Por (Felipe Hermosillo Padilla)
Extraña, repentina y muy comentada
fue la muerte del Sr. Obispo Tristán.
Chicago, Illinois; septiembre del 2014.-
el 7 de agosto de 1792 fallece el Sr. Obispo
Fray Antonio Alcalde y Barriga, encargado
de la diócesis de Guadalajara. Dos años
mas tarde, fue electo obispo de Guadalajara
el Ilmo. Sr. Don Lorenzo Esteban Tristán,
que gobernaba la diócesis de Durango; y
se puso poco después en camino para
Guadalajara, teniendo que pasar por San
Juana, que era entonces el transito para la
ciudad de Guadalajara, en aquel entonces
capital de la Nueva Galacia.
Desde que pasó por san Juan el
conde de Santa Rosa que iba por encargo del
cabildo de Guadalajara a traer al Sr. Tristán,
el Sr. capellán de Portillo, asociado de los
otros capellanes del santuario, se aseó la
finca llamada casa episcopal (“hoy casa de
la cultura”),- al oriente de las casas reales
–y se colocaron en ellas todos los muebles
que se estimaron necesarios para el objeto;
se hicieron dos doseles, uno que serviría en
el templo y otro en la casa donde debería
hospedarse el ilustrísimo viajero; y se excitó
al párroco y vecindario del pueblo y de los
ranchos de la jurisdicción, para cooperar al
mejor recibimiento que se le quería hacer
al mencionado prelado. la llegada a San
Juan fue cuando comenzaba a hacer el
novenario a la santísima virgen, con cuyo
motivo, tuvo tambièn permanecer algunos
días en la población y dirigir un sermón a
los fieles el día de la festividad. estuvo
muy contento su señoría en San Juan,
hospedado como se había dicho, en la casa episcopal, donde se le dio por recamara
la pieza de los altos, ubicada junto a las
casas reales, por asistencia la que sigue al
poniente sobre el zaguán con balcón a la
calle, y por oratorio, la sala grande que esta
enseguida de las anteriormente referidas
y tienen balcón tambièn para la plaza, por
la mañana pocas horas después de la
salida del sol, y por la tarde, poco antes
de la puesta de dicho astro permanecía,
el ilustrísimo señor, contemplando desde
la puerta de su asistencia en el balcón
el continuo movimiento de la multitud
extraordinaria que asistió en ese año a
la fiesta, la cual ya era designada con el
nombre de feria por toda la gente. Dispuso
el señor en vista de que un grandísimo
numero de personas
hacían remolino en
el atrio, sin poder
penetrar al templo,
que se instalara un
altar provisionalmente
en el atrio, junto al
muro del lado norte,
como efectivamente
se instaló, y que ahí
se celebrara el santo
sacrificio de la misa,
para que las personas
que no podían
penetrar al santuario,
no carecieran del
beneficio inestimable
que resulta de asistir
a la celebración del
divino sacrificio. Su
señoría hizo una
invitación a los españoles concurrentes a la
fiesta, para obsequiarlos con un banquete;
pero antes del día señalado para tal objeto,
fue sorprendido por la muerte en su mismo
alojamiento, en la madrugada del día 10
del mismo mes de diciembre siendo las 2
horas.
La muerte muy comentada del señor
obispo Tristán:
“Dice el diccionario de historia y
geografía- concurrieron circunstancias que
entiendo merecen muy bien la conservación
de su recuerdo”.
El obispo llego ligeramente indispuesto
a San Juan de los Lagos, yendo de camino
para tomar posesión de
su sede. Por tal motivo se
determinó a hacer una parada,
esperando reponerse pronto.
Tres o cuatro días después
recibió correspondencia, y
cuando hubo concluido su
lectura llamo a don Pedro
Millán Rodríguez, entonces
su familiar, y le previno que
quemara dos cartas que
le entrego. el señor Millán
quiso salir del aposento para
ejecutar la orden, pero el
obispo lo detuvo, ordenándole
lo hiciera en su presencia. Era
de noche, el obispo estaba
recargado en su cama, y
frente de el había una mesa
en la que estaba una vela.
