Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.
Contar con redes de apoyo en la familia, la escuela, la comunidad,
el trabajo y las instituciones, así como tener acompañamiento
psicológico y crear proyectos de vida individuales, son factores
que contribuyen para que las mujeres eviten la violencia de pareja.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo 2007,
del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 15 por ciento de
las y los jóvenes han experimentado al menos un incidente de violencia en
el noviazgo; y sólo 34 por ciento de las mujeres en esta situación buscaron
ayuda.
Alba Luz Robles Mendoza, académica de la carrera de Psicología
de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que en la actualidad las
mujeres cuentan con más herramientas que en el pasado para romper con
la violencia en sus relaciones.
Pero aseguró que es más fácil detectar y detener este flagelo desde el
noviazgo, ya que en el matrimonio hay “ataduras” legales que hacen más
difícil el proceso.
La especialista explicó que la estrategia para detener la violencia
depende de la etapa en la que esté la relación (enamoramiento,
estabilización o relación madura), y de los grados de habitualidad a los que
la relación haya avanzado.
Robles Mendoza detalló que en la primera fase es muy difícil detectar
las agresiones, ya que los aprendizajes de las mujeres desde su infancia
sobre los roles de género y la “fantasía del amor romántico” limitan la
identificación de la violencia, y promueven conductas de indefensión o
sumisión.
En esta etapa es primordial que la sociedad contribuya a desmitificar
la idea del “príncipe que salvará a la princesa”, y que se sensibilice (en
especial a las mujeres jóvenes) a través de campañas de prevención a no
tolerar la violencia desde el noviazgo.
La psicóloga aseguró que es necesario que las parejas en la etapa
de estabilización –que es sucesiva al enamoramiento y hay un mayor
reconocimiento del otro– aprendan estrategias para conciliar las diferencias
a través del respeto y la asertividad.
Por ejemplo, las parejas pueden establecer límites a la violencia
al señalar de manera respetuosa “no me gusta esto”, “estoy molesta,
mejor hablamos en otro momento”, entre otras expresiones.
Y advirtió que en esta etapa la habitualidad hace que el círculo de la violencia se dé de una forma muy sutil, ya que la tensión que se acumula
en las relaciones por no poder manejar las diferencias a veces no pasa por
la etapa de la “luna de miel” –en la que el agresor pide disculpas–, sino que
justifica el hecho violento.
La también integrante del Programa Institucional de Estudios de Género
en la FES Iztacala dijo que en esta etapa es importante que la víctima de
violencia en la pareja perciba que a su alrededor hay redes sociales, que
pueden mostrarle que hay relaciones armónicas con dinámicas diferentes
de convivencia.
En la tercera etapa (la relación madura) es probable que se
desencadenen procesos de codependencia en la pareja, donde las mujeres
viven una relación patológica violenta y ellas forman parte de ésta.
En este tipo de relaciones es común que la violencia sea el único
vínculo emocional en la pareja, por lo que las agresiones son “necesarias”
para sostener la relación.
Este punto –enfatizó la experta– explica por qué las mujeres permanecen
en las relaciones de violencia no porque lo deseen, sino porque ya existe un
acondicionamiento, además de que romper los vínculos de dependencia
emocional es aún más complicado.
En muchas ocasiones, las mujeres que enfrentan una violencia
patológica terminan con ella hasta que la agresión es física, es decir, cuando
el daño resta elementos de protección.
Los proyectos de vida que una mujer tiene de sí y la reconfiguración
del concepto de lo que significa ser mujer pueden ser claves para que la
víctima tome la decisión de romper con el círculo de violencia, para lo cual
es necesaria una intervención psicológica y a veces hasta jurídica.
La experta, que además es responsable del proyecto sobre “Violencia
Escolar en Relación a Procesos de Violencia de Pareja con Perspectiva
de Género”, señaló que es fundamental para estas mujeres contar con
redes de apoyo en sus familias, la escuela, los amigos y sus compañeros
de trabajo.
Las amistades vecinales, los centros atención para mujeres y las
procuradurías de justicia son otro eslabón que fortalecen la decisión de las
mujeres cuando deciden frenar la violencia de pareja.
En un contexto más general, la experta observó que los procesos de
impunidad social perpetúan la violencia en las relaciones de pareja.
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