sábado, diciembre 13, 2014

Historia de la Salvación, libro de los números

Por Javier Contreras

Las trompetas de plata 
Después de las normas de vida dadas por Dios al pueblo de Israel en el Monte Sinaí, le dijo Dios a Moisés que hiciera dos trompetas de plata para con ellas convocar a reunión al pueblo o darle órdenes para marchar, para acampar o para ir a la guerra; para tocar en las fi estas y para tocar en las ceremonias de Dios. 
Núm 10: 1-10 

Dios da del espíritu que había en Moisés, a setenta ancianos 
Después le dijo el Señor a Moisés que le seleccionara a setenta ancianos y se los trajera a la puerta del tabernáculo de reunión, y que Él descendería y tomaría del espíritu que había puesto en Moisés y lo pondría en ellos; y así, ellos le ayudarían a gobernar al pueblo. Así se hizo, y cuando Dios puso en ellos su Santo Espíritu, ellos se pusieron a profetizar. Habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. 

Espías a la tierra prometida 
Envió Moisés a un hombre de cada tribu a reconocer la tierra prometida por Dios, a la que ya iban a entrar. Ellos fueron y la recorrieron durante cuarenta días. La encontraron espléndida y se dieron cuenta que de ella, realmente fluía leche y miel. Sus frutos eran tan buenos, que cortaron un racimo de uvas y lo tuvieron que cargar entre dos personas. Cuando mostraron esto a su pueblo, diez de los espías, dijeron que los habitantes de aquella tierra eran gigantes, puesto que comían tan grandes uvas y todo el pueblo tuvo miedo de ir a Canaán. Dos de los que habían ido a espiar, que se llamaban Caleb y Josué, les recordaron a los israelitas que no tuvieran miedo y que confi aran en que el Señor les ayudaría a derrotar a aquel pueblo, (como les había ayudado antes con los egipcios), aunque fueran de verdad gigantes; pero la gente tenía tanto miedo, que pensaron mejor en apedrear a los que los invitaban a confi ar en el Señor y regresarse cuanto antes a Egipto. Entonces Dios se enojó por la falta de fe de su pueblo, después de tantas señales milagrosas que había hecho, y les dijo que de castigo, ninguno de ellos llegaría a la tierra prometida, y que así como los espías reconocieron la tierra por cuarenta días, el pueblo vagaría por el desierto durante cuarenta años; sólo Caleb, Josué y sus descendientes que sí confi aron en la protección de Dios, entrarían a la tierra prometida. 
Núm 13 y 14 

La rebelión de Coré 

Tiempo después, Coré, Datán, Abiram y On se unieron con otros doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel y se rebelaron contra Moisés y Aarón porque no querían que sólo ellos fueran los jefes, y se pusieron a ofrecer sacrifi cios por su cuenta, sin que Dios los hubiera seleccionado para hacerlo. Moisés siempre fue muy humilde, pero por orden del Señor les dijo que les iba a mostrar que Dios los había escogido a él y a su hermano para dirigir y que no lo hacía por su cuenta; entonces se abrió la tierra que estaba debajo de los jefes de los rebeldes y cayeron en ella; también salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso. Este suceso quedó como recuerdo permanente, para que todos sepan que nadie que no haya sido seleccionado por Dios para conducir a otros hacia Él, se ponga por su cuenta a hacerlo, si Dios no se lo ha indicado. 

La vara de Aarón florece 
Luego habló Dios a Moisés y le dijo que tomara una vara por cada tribu de Israel y anotara en cada vara el nombre de la tribu; luego las pondría en el tabernáculo. Y sucedió que la vara de Aarón de la casa de Leví reverdeció, echó flores, retoños, y produjo almendras. Todos vieron la vara reverdecida y supieron que efectivamente Dios había escogido a la tribu de Leví para ser sus guardianes y sacerdotes. La vara se guardó como recuerdo permanente de la selección que había hecho Dios de la tribu de Leví, para que fueran sus sacerdotes. 
Núm 17 

La serpiente de bronce 
En otra ocasión, hubo personas que se enfadaron por la monotonía del desierto y de la comida y
empezaron a murmurar contra Dios y contra Moisés, porque los habían sacado de Egipto y andaban por el desierto. Entonces Dios envió serpientes venenosas que mordieron y mataron a muchos. Entonces las personas vinieron a decirle a Moisés que habían murmurado contra él y contra Dios y que las serpientes los estaban atacando, le pidieron perdón y le dijeron que pidiera ayuda a Dios. El Señor le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y que la colgara en un palo para que todos la vieran y que cuando alguien fuera mordido por una serpiente, volteara a verla y se salvaría. Y así sucedió: todo el que se quería salvar de la muerte por mordedura de víbora, volteaba a ver la serpiente de bronce colgada del madero, y se salvaba. 
Núm 21:4-9 

La burra de Balaam 

Tiempo después, los hijos de Israel acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó. Y Balac que era entonces rey de Moab, viendo que iba a entrar en guerra con Israel, envió mensajeros a Balaam y le dijo: maldíceme este pueblo, para que yo le pueda ganar en la guerra. Y se fue Balaam en su burra hasta el campo de batalla, pero el ángel de Jehová se puso en el camino para detenerlo. Iba, pues, Balaam montado sobre su asna, y la burra vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó la burra del camino, y se fue por el campo. Entonces golpeó Balaam a su burra para hacerla volver al camino. Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro.
Y viendo la burra al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla. Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda. Y viendo la burra al ángel de Jehová, se echó y ya no quiso caminar; y Balaam se enojó y azotó a la burra con un palo. Entonces Jehová abrió la boca a la burra, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, porqué me has azotado estas tres veces? Y Balaam respondió a su burra: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora mismo te mataría! Y la burra dijo a Balaam: ¿No soy yo tu burra? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado irme por un lugar diferente al que tú me conduces? Y él respondió: No. Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu burra estas tres veces? Yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. Tu burra me ha visto, y se ha apartado de delante de mí estas tres veces; y si no se hubiera apartado ella de mí, yo te hubiera matado a ti, y a ella la hubiera dejado viva. Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré y no maldeciré a Israel. Entonces se levantó Balaam y se fue. 

Josué es designad o como sucesor de Moisés 
Jehová dijo a Moisés: Sube a este monte Abarim, y verás la tierra que he dado a los hijos de Israel. Y después que la hayas visto, tú también serás reunido a tu pueblo, como fue reunido tu hermano Aarón. Entonces respondió Moisés a Jehová, diciendo: Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.
Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él; y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos. Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación. Y Moisés lo puso ante el sacerdote y este puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés.

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