Basados en el libro de Samuel 1 de la Santa Biblia
Historia de Ana
Samuel fue el último de los jueces o jefes
de Israel, además de ser sacerdote y profeta.
La historia de Samuel inicia con una pareja:
Elcana y Ana. Ana era estéril y por ello no
tenía hijos. (En aquel tiempo se consideraba
que los hijos eran una gran bendición de
Dios para una pareja, y no tenerlos se
consideraba una gran vergüenza, por lo que,
no poder tener hijos, implicaba la suposición
de que fueras más pecador que los demás).
Por eso Ana sufría mucho.
Elcana y Ana iban cada año ante el
santuario del Señor y Ana le pedía mucho a
Dios que la librara de esa vergüenza. Un día
le prometió al Señor que si le daba un hijo,
se lo consagraría. Nueve meses después,
Ana tuvo un hijo, al que le puso el nombre de
Samuel, que significa: “Se lo pedí a Dios”.
Ella alabó a Dios cantando agradecida
porque le había quitado su vergüenza pública
y cuando Samuel dejó de ser un bebé, Ana
lo llevó al templo y se lo dejó al Señor, al
cuidado del Sacerdote Helí. 1Sam 1
En ese tiempo no se comunicaba Dios
con frecuencia, y casi nadie tenía visiones.
El Sacerdote de Israel era Helí, los hijos del
sacerdote eran malos y su papá Helí no los
corregía, como era su deber hacerlo; y los
dejaba hacer lo que quisieran, aunque eso
fuera malo a los ojos de Dios.
Dios llama a Samuel
Cuando Samuel era un joven, Dios lo
llamó una noche que ya estaba acostado
para dormir: “Samuel, Samuel”. Él se
levantó y fue con el sacerdote Helí y le dijo:
Aquí estoy, pues me has llamado;
pero Helí le dijo:
No, yo no te llamé, vuélvete a dormir.
Samuel se acostó y volvió a oír: “Samuel,
Samuel”. Él se volvió a levantar y fue con el
sacerdote Helí y le dijo:
Aquí estoy, pues me has llamado;
pero Helí le dijo:
No, yo no te llamé, vuélvete a dormir.
Samuel se volvió a acostar y volvió a oír
por tercera vez la voz que le decía: “Samuel,
Samuel”. Él se volvió a levantar y fue con el
sacerdote Helí y le dijo:
Aquí estoy, pues me has llamado;
Helí comprendió que era Yavé quien le
estaba hablando a Samuel, por lo que le dijo
que él no le había hablado y que se volviera
a acostar y que si volvía a escuchar que le
hablaban, respondiera:
Habla Señor, que tu siervo, escucha.
Samuel volvió a acostarse y el Señor le
dijo: “Samuel, Samuel”
Samuel respondió:
Habla Señor, que tu siervo, escucha.
El Señor le dijo:
-Haré Yo una cosa en Israel, que a
quien la oyere, le zumbarán los oídos.
Aquel día Yo cumpliré contra Helí todas
las cosas que he dicho sobre su casa,
desde el principio hasta el fin. 13 Y le
mostraré que Yo juzgaré su casa para
siempre, por la iniquidad que él sabe;
porque sus hijos han blasfemado a Dios,
y él no los ha corregido. 14 Por tanto, Yo
he jurado a la casa de Helí que la iniquidad
de la casa de Helí no será expiada jamás,
ni con sacrificios ni con ofrendas. 1Sam
3:11-14
Al otro día, Samuel no se animaba a
decirle a Helí lo que había dicho el Señor,
pero Helí le preguntó.
Al ver que no se
animaba Samuel a hablar, Helí le exigió
con amenaza de maldiciones si no le decía
lo que dijo el Señor; entonces Samuel le
dijo que el Señor estaba muy enojado con
él como sacerdote por haber permitido que
sus hijos se portaran mal y no haberlos
corregido a tiempo y que los iba a castigar
muy duramente: al sacerdote y a sus hijos.
El Sacerdote Helí, sólo dijo:
Él es Yavé, que haga lo que mejor le
parezca.
La profecía se cumplió; al poco tiempo
murieron los hijos de Helí en la guerra y
luego Helí murió también. Samuel crecía
y Dios estaba con él, y sus palabras nunca
dejaron de cumplirse y todos supieron que
había un profeta en Israel.
Dios libera a Israel por medio de
Samuel
Tiempo después, los filisteos atacaron
al pueblo de Israel. Los israelitas estaban
listos para entrar en batalla y defenderse
de los filisteos, pero entonces, mientras
Samuel oraba y ofrecía el sacrificio a Dios,
Yavé lanzó rayos y truenos con gran fuerza
contra los filisteos, con lo que los hizo correr,
y entonces los israelitas los pudieron derrotar
fácilmente. 1Sam 3-7
El pueblo de Israel, le pide a Samuel
un rey
Cuando Samuel envejeció, los
israelitas le pidieron que les diera un rey, para
ser como todas las demás naciones, que
tenían un rey que los conducía a las batallas.
