viernes, agosto 14, 2015

La lección del maestro

Hace unos días salió mi nieta Rosa Mariana de la Secundaria. Y con motivo de la Ceremonia de Clausura -o el Acto Académico que le llaman-, el doctor Manuel Fletes, director del Colegio Amado Nervo, en la Ciudad de México, dirigió un mensaje a los asistentes, especialmente a los alumnos que egresaban, al que no le hubiera yo puesto atención si no ha sido porque empezó pidiendo perdón. 
No es común que la gente pida perdón, mucho menos un maestro a sus alumnos, en este caso el director del plantel. “Es tiempo -dijo- de pedir perdón por las faltas que tuve con cada uno de ustedes, y también por mis pecados de omisión”. Desde ese momento captó mi atención. Éste -pensé- va a decir cosas interesantes, porque es un hombre inteligente y humilde. 
Y así fue. A continuación explicó algo que los mediocres y soberbios pierden de vista muy fácilmente: “Nadie es perfecto, todos tenemos defectos o aspectos que debemos mejorar de nuestra personalidad, para lograr una mejor calidad de vida y cercanía con los demás. Pero… por lo general se nos dificulta reconocerlos, o a veces ni siquiera nos damos cuenta de que los tenemos, de lo que somos. Siempre es más fácil ver los de los demás. Debemos reconocernos, descubrir nuestras virtudes y nuestros vicios”. 
Y así se fue, citando a algunos autores clásicos, citas que mezclaba con su propio pensamiento, dando como resultado un mensaje emotivo y profundo, que me impactó y me propuse compartir con quienes me hacen el favor de leerme. Esto es en parte lo que dijo: 
“San Agustín nos dice: ‘Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti’. Y Amado Nervo: ‘Porque soy el arquitecto de mi propio destino, que si extraigo las hieles o la miel de las cosas, es porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas, cuando planto rosales cosecho siempre rosas’. Soy yo, nadie más”. 
“Un día un joven le preguntó a un hombre sabio si es cierto que Dios ha fijado un destino para cada ser humano y que, según esto, no importaría lo que hagamos o dejemos de hacer, pues igual unos irían al cielo y otros al infierno. El sabio se quedó pensando por unos momentos y le contestó: ‘Hijo mío, el destino que Dios tiene para ti y para todos es el cielo, pero aunque Jesucristo ya pagó por nuestra salvación, el cielo depende de ti’. El mundo que quieres depende de ti”. 
“Por eso cuida siempre lo que piensas, porque tus pensamientos se volverán palabras. Cuida tus palabras, porque éstas se convertirán en tus actitudes. Cuida tus actitudes, porque más tarde o más temprano serán tus acciones. Cuida tus acciones, que terminarán transformándose en costumbres. Cuida tus costumbres, porque ellas forjarán tu carácter. Finalmente, cuida tu carácter, porque esto será lo que forje tu destino”. 
“San Pablo nos recuerda: ‘Al final cada uno cosechará lo que ha sembrado’. Así que no quiero correr sin preparación, ni boxear dando golpes al aire. Cada uno en lo personal somos responsables de nuestros propios actos. Reflexionemos: El ser responsable es aquel que responde por sus actos, se hace cargo de sus consecuencias y aprende de ellas. Porque somos libres a la hora de tomar decisiones, debemos ser también responsables de lo que vayamos eligiendo y de sus consecuencias”. 
“La responsabilidad es el complemento irrenunciable de la existencia de quienes somos libres. Por eso es tan importante detenernos un momento antes de cada nueva elección, para valorar los pros y los contras, para analizar a fondo cada posibilidad. Seremos, así, capaces de descubrir con franqueza si lo que deseamos hacer corresponde a un proyecto de egoísmo enfermizo, o si nos conduce hacia el bien que hace bella la propia vida y la de quienes viven a nuestro lado”. 
