domingo, abril 12, 2015

Gilberto Bosques: El Baluarte de los derechos humanos

Gilberto Bosques Saldívar nació en Chiautla de Tapia, Puebla, el 20 de julio de 1892, y falleció el 4 de julio de 1995 en México, D.F.. Fue profesor, periodista, político y diplomático mexicano. Gracias a la película ”La lista de Schindler” de Steven Spielberg hemos conocido las acciones riesgosas realizadas por al empresario alemán Oskar Schindler que salvó a cientos de judíos del Holocausto nazi, y en alusión a ello a Gilberto Bosques es reconocido como el Schindler mexicano. 
Gilberto Bosques Saldívar estudió en el Instituto Normalista del Estado de Puebla, etapa durante la cual se une a los revolucionarios. El 18 de noviembre de 1910, se entera de que los hermanos Serdán son descubiertos antes del inicio de la Revolución y se esconde en el poblado Tlancualpicán, cerca de la estación de ferrocarril en Chiautla Estando como ayudante en la Escuela Primaria “José María Lafragua”, solicita permiso para dejar su labor y se integra en las filas de un grupo denominado “Voluntarios de San Carlos a la defensa del País” después de la invasión de tropas estadounidenses en el Puerto de Veracruz en 1914. Una vez concluida su participación, regresa para titularse como Profesor Normalista. Al mismo tiempo, se une a las filas de Venustiano Carranza. 
Carranza lo comisiona para la organización de la Nueva Escuela de la Revolución en 1916. En ese sentido, es responsable de organizar el Primer Congreso Pedagógico Nacional, que se llevaría a cabo en Santa Ana Chiautempán, Tlaxcala. En 1921 es nombrado Secretario General del Gobierno del Estado de Puebla, cargo en el que durará dos años. De familia de tradición liberal, maestro por vocación, Gilberto Bosques fue iniciado en el Rito Nacional Mexicano y formó parte de los hombres de confianza de Lázaro Cárdenas. 
En 1939, cuando la República Española cayó y la guerra se cernía sobre el resto de Europa, el Presidente Cárdenas lo nombró Cónsul General de México en Francia. Su misión real era convertirse en un enviado personal del presidente de México en Europa, y quien respondiendo a su propia conciencia, desde su posición diplomática ayudó a huir de los regímenes franquista y nazi a refugiados españoles republicanos, judíos franceses, libaneses, socialistas, comunistas y otros perseguidos, entre ellos líderes políticos europeos de oposición y miembros de la resistencia antifascista, quienes habían sido señalados para ser enviados a los centros de concentración, ofreciéndoles a todos ellos residencia y nacionalidad mexicana. Su primera preocupación fue defender a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero al conocer las atrocidades de la persecución nazi protegió también a otros grupos, a los que apoyó con pasaporte mexicano. De hecho se cree que convenció al Presidente Lázaro Cárdenas de abrir las puertas de México a los republicanos españoles. 
Bosques salió de París cuando la ciudad estaba a punto de ser tomada por los alemanes. Con amplias instrucciones para establecer el consulado donde le conviniera, viajó primero al sur y después a la costa norte. Restableció el consulado general primero en Bayona, pero cuando los alemanes ocuparon la zona se trasladó con su familia y el consulado entero a Marsella, en el Mediterráneo, dentro de la zona del Gobierno francés de Vichy, nominalmente independiente de los alemanes. Su primera ocupación fue defender a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero pronto protegió también a otros grupos. Apoyó a libaneses con pasaporte mexicano y a refugiados españoles que buscaban huir de los nazis. De hecho, se cree que fue él quien convenció al presidente Lázaro Cárdenas de abrir las puertas de México a los republicanos españoles en 1937. 
Era tan grande la afluencia de refugiados que buscaban una visa mexicana que Bosques alquiló dos castillos (el de Reynarde y el de Montgrand), para convertirlos en centros de asilo mientras se arreglaba su salida hacia México. Entre 800 u 850 fueron alojados en uno de los castillos, mientras que en el otro quedaron 500 niños y mujeres. Poco a poco fueron saliendo los exiliados, a los cuales el Gobierno mexicano les ofreció la nacionalidad mexicana de inmediato en caso de que quisieran adoptarla. 