Samuel les dijo que eso era feo, porque
estaban desconfiando de la protección de
Dios, que nunca los había abandonado y
poniendo su confianza en un hombre, y
después, cómo volverían a pedirle ayuda a
Dios en un apuro, si lo habían rechazado;
pero ellos insistieron en su idea de tener un
rey. Samuel lo consultó a Yavé y Dios le dijo:
“Concédeselos, porque no es a ti a
quien rechazan, sino a Mí”.
Historia del primer rey de Israel: Saúl.
Saúl era joven y hermoso. Entre los hijos
de Israel no había otro más hermoso que
él; era más alto que todos por una cabeza.
Sucedió que se perdieron las burras de Quis,
el padre de Saúl, y éste mandó a su hijo
Saúl a buscar las burras. Las buscaron por
muchas pueblos pero no las encontraban,
y a los tres días de búsqueda, llegaron al
pueblo donde vivía Samuel. Ya pensando en
regresarse a su casa, creyeron bueno ir con
Samuel y preguntarle si les podía orientar
para encontrar sus burras, por lo que fueron
a su casa.
A Samuel, un día antes, le había
dicho el Señor:
“Mañana a esta misma hora Yo enviaré
a ti un varón de la tierra de Benjamín,
al cual ungirás por rey sobre mi pueblo
Israel”
Luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le
dijo:
“Éste es el varón del cual te hablé;
éste gobernará a mi pueblo”.
Samuel al ver a Saúl, le dijo: Quédate
conmigo porque tengo algo que decirte, y de
las asnas que se te perdieron hace ya tres
días, pierde cuidado de ellas, porque ya las
han hallado.
Saúl se quedó con Samuel ese
día y al otro día, cuando ya se iba a ir Saúl,
Samuel tomó aceite, lo derramó sobre la
cabeza de Saúl, lo abrazó y le dijo:
Yavé te ha consagrado como jefe de su
pueblo Israel.
Y le dijo que le daba tres señales para
que Saúl supiera que efectivamente era Dios
quien lo había consagrado:
1° Camino de tu pueblo, cuando pases
junto a la tumba de Raquel, te encontrarás a
dos hombres que te dirán que ya hallaron las
burras, que te despreocupes de ellas.
2° Cuando llegues a la encina de Tabor,
encontrarás a tres hombres que van al
santuario de Dios en Betel: uno, llevará
tres cabritos; otro, tres panes redondos y el
último un cuero de vino; te van a saludar y te
ofrecerán dos panes.
3° Al llegar al pueblo de Guibea de Dios,
en cuanto entres al pueblo, te cruzarás con
un grupo de profetas que bajan del santuario,
entonces, te tomará el Espíritu de Yavé y
serás transformado en otro hombre; cuando
se cumplan esta señales, tú harás lo que
mejor te parezca, porque Dios está contigo.
Ahí me esperas siete días, me reuniré contigo
y te diré lo que tienes que hacer.
Todas las señales se cumplieron en
Saúl el mismo día y al cruzarse con el grupo
de profetas, el espíritu del Señor se apoderó
de él y se puso a profetizar en medio de ellos.
De ahí en adelante, Saúl fue el rey de Israel,
y encabezaba a su pueblo cuando iban a la
batalla. 1Sam 9-10
Saúl desobedece a Dios
Hubo una batalla y Dios les ayudó
a ganar a los Israelitas, y les indicó que el
botín de guerra se lo consagraran a Él, pero
los soldados se quisieron llevar para ellos
el ganado más bueno y Saúl no se animó
a impedírselos. Entonces Dios se molestó
con él porque no había hecho respetar
la voluntad de Dios ante sus soldados.
Entonces fue Samuel y le dijo de parte de
Dios que su gracia se apartaba de él y que
Dios se buscaría un nuevo rey para Israel.
1Sam 15
Samuel unge a David como rey de
Israel
Dios le dijo a Samuel que fuera a
Belem, a la casa de Jesé y que ungiera a uno
de sus hijos como rey, y que ahí le diría a
cual. Fue Samuel y estuvo viendo a los hijos
de Jesé de uno en uno, pero Yavé le dijo que
no era ninguno de ellos. Samuel le preguntó
a Jesé si no tenía más hijos, y éste le dijo que
le quedaba el más chico que estaba cuidando
las ovejas. Lo hicieron venir, y al llegar David,
Dios le dijo a Samuel, que lo ungiera como
rey de Israel. Y Samuel tomó el cuerno del
aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos;
y desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David. Luego de hacerlo,
Samuel se regresó a su casa y David se fue
de nuevo a cuidar a sus borregas. 1Sam 16
David y Goliat
Otra vez vinieron los filisteos a molestar a
los israelitas, y se formaron los dos ejércitos
para entrar en batalla. Entonces salió de
las filas de los filisteos, un guerrero que
medía más de dos metros de altura, fuerte,
musculoso, con armadura de bronce y retó
al ejército de los israelitas a un combate
singular: su nombre era Goliat. Les gritó
que si había un hombre que se atreviera a
enfrentarse con él, pelearían a muerte y si
ganaba el filisteo, todos los Israelitas serían
sus esclavos; pero si ganaba el de Israel,
todos los filisteos les obedecerían a ellos.