“Todos hemos venido al mundo como niños totalmente dependientes de otros. Hemos sido dirigidos, educados y sustentados por otros durante bastante tiempo, y está claro que si no hubiera sido así no habríamos vivido más que unas pocas horas, o a lo sumo unos pocos días. Después nos fuimos haciendo cada vez más independientes. Se podría decir que nos fuimos haciendo cargo gradualmente de nosotros mismos”. 
“Una persona con una dependencia física (un paralítico o un enfermo de Alzheimer, por ejemplo) necesita ayuda de los demás. Una persona que sea dependiente emocionalmente, tomará sus decisiones y se sentirá segura en función de los demás, de lo que otros piensen de él. Una persona que sea dependiente intelectualmente, cuenta con que otros piensen y decidan por él ante los principales problemas de la vida. En cambio, una persona independiente se desenvuelve por sus propios medios, tiene su propia opinión sobre las cosas y sus propias pautas para la construcción de su vida”. 
“La independencia personal nos hace actuar por cuenta propia, en vez de entregar a otros el control de nuestra vida, y eso es un logro muy importante. Pero no es suficiente como meta final de una vida. Parece claro que conviene siempre añadir a la independencia una buena dosis de sensatez y buen criterio, para no caer en la idiotez independiente, que no por independiente deja de ser idiota. No seamos dependientes, busquemos la verdad que nos hará libres”. 
“Un típico comportamiento humano es el de buscar culpables de los propios errores, o de las cosas que no dan el resultado que esperábamos, en factores externos a uno mismo. Culpamos a otras personas, al tiempo, al signo del zodiaco, a nuestra mala suerte, etc. en vez de intentar darnos cuenta de la participación que tuvimos en lo que sucedió. Es muy cómodo atribuirles a terceros que las cosas no hayan salido como queríamos”. 
“¡Vaya excusa!, esto nos da cierto matiz de seguridad, ya que nos deslinda de toda responsabilidad sobre los acontecimientos de nuestra vida. Negamos la realidad, somos dependientes, cuando debemos de ser independientes con responsabilidad. Mis aciertos son míos, los desaciertos no me corresponden, son por culpa de los otros. Proyectamos nuestra infelicidad en los demás, en lugar de tomar medidas para hacer los cambios que, obviamente, nos darán resultados. Cada uno es responsable de sus propias decisiones y por ende de sus actos”. 
Hay muchas personas que siempre están buscando un culpable de su situación, siempre buscando una excusa o un chivo expiatorio a quien hacer responsable. Pero la verdad, aunque sea difícil de aceptar, es que no existe un agente externo de nuestras causas, más que nosotros mismos. Si estás presentando problemas y limitaciones, pues eres tú quien los creó y eres tú quien tiene que resolverlos, no se puede pretender que alguien más lo haga por ti”. 
“No se puede esperar a que venga el gobierno perfecto, que es algunas veces el primer blanco a quien culpar cuando las cosas no marchan bien; o esperar a tener la pareja perfecta, la familia perfecta. Generalmente el problema reside en nosotros mismos. No nos preguntemos qué van a hacer por mí, sino qué voy a hacer yo por mí y por mi prójimo”. 
“El mundo, la vida no es todo alegría y color, y por muy duro que tú seas, es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si no se lo impides. Ni tú, ni yo, ni nadie golpea más fuerte que la vida, y no importa lo fuerte que tú golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas con fe, esperanza y caridad. Hay que soportar sin dejar de avanzar. ¡Así es como se gana!”- 
“Si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces. Pero tendrás que soportar los golpes. Y no puedes estar diciendo que no estás donde querías llegar por culpa de él, de ella, ni de nadie. Eso lo hacen los cobardes. ¡Y tú no lo eres! ¡Tú eres capaz de todo!” 
“Recuerda: Busca la verdad que te hará libre, ya que Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti. Y tú eres el arquitecto de tu propio destino. ¡Tú eres capaz de todo!. Ciencia, Patria y Honor. Colegio Amado Nervo”.

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