
interior de la porción adyacente, como si se tratara del segmento de un telescopio. Cuando ocurre esto, se produce una obstrucción intestinal y las paredes intestinales que están en contacto presionan una contra otra. Esto, a su vez, cursa con hinchazón, inflamación y disminución de la irrigación sanguínea en los segmentos intestinales afectados.
La principal causa de obstrucción intestinal en niños de entre
3 meses y 6 años de edad es la invaginación intestinal, la cual:
•afecta preferentemente a niños de entre 5 y 10 meses
de edad (el 80% ocurre antes de los 24 meses).
•afecta a entre uno y cuatro de cada 1.000 lactantes.
•es de tres a cuatro veces más frecuente en los bebés de sexo
masculino.
Signos y síntomas.
Los niños con invaginación intestinal tienen fuertes dolores
abdominales, que suelen empezar tan súbitamente que provocan
llantos intensos y angustiosos y llevan al niño a encoger las rodillas
sobre el pecho. El dolor suele ser intermitente, pero es recurrente y
va en aumento. Cuando disminuye el dolor, un niño con invaginación
intestinal puede dejar de llorar y parecer que está bien.
Otros síntomas frecuentes de invaginación intestinal
incluyen:
•abdomen hinchado o distendido.
•heces mezcladas con sangre y mucosidades, a veces descritas
como “jalea de grosella” (el 60% de los lactantes con invaginación
intestinal tienen este tipo de deposiciones).
•vómitos de bilis, un líquido amargo segregado por el hígado
que suele ser de color entre dorado-amarronado y verdoso.
•somnolencia o amodorramiento.
•respiración superficial.
•ruidos roncos al respirar (similares a los gruñidos).
Conforme vaya progresando la enfermedad, el niño se debilitará
progresivamente y es posible que tenga fiebre e incluso un choque
hipovolémico, cuyos síntomas incluyen: aletargamiento, taquicardia
(aceleración de la frecuencia cardíaca), pulso débil, hipotensión y
respiración rápida.
Causas:
Las causas de la invaginación intestinal en lactantes se
desconocen, aunque hay varias teorías al respecto. Puesto que hay
más casos de invaginación intestinal en primavera y otoño, esto
parece indicar una posible relación entre la invaginación intestinal y
las infecciones vírales que suelen contraer los niños durante estas
estaciones, incluyendo las que afectan a las vías respiratorias
superiores.
A veces, la invaginación intestinal ocurre poco después de
un episodio de gastroenteritis. Las infecciones gastrointestinales
pueden provocar la inflamación del tejido linfático que recubre el
interior del tubo digestivo y cuya función consiste en luchar contra
las infecciones; esta inflamación puede favorecer el desplazamiento
de una porción de intestino en el interior de otra.
Las invaginaciones intestinales son más frecuentes en torno a
la edad en que se introducen los sólidos en la dieta de los lactantes.
Se ha sugerido que la introducción de nuevos alimentos
también puede provocar inflamación del tejido linfático que recubre
el interior de los intestinos, incrementándose las probabilidades de
desarrollar invaginaciones intestinales.
El pediatra examinará al niño,
prestando especial atención al
abdomen. A menudo el pediatra
palpará la parte de intestino afectada,
que estará inflamada y será dolorosa
al tacto, describiéndose a menudo
como una “masa en forma de
salchicha”. Síntomas como dolor
abdominal, encoger las rodillas sobre
el pecho, vómitos, aletargamiento
y heces mucosas y sanguinolentas
también son de gran ayuda para
hacer el diagnóstico.
Si el pediatra piensa que una invaginación intestinal puede ser
la causa del dolor, pedirá la opinión a un cirujano pediátrico, quien
examinará al niño y tomará decisiones sobre su tratamiento.
Es posible que el pediatra solicite una radiografía abdominal, que
puede o no mostrar signos de obstrucción intestinal. Una ecografía
abdominal también puede ayudar a hacer el diagnóstico. Si el niño
se ve muy enfermo, lo que sugiere una perforación intestinal, es
posible que el cirujano opte por llevarlo inmediatamente al quirófano
para corregir la obstrucción intestinal.
Los enemas de bario o aire se utilizan a menudo tanto para
diagnosticar como para tratar las invaginaciones intestinales. En
muchos casos, el enema de bario no sólo permite detectar la
invaginación sino que la presión ejercida en el interior del intestino
despliega el segmento de intestino que se había desplazado. El
enema de aire, también administrado por vía rectal de forma similar
al de bario, también se puede utilizar para diagnosticar y tratar las
invaginaciones intestinales.
En los niños mayores los enemas no suelen dar tan buenos
resultados y hay más Probabilidades de que necesiten someterse
a una intervención quirúrgica. Los cirujanos intentarán corregir la
obstrucción pero, si la parte de intestino afectada está demasiado
dañada, se deberá extirpar.
Complicaciones.
Si no se trata, la invaginación intestinal puede provocar
complicaciones graves. Estas complicaciones están directamente
relacionadas con la cantidad de tiempo transcurrido entre el
momento en que ocurre la invaginación y el momento en que
se trata. La mayoría de los lactantes que se tratan durante las
primeras 24 horas se recuperan completamente sin problemas. Si
se pospone el tratamiento, aumenta el riesgo de complicaciones,
que incluyen lesiones tisulares irreversibles, perforación intestinal,
infección e, incluso, muerte.
CUANDO LLAMAR AL PEDIATRA:
La invaginación intestinal es una emergencia médica. Si su hijo
presenta algunos de los síntomas de invaginación intestinal, como
dolor abdominal, vómitos o heces mucosas y sanguinolentas, llame
al pediatra o al servicio de urgencias médicas inmediatamente.
El pronóstico de las invaginaciones intestinales en lactantes es
muy bueno y, si se tratan pronto, las complicaciones son mucho
menos probables. Por lo tanto, no posponga el tratamiento -en
muchos casos el diagnóstico precoz permite tratar la invaginación
intestinal con éxito sin que el niño necesite pasar por el quirófano.
Dr. Enrique Sigala Gómez
Pediatra-
Cirujano Pediatra
Email: drsigala@hotmail.com
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