Gilberto Bosques Saldívar nació en
Chiautla de Tapia, Puebla, el 20 de julio
de 1892, y falleció el 4 de julio de 1995
en México, D.F.. Fue profesor, periodista,
político y diplomático mexicano. Gracias a
la película ”La lista de Schindler” de Steven
Spielberg hemos conocido las acciones
riesgosas realizadas por al empresario
alemán Oskar Schindler que salvó a
cientos de judíos del Holocausto nazi, y
en alusión a ello a Gilberto Bosques es
reconocido como el Schindler mexicano.
Gilberto Bosques Saldívar estudió
en el Instituto Normalista del Estado de
Puebla, etapa durante la cual se une a
los revolucionarios. El 18 de noviembre
de 1910, se entera de que los hermanos
Serdán son descubiertos antes del
inicio de la Revolución y se esconde
en el poblado Tlancualpicán, cerca de
la estación de ferrocarril en Chiautla
Estando como ayudante en la Escuela
Primaria “José María Lafragua”, solicita
permiso para dejar su labor y se integra
en las filas de un grupo denominado
“Voluntarios de San Carlos a la defensa
del País” después de la invasión de
tropas estadounidenses en el Puerto de
Veracruz en 1914. Una vez concluida su
participación, regresa para titularse como
Profesor Normalista. Al mismo tiempo, se
une a las filas de Venustiano Carranza.
Carranza lo comisiona para la
organización de la Nueva Escuela de
la Revolución en 1916. En ese sentido,
es responsable de organizar el Primer
Congreso Pedagógico Nacional,
que se llevaría a cabo en Santa Ana
Chiautempán, Tlaxcala. En 1921 es
nombrado Secretario General del
Gobierno del Estado de Puebla, cargo en
el que durará dos años. De
familia de tradición liberal, maestro por
vocación, Gilberto Bosques fue iniciado
en el Rito Nacional Mexicano y formó
parte de los hombres de confianza de
Lázaro Cárdenas.
En 1939, cuando la República
Española cayó y la guerra se cernía
sobre el resto de Europa, el Presidente Cárdenas lo nombró Cónsul General de
México en Francia. Su misión real era
convertirse en un enviado personal del
presidente de México en Europa, y quien
respondiendo a su propia conciencia,
desde su posición diplomática ayudó a
huir de los regímenes franquista y nazi
a refugiados españoles republicanos,
judíos franceses, libaneses, socialistas,
comunistas y otros perseguidos, entre ellos
líderes políticos europeos de oposición y
miembros de la resistencia antifascista,
quienes habían sido señalados para ser
enviados a los centros de concentración,
ofreciéndoles a todos ellos residencia y
nacionalidad mexicana. Su
primera preocupación fue defender a los
mexicanos residentes en la Francia no
ocupada, pero al conocer las atrocidades
de la persecución nazi protegió también
a otros grupos, a los que apoyó con
pasaporte mexicano. De hecho se cree
que convenció al Presidente Lázaro
Cárdenas de abrir las puertas de México
a los republicanos españoles.
Bosques salió de París cuando la
ciudad estaba a punto de ser tomada por
los alemanes. Con amplias instrucciones
para establecer el consulado donde le
conviniera, viajó primero al sur y después
a la costa norte. Restableció el consulado
general primero en Bayona, pero cuando
los alemanes ocuparon la zona se
trasladó con su familia y el consulado
entero a Marsella, en el Mediterráneo,
dentro de la zona del Gobierno francés de
Vichy, nominalmente independiente de los
alemanes. Su primera ocupación
fue defender a los mexicanos residentes
en la Francia no ocupada, pero pronto
protegió también a otros grupos. Apoyó
a libaneses con pasaporte mexicano y a
refugiados españoles que buscaban huir
de los nazis. De hecho, se cree que fue
él quien convenció al presidente Lázaro
Cárdenas de abrir las puertas de México
a los republicanos españoles en 1937.
Era tan grande la afluencia de refugiados
que buscaban una visa mexicana que
Bosques alquiló dos castillos (el de
Reynarde y el de Montgrand), para
convertirlos en centros de asilo mientras
se arreglaba su salida hacia México.
Entre 800 u 850 fueron alojados en uno
de los castillos, mientras que en el otro
quedaron 500 niños y mujeres. Poco a
poco fueron saliendo los exiliados, a los
cuales el Gobierno mexicano les ofreció
la nacionalidad mexicana de inmediato en
caso de que quisieran adoptarla.
Desde Marsella el diplomático
mexicano también tuvo que hacer frente
al hostigamiento de las autoridades
proalemanas francesas, al espionaje de
la Gestapo, del gobierno de Franco y de
la representación diplomática japonesa,
que tenía sus oficinas en el mismo edificio
de la delegación mexicana. El
cónsul no quedó satisfecho, sin
embargo, y amplió su apoyo a los
refugiados antinazis y antifascistas. Al
concedérseles visas mexicanas, las
autoridades francesas los dejaban salir
del país porque consideraban que ya no
serían un problema político para ellas.
Más complicado fue el caso de los judíos.
El consulado ocultó, documentó y les
dio visas a numerosos judíos, pero era
mucho más difícil sacarlos de Francia.
