Por José Alvarado Montes
El nombre prehispánico de San Juan fue Mazatitlan
lugar de venados o entre venados.
Una vida es una historia y toda historia es una vida.
A los interesados en la historia, siempre está corriendo
tras ella y cuando parece que ya la tiene aparecen nuevas
pistas, otros documentos, y una vez más comienza la carrera
para alcanzar el fin.
En todo México los habitantes indígenas de diferentes
etnias lo mismo que campesinos o ejidatarios cargan
una cadena deprimente de miseria, victimas del robo y la
explotación de los poderosos, mas siguen con su arcaica
costumbres de sus muertos la exagerada embriaguez.
Adornamos a los indígenas muertos y despreciamos a los
vivos.
En 1592 hubo una peste {se desconoce el nombre} que
cobro la vida de la sexta parte de la población indígena {en
ese año comenzó la Guerra del Mixton de los Penoles} Los
misioneros trabajaron en la construcción de hospitales donde
atendían a los contagiados y construyeron Modestas iglesias
con imágenes para su culto, se fundaron las cofradías de
Nuestra Señora y la del Santo nombre de Jesús Sostenidos
por terratenientes. La población sufrió otras pestes {de las
que después trataremos.
En no pocas ocasiones la ignorancia, la desidia, la guerra
los siniestros y la ignorancia han ocasionado la perdida de
archivos oficiales o religiosos ha dificultado y tardado por
años las investigaciones.
Con la llegada de los conquistadores montados a caballo
y con armas de fuego, todo cambio; cambio la forma de vestir,
la religión, la forma de comer, las tradiciones, la forma de
hablar, nuestros cantos, nuestra música, nuestras danzas,
en fin nuestras vidas, venían por oro.
Hasta los palos del campo tienen sus destinación,unos
nacen para Santos otros para hacer carbón.
En el siglo XIX ya México independiente de España
llegaron las nieves de Italia, la pasteleria de Francia, las
cervezas de Alemania, los cortes de carne de los Estados
Unidos, estos productos era para los ricos, los pobres
seguían con su misma dieta y hambre.
La ciudad no contaba con luz eléctrica, el hielo se
empacaba en costales de ixtle y virutas de madera.
En las arenas del rio se hacía un hoyo y lo enterraban
para su conservación.
Hasta hace poco tiempo los vecinos de San Juan
rivalizaban entre sí en ornamentación, cuidado y limpieza de
sus calles y casas.
La iglesia desempeñaba hace años un papel de indudable
significación estaba el cura para guiar el rebano por el buen
camino: allí estaba para hablar a los desdichados, a los
miserables, a los hambrientos, de la resignación cristiana, de
las delicias que les esperaban en el cielo. Al mismo tiempo los
tormentos del infierno a los desobedientes, a los renegados
que no aceptaban con humildad su cruz y las ordenes de los
ricos.
Contaban los bisabuelos que en las haciendas eran de
gran importancia la tienda de raya ahí se les vendía el jabón,
el maíz, el frijol, las mantas, el aguardiente y todo lo que
necesitaran, el peón y a su familia a precios más altos y de
mala calidad, el jornal se pagaba con mercancía y solo de
vez en cuando con moneda de uso legal 25 o 30 centavos.
En la tienda de raya se llevaba una minuciosa cuenta de
su deuda al peón esta pasaba de padres a hijos y jamás
podrían pagarla entre otras cosas porque las necesidades
elementales del peón y su familia no podían pagarse con
su mísero salario; al patrón le convenían los peones
endeudados que así tenia brazos seguros para el trabajo por
eso al estallar la Revolución se cometieron muchos excesos
y se rego mucha sangre, el rencor y las ansias de venganza
eran muchas.
El trabajo personal o de grupo es ninguneado, criticado,
envidiado y condenado no por desconocidos si no por los
que nos rodean, pero ya se escribió alguna vez CRITIQUEN
VIBORAS.
En el siglo XVIII las principales ocupaciones de los
habitantes de San Juan eran los tejidos de seda, de algodón
y lana, las tenerías que curtían cueros y vaquetas, los
canteros, albañiles y peones.
Nadie escapa wa su destino somos lo que queremos ser
y se sufre lo que somos.
Pelear no es nada bueno, pero hay que pelear para ganar.
Anteriormente los domingos en la población eran días de
plaza, llegaba la gente de rancho a oír misa, comprar sus
habios, tomar tequila, y pelear con la policía, en los mesones
se hospedaban viajeros, visitantes y sus bestias de carga o
de montar.
En la historia, leyendas y mitos, contienen múltiples
interrogantes, cuyas respuestas, no son siempre del todo
claras como deberían ya que en estas hay elementos
disparejos completamente entrelazados y utilizados por las
corrientes del poder en su propio beneficio.
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