Desde Marsella el diplomático mexicano también tuvo que hacer frente al hostigamiento de las autoridades proalemanas francesas, al espionaje de la Gestapo, del gobierno de Franco y de la representación diplomática japonesa, que tenía sus oficinas en el mismo edificio de la delegación mexicana. El cónsul no quedó satisfecho, sin embargo, y amplió su apoyo a los refugiados antinazis y antifascistas. Al concedérseles visas mexicanas, las autoridades francesas los dejaban salir del país porque consideraban que ya no serían un problema político para ellas. Más complicado fue el caso de los judíos. El consulado ocultó, documentó y les dio visas a numerosos judíos, pero era mucho más difícil sacarlos de Francia. Adicionalmente, rentó varios barcos que salieron del puerto de Marsella, transportando judíos y otros perseguidos hacia países africanos, donde más tarde fueron trasladados a México, Brasil, Argentina y otros países de América. En un periodo de dos años, bajo su auspicio, poco más de 40,000 visas fueron expedidas para quienes deseaban huir de la tiranía nazi. Finalmente México rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Vichy. Gilberto Bosques presentó la nota de ruptura. Poco después el consulado fue tomado por tropas de la Gestapo que confiscaron ilegalmente el dinero que la oficina mantenía para su operación. Bosques, su familia (su esposa María Luisa Manjarrez y sus tres hijos: Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán; entonces de 17, 16 y 14 años, respectivamente) y el personal del consulado, 43 personas en total, fueron trasladados hasta la comunidad de Amélieles- Bains. Después, violando las normas diplomáticas, se les llevó a Alemania, al pueblo Bad Godesberg, y se les recluyó en un “hotel prisión”. Allí destacó la actitud de Bosques ante un funcionario alemán: Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro de que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros. Bosques llegaría a organizar conferencias e incluso una ceremonia del Grito de Independencia el 15 de septiembre. Después de poco más de un año, los mexicanos de Bad Godesberg serían canjeados por prisioneros alemanes en un acuerdo con el presidente Manuel Ávila Camacho (de 1940 a 1946). Bosques fue finalmente liberado y regresó a México en abril de 1944. Miles de refugiados españoles y judíos lo esperaban en la estación de ferrocarril de la capital para recibirlo. Una crónica periodística de la época narraba: Su júbilo zumbaba en el andén de la estación ferroviaria. Lo cargaron en hombros. Era al México generoso y libre al que ellos exaltaban en Gilberto Bosques, el más sobresaliente ejemplo del característico espíritu de la solidaridad de los mexicanos. Dentro de la lista de las mujeres y hombres salvados por el maestro Bosques, entre otros incluye a María Zambrano, Carl Aylwin, Manuel Altolaguirre, Wolfgang Paalen, Max Aub, Marietta Blau, Egon Erwin Kisch, Ernst Röemer y Walter Gruen. Tras la guerra, Bosques fue designado embajador de México en Portugal, Finlandia, Suecia y, de 1953 a 1964, en Cuba, etapa ésta de la que se muestran fotografías del embajador mexicano con personajes como Fidel Castro, Raúl Castro y Ernesto “Che” Guevara, y a las cinco de la mañana del 4 de julio de 1995 murió Gilberto Bosques acompañado por su gente. En 2014 una obra de teatro, “As Many as You Can” (“Tantos como puedas”), se publicó en Nueva York. Su nombre se encuentra grabado en los muros del recinto del Congreso del estado de Puebla, México desde el año 2000. El 4 de junio de 2003 el gobierno austriaco impuso a una de sus calles, en el Distrito 22 de Viena, llamado Donaustadt o Ciudad del Danubio, el nombre de Paseo Gilberto Bosques, avenida que hace esquina con la calle Leonard Bernstein. De esta manera, el gobierno de Austria quiso honrar la memoria de un ilustre diplomático mexicano, quien ayudó durante la segunda guerra mundial a salvar a muchos austriacos del poder nazi. En 2010 la cineasta Lillian Lieberman realiza el documental Visa al paraíso el cual fue producido en México. El 14 de diciembre de 2011 el Senado de la República aprueba la creación del Centro de Estudios Internacionales, que lleva el nombre de Gilberto Bosques. La labor humanitaria del Embajador Gilberto Bosques ha sido reconocida por distintas organizaciones internacionales, como la Fundación Internacional Raoul Wallenberg y la Anti-Defamation League. También se han hecho solicitudes para que sea incluido como “Justo entre las naciones” en la lista de Yad Vashem, aunque a la fecha ello aún no sucede. La autoridad mundial para la memoria de héroes y mártires del holocausto lo consideró “justo entre las naciones”, y le dedicó un árbol que honra su memoria en compañía de quienes salvaron vidas inocentes durante ese periodo de la historia. Los pocos que conocen la historia de Gilberto Bosques suelen llamarlo “El Schidnler mexicano”. Así como Schindler tuvo su lista de trabajadores judíos protegidos, Bosques tuvo sus visas a la libertad: “Las visas de Bosques”. Y tomando en consideración todo lo aquí narrado, más bien Schindler debería ser conocido como “El Bosques alemán”. 

Fraternalmente 
C. L.A.E. Juan Manuel Becerra Casillas

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