sábado, diciembre 13, 2014

Recordando un poco nuestro historia

Por (Felipe Hermosillo Padilla)

Extraña, repentina y muy comentada fue la muerte del Sr. Obispo Tristán. 

Chicago, Illinois; septiembre del 2014.- el 7 de agosto de 1792 fallece el Sr. Obispo Fray Antonio Alcalde y Barriga, encargado de la diócesis de Guadalajara. Dos años mas tarde, fue electo obispo de Guadalajara el Ilmo. Sr. Don Lorenzo Esteban Tristán, que gobernaba la diócesis de Durango; y se puso poco después en camino para Guadalajara, teniendo que pasar por San Juana, que era entonces el transito para la ciudad de Guadalajara, en aquel entonces capital de la Nueva Galacia. 
Desde que pasó por san Juan el conde de Santa Rosa que iba por encargo del cabildo de Guadalajara a traer al Sr. Tristán, el Sr. capellán de Portillo, asociado de los otros capellanes del santuario, se aseó la finca llamada casa episcopal (“hoy casa de la cultura”),- al oriente de las casas reales –y se colocaron en ellas todos los muebles que se estimaron necesarios para el objeto; se hicieron dos doseles, uno que serviría en el templo y otro en la casa donde debería hospedarse el ilustrísimo viajero; y se excitó al párroco y vecindario del pueblo y de los ranchos de la jurisdicción, para cooperar al mejor recibimiento que se le quería hacer al mencionado prelado. la llegada a San Juan fue cuando comenzaba a hacer el novenario a la santísima virgen, con cuyo motivo, tuvo tambièn permanecer algunos días en la población y dirigir un sermón a los fieles el día de la festividad. estuvo muy contento su señoría en San Juan, hospedado como se había dicho, en la casa episcopal, donde se le dio por recamara la pieza de los altos, ubicada junto a las casas reales, por asistencia la que sigue al poniente sobre el zaguán con balcón a la calle, y por oratorio, la sala grande que esta enseguida de las anteriormente referidas y tienen balcón tambièn para la plaza, por la mañana pocas horas después de la salida del sol, y por la tarde, poco antes de la puesta de dicho astro permanecía, el ilustrísimo señor, contemplando desde la puerta de su asistencia en el balcón el continuo movimiento de la multitud extraordinaria que asistió en ese año a la fiesta, la cual ya era designada con el nombre de feria por toda la gente. Dispuso el señor en vista de que un grandísimo numero de personas hacían remolino en el atrio, sin poder penetrar al templo, que se instalara un altar provisionalmente en el atrio, junto al muro del lado norte, como efectivamente se instaló, y que ahí se celebrara el santo sacrificio de la misa, para que las personas que no podían penetrar al santuario, no carecieran del beneficio inestimable que resulta de asistir a la celebración del divino sacrificio. Su señoría hizo una invitación a los españoles concurrentes a la fiesta, para obsequiarlos con un banquete; pero antes del día señalado para tal objeto, fue sorprendido por la muerte en su mismo alojamiento, en la madrugada del día 10 del mismo mes de diciembre siendo las 2 horas. 

La muerte muy comentada del señor obispo Tristán: 

