia y servicios correspondientes, que su documento se encuentra a unos 70 centímetros a la izquierda de su interlocutor, sobre un escritorio y entre un grupo de cartas de la misma naturaleza. Aún con calma, le hace el señalamiento de que ahí están las cartas; que solamente estire su brazo, tome los documentos y le entregue el que ya previamente solicitó. 
La negativa fué permanente y autoritaria; no se dignó siquiera volver la cara para ver al escritorio y exigiendo toda esa documentación, aduciendo que como él no había recibido la solicitud, no podía entregar nada pues él no vió la documentación. 
El derechohabiente le hizo saber que su actitud no concordaba con la actitud mayoritaria de servicio del personal de la institución. Le dijo: usted labora en una institución excelente, pero su actitud trata de manchar el trabajo de todos sus compañeros y no lo conseguirá. 
A algo se ha de atener el joven, pues al decirle que se iba a reportar su actitud ante la dirección, dijo con un aire de autosuficiencia que lo reportara donde quisiera, si deseaba hasta en la delegación, que al fin no pasaría nada. 
El pobre derechohabiente hubo de retirarse entre la penumbra de una pertinaz llovizna, sin su documento y cargando sobre su espalda y corazón el peso de la humillación de un joven a quien se le otorgó un pequeño poder, que en determinadas circunstancias puede llegar a ser asunto de vida o muerte ante la negativa de atención. 
Por fortuna para los derechohabientes de Jalos, acostumbrados al excelente espíritu de servicio del añorado Cuco Alvarado quien por ahora cumple otras funciones en la administración municipal, contamos con la no menos intensa forma de servir de Fernando Padilla, que se ha ganado a pulso el cariño y el afecto de quienes vemos en él no a un empleado del IMSS, sino a un amigo pues es el trato que nos da. 
El joven que según su actitud busca la forma de no servir, ha expresado a otros derechohabientes, que los de Jalos estamos mal acostumbrados. 
Y yo me pregunto: ¿ dar un buen servicio es una mala costumbre? 
Si esa es su opinión de verdad, algo anda mal. 
¿Será quizá que los mandos ejecutivos o el propio sindicato del IMSS solape, proteja y hasta encubra esta clase de actitudes? En lo personal, no lo creo. Creo respetuosamente que no utilizamos los canales adecuados para expresar las inconformidades, quizá por ignorar los medios o protocolos para ello, pero de que los hay los hay. 
Confío que si manifestamos adecuadamente nuestras necesidades e inconformidades por los medios apropiados, éstas serán atendidas y estudiadas, sobre todo si son numerosas y no nos quedamos callados. 
Así como depositamos la confianza en el médico y nos ponemos en sus manos, debe ser la confianza en los mandos administrativos haciendo de su conocimiento tanto las inconformidades y necesidades, como las atenciones satisfactorias, que las hay... y muchas. 
El trabajo de una persona no puede manchar los logros y resultados de toda una institución de servicio. 

Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández 
chalo2008jalos@hotmail.com 
Jalostotitlán, Jal. del 2014

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