¡Híjole! Este tema sí que está cañón. La verdad de plano no me
gusta hablar de política porque luego hay unos políticos que son
como los jarritos de Tonalá; rajados y sentidos, pero por fortuna,
no todos.
Aunque usted no lo crea, hay políticos honestos que de
verdad se preocupan por hacer algo bueno por sus conciudadanos;
la cosa es saber cuáles.
Hace unos días estuve presente en un foro de algunos
candidatos a la presidencia municipal de un municipio alteño. No
diremos cual, pero supongo que puede ser el botón de muestra
de cualquier municipio, pues la situación general parece ser muy
similar en todos lados.
Un denominador común es que en las áreas clave para el
desarrollo de una población sobresalen: la educación, el empleo,
el combate a la pobreza y la obra pública. Entre otras, desde luego.
Seguí con mucha atención las respuestas a preguntas
específicas, de las cuales puedo deducir que un pueblo educado,
es un pueblo desarrollado. De acuerdo totalmente.
Pero… otra vez hay pero. De los candidatos presentes, solo
uno se refirió a la educación fuera de los límites de la escuela y los
demás se circunscribieron a equiparar educación, con clases de
conocimientos. Todos prometieron más apoyos para la educación
de los jóvenes; que si mandamos gratis a los estudiantes, que si les
regalamos libros, que si traemos la universidad al municipio para
que no tengan que viajar y arriesgar su vida en viajes cotidianos y
que el futuro de México está en los jóvenes y todo absolutamente
alrededor de los jóvenes.
Pero… otro pero. Surgen otras preguntas. ¿A los cuántos
años se deja de ser joven? Porque los que somos un poco menos
jóvenes que hace cuarenta años todavía tenemos hambre de
aprender cada día algo nuevo aunque ya la universidad sea
una opción poco menos que viable.
Pero hay otras opciones de
educación y aprendizaje.
Por otro lado; si los jóvenes son el futuro de México, ¿quiénes
son el presente?, ¿Quizá los adultos de las clases fácticas, pero
que aún no llegan a la tercera edad?, o ¿la clase trabajadora y
productiva, cautiva de Hacienda que mantiene con sus impuestos
el aparato gubernamental? Quizá.
Pero… otro pero. ¿Y los de la tercera edad?, ¿Somos el
pasado sin expectativas, cuyo único futuro puede ser un montón de
medicamentos en el gabinete de la cocina, con olor de alcohol para
las jeringas?, ¿Ser una carga para la familia con todo y andadera,
bastón o muletas?
Recordemos que oficialmente a los sesenta años transcurridos
desde el nacimiento, ya se entra de lleno en la tercera edad. O sea,
se es viejito de manera oficial.
Pero lo que mucha gente desconoce, principalmente los
llamados jóvenes, es que a los sesenta años, se es sexualmente
muy activo (y lo sé de primera mano), se puede jugar perfectamente
al futbol, se tiene una idea más clara de la vida aunque las
experiencias no quieran ser aprovechadas por la sociedad, se
tiene alegría de vivir y sobre todo, se disfruta de la vida como
nunca antes.
Hace diez años solicité un empleo en una empresa llamada
Elektra en la ciudad de Zihuatanejo, Gro. Al revisar mi currículum
vitae, me llamaron, acudí a la entrevista y me hicieron saber
que yo poseía el perfil exacto de lo que solicitaban para ser su
colaborador, excepto por un pequeño detalle; mi edad era de 50
años. Mi primera reacción fue demostrar, mediante brincos, baile
y ejercicios de calistenia, que a pesar de mi edad me encontraba
en perfecto estado físico (y aún lo estoy, Gracias a Dios) y que no
era ningún inútil ni lisiado y mi mente estaba más lúcida que nunca.
Insistieron que eran políticas del dueño. Pregunté la edad
del señor Salinas Priego y me respondieron que qué tenía que ver.
Respondí que era mayor que yo y si a los cincuenta años se vuelve
uno inútil y una carga para la sociedad, era mejor que lo mandaran
a la reata o a un asilo, ya que aunque fuese el dueño, rebasando
los cincuenta, ya no sirve uno más que para dar lástima.
A otra cosa. Los candidatos saben perfectamente que
el principal enemigo, no son los demás candidatos sino el
abstencionismo. La gente que no desea ir a emitir su voto. La
razón más que comprobada es que el pueblo en general, ya no
cree en absolutamente ningún político. Del partido que sea. Desde
hace décadas se ha venido escuchando que se va a combatir la
pobreza. Se oye padre, pero, la pobreza sigue enseñoreada de las
inmensas mayorías en este país y la brecha entre pobres y ricos
es cada vez más amplia. Indiscutiblemente, los ricos son cada vez
más ricos y los pobres, pos más jodidos.
Pero el rayito de esperanza no muere. Quien padece de
escasez crónica de recursos económicos, va a acudir a las urnas
para que un presidente municipal o un diputado o un gobernador,
junto con una caterva de colaboradores, vivan mejor que él durante
al menos los próximos tres años. Serán sus empleados pero vivirán
mejor que él. Ese rayito perenne de esperanza, le hacen sentir que
esta vez quien elegimos, verdaderamente llevará a cabo acciones
tendientes a mejorar directa o indirectamente la calidad de vida de
los ciudadanos que le han confiado una responsabilidad que no a
cualquiera se le entrega. El mínimo que espera, es que de verdad,
administre los bienes públicos, en bien del pueblo.
¿Utopía?. Tal vez.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hdez.
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. a 7 de mayo de 2015
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