Adicionalmente, rentó varios barcos
que salieron del puerto de Marsella,
transportando judíos y otros perseguidos
hacia países africanos, donde más tarde
fueron trasladados a México, Brasil,
Argentina y otros países de América. En
un periodo de dos años, bajo su auspicio,
poco más de 40,000 visas fueron
expedidas para quienes deseaban huir de
la tiranía nazi.
Finalmente México rompió las
relaciones diplomáticas con el Gobierno
de Vichy. Gilberto Bosques presentó
la nota de ruptura. Poco después el
consulado fue tomado por tropas de la
Gestapo que confiscaron ilegalmente
el dinero que la oficina mantenía para
su operación. Bosques, su familia (su
esposa María Luisa Manjarrez y sus
tres hijos: Laura María, María Teresa y
Gilberto Froylán; entonces de 17, 16 y 14
años, respectivamente) y el personal del
consulado, 43 personas en total, fueron
trasladados hasta la comunidad de Amélieles-
Bains. Después, violando las normas
diplomáticas, se les llevó a Alemania, al
pueblo Bad Godesberg, y se les recluyó
en un “hotel prisión”. Allí destacó la
actitud de Bosques ante un funcionario
alemán: Le manifesté que
todo el personal mexicano se sometería
al reglamento que acababa de leernos,
porque México estaba en guerra con
Alemania y por ello éramos prisioneros de
guerra. Que podía estar seguro de que no
pediríamos ninguna excepción, ninguna
gracia sobre esas disposiciones, pero
que tampoco aceptaríamos ningún trato
vejatorio, como acostumbraban ellos con
los prisioneros.
Bosques llegaría a organizar
conferencias e incluso una ceremonia
del Grito de Independencia el 15 de
septiembre. Después de poco más de un
año, los mexicanos de Bad Godesberg
serían canjeados por prisioneros
alemanes en un acuerdo con el presidente
Manuel Ávila Camacho (de 1940 a
1946). Bosques fue finalmente
liberado y regresó a México en abril de
1944. Miles de refugiados españoles y
judíos lo esperaban en la estación de
ferrocarril de la capital para recibirlo. Una
crónica periodística de la época narraba:
Su júbilo zumbaba en el andén de
la estación ferroviaria. Lo cargaron en
hombros. Era al México generoso y
libre al que ellos exaltaban en Gilberto
Bosques, el más sobresaliente ejemplo
del característico espíritu de la solidaridad
de los mexicanos.
Dentro de la lista de las mujeres y
hombres salvados por el maestro Bosques,
entre otros incluye a María Zambrano,
Carl Aylwin, Manuel Altolaguirre, Wolfgang
Paalen, Max Aub, Marietta Blau, Egon
Erwin Kisch, Ernst Röemer y Walter Gruen.
Tras la guerra, Bosques fue designado
embajador de México en Portugal,
Finlandia, Suecia y, de 1953 a 1964, en
Cuba, etapa ésta de la que se muestran
fotografías del embajador mexicano
con personajes como Fidel Castro, Raúl
Castro y Ernesto “Che” Guevara, y a las
cinco de la mañana del 4 de julio de 1995
murió Gilberto Bosques acompañado por
su gente. En 2014 una obra de teatro,
“As Many as You Can” (“Tantos como
puedas”), se publicó en Nueva York.
Su nombre se encuentra grabado en los
muros del recinto del Congreso del estado
de Puebla, México desde el año 2000. El
4 de junio de 2003 el gobierno austriaco
impuso a una de sus calles, en el Distrito
22 de Viena, llamado Donaustadt o
Ciudad del Danubio, el nombre de Paseo
Gilberto Bosques, avenida que hace
esquina con la calle Leonard Bernstein.
De esta manera, el gobierno de Austria
quiso honrar la memoria de un ilustre
diplomático mexicano, quien ayudó
durante la segunda guerra mundial a
salvar a muchos austriacos del poder
nazi. En 2010 la cineasta Lillian
Lieberman realiza el documental Visa al
paraíso el cual fue producido en México.
El 14 de diciembre de 2011 el Senado
de la República aprueba la creación del
Centro de Estudios Internacionales, que
lleva el nombre de Gilberto Bosques. La
labor humanitaria del Embajador Gilberto
Bosques ha sido reconocida por distintas
organizaciones internacionales, como la
Fundación Internacional Raoul Wallenberg
y la Anti-Defamation League. También
se han hecho solicitudes para que sea
incluido como “Justo entre las naciones”
en la lista de Yad Vashem, aunque a la
fecha ello aún no sucede. La autoridad
mundial para la memoria de héroes y
mártires del holocausto lo consideró “justo
entre las naciones”, y le dedicó un árbol
que honra su memoria en compañía de
quienes salvaron vidas inocentes durante
ese periodo de la historia.
Los pocos que conocen la historia
de Gilberto Bosques suelen llamarlo “El
Schidnler mexicano”. Así como Schindler
tuvo su lista de trabajadores judíos
protegidos, Bosques tuvo sus visas a
la libertad: “Las visas de Bosques”. Y
tomando en consideración todo lo aquí
narrado, más bien Schindler debería ser
conocido como “El Bosques alemán”.
Fraternalmente
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra
Casillas
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