Pero cuando avanzó Goliat a retar a los
israelitas, todos retrocedieron espantados,
pues sabían que no tenían ninguna posibilidad
de ganarle en un combate hombre a hombre.
Y así sucedió durante cuarenta días: todas
las mañanas, salía Goliat y retaba a pelear a
los israelitas y ellos retrocedían espantados.
David era sólo un muchacho, era aún
muy chico para ir a la guerra, por ello se
quedaba cuidando los borregos, mientras
sus hermanos mayores iban a la guerra. Un
día Jesé, el papá de David, mandó a David
a que les llevara de algo de comer a sus
hermanos mayores y que le trajera informes
de cómo estaban de salud.
David fue y
cuando les dejaba la comida, oyó el reto que
hacía Goliat a los Israelitas y vio el miedo en
su pueblo ante aquel hombre que parecía
un gigante. David se indignó, de que no le
hicieran frente, puesto que sabían que Dios
estaba con ellos y los ayudaría a pelear; y
así se los dijo a los soldados. Ellos le dijeron
al rey Saúl, lo que decía David y Saúl lo hizo
venir a él.
David le repitió al rey lo que él pensaba
y le dijo que si le permitía pelear, él solo iría
y lucharía con aquel gigante. El rey Saúl se
lo agradeció, pero le hizo ver que él era sólo
un muchacho y que en cambio Goliat era un
hombre maduro, adiestrado en el arte de la
guerra desde su juventud y además muy
grande y fuerte.
David le dijo que cuidando a
sus borregos, había tenido que luchar contra
leones y osos que se querían comer a sus
borregos y que con la ayuda de Dios, él los
había vencido; y que si había podido contra
animales salvajes, también podría contra
Goliat, pues Dios estaba de su lado.
El Rey Saúl aceptó y le puso su armadura,
pero la armadura le quedaba grande a David
y además le impedía moverse. Entonces
David se la quitó y salió a pelar armado con
su palo de pastor y su honda. De paso por el
arroyo, recogió algunas piedras que puso en
su morral. Y así se enfrentó a Goliat.
Cuando Goliat lo vio venir se ofendió
de que en vez de un guerrero, viniera a
enfrentarlo un muchacho con un palo en la
mano y una honda, y le gritó que si creía que
venía a correr a un perro y sacó su espada
para matar a David, pero David tomó una
piedra en su honda y se la arrojó al gigante,
al que le pegó en la frente. La piedra golpeó
muy fuerte, se incrustó en la frente de Goliat
y éste cayó desmayado a los pies de David.
David corrió y tomó la espada de Goliat y
con ella le cortó la cabeza y la levantó como
trofeo para que la vieran los ejércitos.
Cuando vieron los filisteos a su campeón
muerto, se llenaron de miedo y empezaron
a correr para huir del campo de batalla,
mientras que los israelitas los perseguían
espada en mano. Ese día fue una gran
victoria para las tropas del Señor. 1Sam 17
Saúl se molesta con David
Cuando regresaban de la guerra, salía
gente a aclamar a los vencedores y las
mujeres cantaban al son de arpas y panderos
una canción que decía:
“Saúl mató a mil, y David mató a diez mil”.
Al rey Saúl le molestó la gran fama
de David y desde aquel día no lo miró con
buenos ojos. Y más se molestaba porque veía
que Dios estaba con David y que todo le salía
bien. Entonces lo hizo jefe de mil soldados y
lo enviaba lejos a la guerra para no tenerlo
cerca en su casa, pero también los soldados
y la gente lo querían porque en la guerra iba
al frente de ellos y los acompañaba en todo.
Pero Saúl se molestaba cada vez más con
David hasta que un día le aventó una lanza
tratando de matarlo. Entonces David se alejó
de la casa del rey y se fue al desierto.
Saúl lo fue a perseguir al desierto con
sus soldados, pero no lo encontraba. Un día,
Saúl se metió a una cueva él solo porque
quería hacer sus necesidades y en esa
cueva estaba escondido David. Saúl no se
dio cuenta de nada, pero David estuvo tan
cerca de él, que le cortó un pedazo a su
manto. Cuando Saúl salió de la cueva y se
alejó, David salió también y de lejos le gritó
diciéndole que se diera cuenta de que no
había ninguna razón para que lo persiguiera,
pues él, David, no le había hecho nunca
nada malo y acababa de tener la oportunidad
de matarlo y no lo había hecho; y entonces
le mostró el pedazo de manto que le había
cortado. Saúl vio su manto cortado y se dio
cuenta que David decía la verdad. Entró en
razón y lo bendijo por no haberlo matado y
le dijo: Más justo eres tú que yo, que me has
pagado con bien, habiéndote yo buscado
para hacerte mal; ahora entiendo que tú has
de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en
tu mano firme y estable. 1Sam 24
FE DE ERRATA: En la edición anterior se
cometió el error de llamar al artículo “Historia
de la salvación” basados en el libro de Josué
de la Santa Biblia, ya que el el título debería
de haberse escrito de esta manera “ Historia
de la salvación “ basado en el libro de Jueces
de la Santa Biblia.
Por Javier Contreras
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