“Dice el diccionario de historia y geografía- concurrieron circunstancias que entiendo merecen muy bien la conservación de su recuerdo”. El obispo llego ligeramente indispuesto a San Juan de los Lagos, yendo de camino para tomar posesión de su sede. Por tal motivo se determinó a hacer una parada, esperando reponerse pronto. Tres o cuatro días después recibió correspondencia, y cuando hubo concluido su lectura llamo a don Pedro Millán Rodríguez, entonces su familiar, y le previno que quemara dos cartas que le entrego. el señor Millán quiso salir del aposento para ejecutar la orden, pero el obispo lo detuvo, ordenándole lo hiciera en su presencia. Era de noche, el obispo estaba recargado en su cama, y frente de el había una mesa en la que estaba una vela. Esto excitó vivamente la del familiar, y para satisfacerla, se coloco de manera que le fuera posible verlas durante la operación. Al efecto partió por el dobles una de las cartas, y quemando lentamente una de sus mitades, leyó rápidamente la otra carta y en seguida quemo la mitad sobrante, haciendo de modo que el obispo juzgó quemadas ambas. En esa misma noche o el día siguiente, equivocando el domestico, que lo asistía los medicamentos, le administró como bebida el receto para friegas, causándole la muerte en varias horas. 
El señor Millán había guardado y guardó el más completo silencio sobre el incidente y contenido de la carta guardada del incendio. Estaba una noche del año 1818, según recuerdo, en una tertulia con varios amigos, de los cuales viven algunos en posesiones respetables, y siendo ya entonces canónigo de Durango, entro otro comunicado “la lamentable noticia de la muerte del p. rojitas así apellidaban vulgarmente, a un religioso guadalupano de Zacatecas, cuyo nombre no recuerdo. Universalmente estimado y respetado por su afamilidad y eminentes virtudes apostólicas. Notose que la nueva causó una profunda impresión en el señor Millán, quien por varias veces si sobre ella no cabía duda alguna, como quien tenia un gran interés en cerciorarse de la verdad del hecho”. 
“Asegurado de él, se levanto silenciosamente, y a poco buscar saco un papel que puso en manos de uno de los concurrentes, excitándole a leerlo en alta voz. Era una carta escrita toda de la letra del padre rojitas, creo que desde la serranía de tarahumara, donde estaba de misionero, dirigida al Sr. Tristán, anunciándole su próxima muerte para que dispusiera sus cosas. Esta era tambièn la carta que escapo del incendio de San Juan de los Lagos”. 

“He visto la carta que se conservó en poder de una familia respetable de Durango, hasta hace poco tiempo, que según entiendo, pasó al colegio de Guadalupe Zacatecas; he hablado del suceso que le dio publicidad y con un sobrino del conde de Santa Rosa, que vive, y que oyó referir muchas veces a su tío los pormenores de la trágica muerte del Sr., Tristán. El conde de Santa Rosa había ido a Durango, en comisión por el cabildo de Guadalajara, para conducir y acompañar a su prelado. La desempeñó hasta el último momento, haciendo la entrega del cadáver. - rmz”. 
El contenido de la carta del reverendo padre d. fr. José María Rojas, fallecido en honor de santidad muchos años después del acontecimiento, es como sigue: Ilmo. Sr. y amantísimo padre: aunque tenia pensado cumplir con la presente obligación de hijo mas reconocido, participándole a v.s.i. mi llegada a la misión de mi destino que es Satevo y no Vasonopa, como había dicho a v.s.i.; me veo precisado a tomar la pluma a un antes de llegar, porque ya no puedo resistir a Dios Nuestro Señor que desde el tiempo que v.s.i. se hallaba en el fresnillo, me anda ordenando participe a v.s.i. el aviso de su muerte y dispensando v.s.i. la tardanza que he tenido en esto por las dificultades que encontraba en dar noticias de esta calidad, a una persona del carácter v.s.i. disponga las muchas y grañidísimas cuentas que tiene que darle, porque no esta lejos la hora en que ha de venir su majestad a tomarlas, aunque no quiere que exprese v.s.i. día fijo que ha de ser. yo conozco que v.s.i. no extrañara que Sr. le manifieste su voluntad por medio de un sujeto tan ignorante y tan malo como yo; pues aunque ceda en malicia de los mismos demonios, su majestad puede hacer por su designación lo que guste y así solo pido ha v.s.i. que quede esto sepultado en los senos de su prudencia, ínterin yo pido a mi madre y Sra. del Refugio, llene a v.s.i. de sus bendiciones y le asista con particularidad en la hora de su muerte.- ciénega de los Olivos, nov. 17 1794.- Ilmo. y Rvmo. b.l.p. a c.v. Ilma. su mas obediente súbdito llamado hijo, siervo y capellán.- fraile José María Rojas- Ilmo. Sr. Dr. don Esteban Lorenzo de Tristán ” 

Datos tomados del ilustre historiador 
sanjuanense Profesor Don Pedro Ma. 
Márquez.

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