Esto excitó vivamente la
del familiar, y para satisfacerla,
se coloco de manera que le
fuera posible verlas durante la
operación. Al efecto partió por
el dobles una de las cartas, y
quemando lentamente una de
sus mitades, leyó rápidamente
la otra carta y en seguida quemo
la mitad sobrante, haciendo
de modo que el obispo juzgó
quemadas ambas. En esa
misma noche o el día siguiente,
equivocando el domestico, que
lo asistía los medicamentos, le
administró como bebida el receto
para friegas, causándole la
muerte en varias horas.
El señor Millán había
guardado y guardó el más
completo silencio sobre el
incidente y contenido de la carta guardada
del incendio. Estaba una noche del año
1818, según recuerdo, en una tertulia con
varios amigos, de los cuales viven algunos
en posesiones respetables, y siendo ya
entonces canónigo de Durango, entro
otro comunicado “la lamentable noticia
de la muerte del p. rojitas así apellidaban
vulgarmente, a un religioso guadalupano
de Zacatecas, cuyo nombre no recuerdo.
Universalmente estimado y respetado
por su afamilidad y eminentes virtudes
apostólicas. Notose que la nueva causó
una profunda impresión en el señor Millán,
quien por varias veces si sobre ella no
cabía duda alguna, como quien tenia un
gran interés en cerciorarse de la verdad del
hecho”.
“Asegurado de él, se levanto
silenciosamente, y a poco buscar saco un
papel que puso en manos de uno de los
concurrentes, excitándole a leerlo en alta
voz. Era una carta escrita toda de la letra
del padre rojitas, creo que desde la serranía
de tarahumara, donde estaba de misionero,
dirigida al Sr. Tristán, anunciándole su
próxima muerte para que dispusiera sus
cosas. Esta era tambièn la carta que escapo
del incendio de San Juan de los Lagos”.
“He visto la carta que se conservó
en poder de una familia respetable de
Durango, hasta hace poco tiempo, que
según entiendo, pasó al colegio de
Guadalupe Zacatecas; he hablado del
suceso que le dio publicidad y con un
sobrino del conde de Santa Rosa, que vive,
y que oyó referir muchas veces a su tío los
pormenores de la trágica muerte del Sr.,
Tristán. El conde de Santa Rosa había ido
a Durango, en comisión por el cabildo de
Guadalajara, para conducir y acompañar a
su prelado. La desempeñó hasta el último
momento, haciendo la entrega del cadáver.
- rmz”.
El contenido de la carta del reverendo
padre d. fr. José María Rojas, fallecido en
honor de santidad muchos años después
del acontecimiento, es como sigue: Ilmo. Sr.
y amantísimo padre: aunque tenia pensado
cumplir con la presente obligación de hijo
mas reconocido, participándole a v.s.i. mi
llegada a la misión de mi
destino que es Satevo
y no Vasonopa, como
había dicho a v.s.i.; me
veo precisado a tomar
la pluma a un antes de
llegar, porque ya no puedo
resistir a Dios Nuestro
Señor que desde el tiempo
que v.s.i. se hallaba en
el fresnillo, me anda
ordenando participe a
v.s.i. el aviso de su muerte
y dispensando v.s.i. la
tardanza que he tenido en
esto por las dificultades
que encontraba en dar
noticias de esta calidad, a
una persona del carácter
v.s.i. disponga las muchas
y grañidísimas cuentas que tiene que darle,
porque no esta lejos la hora en que ha de
venir su majestad a tomarlas, aunque no
quiere que exprese v.s.i. día fijo que ha de
ser. yo conozco que v.s.i. no extrañara que
Sr. le manifieste su voluntad por medio de
un sujeto tan ignorante y tan malo como yo;
pues aunque ceda en malicia de los mismos
demonios, su majestad puede hacer por su
designación lo que guste y así solo pido ha
v.s.i. que quede esto sepultado en los senos
de su prudencia, ínterin yo pido a mi madre
y Sra. del Refugio, llene a v.s.i. de sus
bendiciones y le asista con particularidad
en la hora de su muerte.- ciénega de los
Olivos, nov. 17 1794.- Ilmo. y Rvmo. b.l.p. a
c.v. Ilma. su mas obediente súbdito llamado
hijo, siervo y capellán.- fraile José María
Rojas- Ilmo. Sr. Dr. don Esteban Lorenzo de
Tristán ”
Datos tomados del ilustre historiador
sanjuanense Profesor Don Pedro Ma.
Márquez.
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