
Su chaleco y pantalón son de color
verde tan luminoso como las hojas
de la naranja tierna, con una playera
de rayas como los gusanos que muy
pronto serán mariposas, sus enormes
gafas de sol le dan el toque cómico y
no pueden faltar los zapatos negros,
tan negro como el problema que lo
agobia esta noche, tan grandes como
la incertidumbre que rodea su cabeza, su maquillaje es
tierno con colores rosas y tonos rojos muy suaves…
según él para que su público se sienta más conectado
con el aspecto amable que proyecta.
Son las 8 pm en la plaza central de Cárdenas
Tabasco, las personas se acercan para poder apreciar
la función de payasos que gratuitamente se presentan,
recibiendo por pago solo lo que las personas crean
que vale la carcajada que soltaran en la función. Elder
Hernández Montejo es el nombre de nuestro personaje.
Quien todas las noches llega a robar sonrisas y
eliminar estrés ajeno, mientras él se seca por dentro.
La mirada de aquellos pequeños niños fijas hacia
el payaso que tras el previo anuncio de… y él es el
payasito más veloz que una tortuga, mas trabajador que
una ostra y más risueño que el pájaro loco! zapatito
veloz!. Entra a escena brindando 40 minutos de risas
y ocurrencias sin pausa más que para que Elder tome
un trago de agua para mojar su garganta seca como el
ánimo que tiene hoy.
Los niños aplauden, los adultos ríen a grandes
carcajadas con los chistes color hormiga y los niños
siguen riendo aunque sin entender por completo a
lo que se refiere el payaso pícaro. Un semicírculo
imperfecto donde claramente se nota la improvisación
es el escenario de aquel payasito.
La señora de aproximadamente 38 años que esta
aun costado mío ríe de tal manera que su mano derecha
tiene que sostener su estómago al inclinarse hacia
enfrente, mientras su cara se torna roja como la salsa
cátsup tras enormes carcajadas donde es inevitable
que su saliva brote de su boca, conteniéndola con su
mano izquierda.
Zapatito veloz… un hombre de 40
años de edad y 18 de experiencia en
el arte de hacer reír. Con problemas,
preocupaciones, familia, sueños,
ideales, valores ideologías. Pero que
cuando está en escena todo esto pasa
a segundo plano porque su único
objetivo es lograr hacer reventar de
risa a su público porque “la moneda
es del tamaño del valor que se le da
a tu trabajo” mientras transcurre su
función se puede notar como se van
apagando sus ganas y por supuesto
el cansancio se hace presente, sus cabellos crespos
empapados de sudor suplicando que la naturaleza se
apiade y le regale un rocío de frescura, un soplo de
viento para refrescarse un poco.
Al termino de los 40 minutos, Zapatito veloz remata
sus chistes diciendo: “y ahora móchese con mi dinero,
órale no se me vaya sin darme mi dinero” pasa una
gran cascara de pochitoque para que las personas le
otorguen una moneda uno que otro billete, una gran
sonrisa de agradecimiento es lo que recibe Elder al
término de cada una de sus funciones.
Es hora de quitarse las caretas llenas de sonrisas y
gozos, regresan a Elder los problemas y preocupaciones
que lo aquejan, mientras se quita su chaleco inclina su
cabeza observando sus zapatos, sus ojos reflejaban
claramente la necesidad de irse de aquel lugar, se quita
la playera de rayas y los enormes zapatos siguiendo
con los pantaloncillos.
Guardando todas sus herramientas de trabajo como
globos, bastones, bolilocas (pequeñas bolas de globos
rellenas de harina), etc. Se marcha con rapidez para
no llegar más tarde a la cita donde desde temprano
lo están esperando, Elder irá a cuidar a su madre al
hospital donde ella está luchando contra el reloj,
sufriendo por soportar un día más de dolorosas agujas
que introducen medicamentos a su sangre.
Esta es la vida detrás de las sonrisas maquilladas
y la nariz roja falsa. Él es Elder quien lo único que
quería esta noche era estar al lado de su madre, pero
que tuvo que trabajar brindándoles sonrisas a todos
y haciéndolos olvidar sus problemas. Sin importar los
que a él le aquejan.
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