Nació el 21 de marzo de 1806, en San Pablo Guelatao, un
pequeño caserío escondido en la sierra oaxaqueña de Ixtlán. Era
indígena de raza pura. Pero, con su esfuerzo, llegó a recibirse
de abogado y, desde sus días de estudiante, inició su carrera
política que lo llevaría a ocupar elevados puestos, entre ellos;
el de Diputado del Congreso de su estado y del Congreso de la
Unión, Gobernador de Oaxaca, Ministro de Justicia y Presidente
de la República.

En vida fue declarado, por la legislatura de Colombia,
Benemérito de las Américas.
Benito Juárez no fue un tribuno, sus discursos eran breves,
algunos extremadamente medidos. Pero, sus frases de una
concisa elocuencia quedaron para la historia, sin duda la más
conocida entre ellas es aquella que hasta nuestros días continua
vigente “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto
al derecho ajeno es la paz”
Para comprender brevemente la importancia que para el
tuvo la construcción de la República este es parte del discurso
pronunciado el 15 de julio de 1867 al volver a la Ciudad de México:
“El gobierno nacional vuelve hoy a establecer su recidencia
en la Ciudad de México, de la que salió hace cuatro años. Llevó
entonces la resolución de abandonar jámas el cumplimiento de
sus deberes tanto más sagrados, cuanto mayor era el conflicto
de la nación. Fue con la segura confianza de que el pueblo
mexicano lucharía sin cesar contra la inicua invasión extranjera,
en defensa de sus derechos y de su libertad. Salió el gobierno para
seguir sosteniendo la bandera de la patria por todo el tiempo que
fuera necesario, hasta obtener el triunfo de la causa santa de la
independencia y de las instituciones de la República.
Lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo
solos, sin auxilio de nadie, sin recursos, sin los elementos
necesarios para la guerra. Han derramado su sangre con sublime
patriotismo, arrostrando todos los sacrificios, antes que consentir
en la pérdida de la República y de la libertad.
En nombre de la patria agradecida, tributo el más alto
reconocimiento a los buenos mexicanos que la han defendido y a
sus dignos caudillos. El triunfo de la patria, que ha sido el objeto de
sus nobles aspiraciones, será siempre el mayor título de gloria y el
mejor premio de sus heroicos esfuerzos.
Lleno de confianza en ellos procuró el gobierno cumplir sus
deberes, sin concebir jamás un solo pensamiento de que le fuera
licito menoscabar ninguno de los derechos de la nación. Ha
cumplido el gobierno el primero de sus deberes, no contrayendo
ningún compromiso en el exterior ni en el interior, que pudiera
perjudicar en nada la independencia y soberanía de la República,
la integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y
a las leyes. […]
No ha querido, ni ha debido antes el gobierno y menos debiera
en la hora del triunfo completo de la República, dejarse inspirar
por ningún
sentimiento de
pasión contra
los que lo han
combatido. Su
deber ha sido
y es, pesar
las exigencias
de la justicia
con todas las
consideraciones de la benignidad. La templanza de su conducta
en todos lugares donde ha residido, han demostrado su deseo
de moderar, en lo posible, el rigor de la justicia, conciliando la
indulgencia con el estrecho deber de que se apliquen las leyes,
en lo indispensable para afianzar la paz y el porvenir de la nación.
Mexicanos: Encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a
obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios
será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los
derechos de todos los habitantes de la República.
Que el pueblo y el gobierno respeten el derecho de todos. Entre
los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho
ajeno es la paz.
Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la
prolongada y dolorosa experiencia de las calamidades de la guerra,
cooperemos en lo de adelante al bienestar y a la prosperidad de
la nación, que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto
a las leyes y con la obediencia a las autoridades elegidas por el
pueblo.
En nuestras instituciones, el pueblo mexicano es el árbitro de
su suerte. […]
Mexicanos: Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos
desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de
nuestra patria. Cooperemos todos para poder legarla a nuestros
hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre
nuestra independencia y nuestra libertad.”
edición de Marzo hagan click en entradas
antiguas, Gracias...
Para seguir viendo la
edición de Marzo hagan click en entradas
antiguas, Gracias...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario