Los días pasan sin dar tregua a nada y nos dan reflejo de
que somos, como somos y hacia dónde vamos. Los seres
humanos vivimos de ciclos que se repiten, generando usos y
costumbres que más tarde se transforman en leyes ya sean
civiles o eclesiásticas o simplemente tradiciones.
Hoy en día nos es común ver como el consumismo nos
lleva de la mano y se vale de tradiciones con mucho fondo y
sentido y las transforma en ganancias económicas. En este
sentido hay mucha materia por hablar mes tras mes, pero
hoy ya entrado el Otoño hablemos de esas festividades que
involucran los últimos días del mes de Octubre y los primeros
de Noviembre. Por principio de cuentas vallamos a Europa
en la época medieval donde surgen los festivales de Otoño.
Recordemos las temperaturas tan bajas que se presentan
en este continente desde la mitad de esta estación hasta
la primavera y que en aquellas épocas la mayoría de la
sociedad tenía su sustento económico de manera directa de
la agricultura y ganadería, para lo cual trabajaban arduamente
en primavera y verano, al concluir, ésta era la época de la
cosecha la cual para finales de Octubre quedaba cubierta
la labor. Al término de esta actividad hacían sus festivales
para convivir entre ellos y agradecer a sus deidades (para
algunos la tierra misma) las bendiciones recibidas. Al mismo
tiempo recordemos que en ciclo solar las horas luz se van
reduciendo, generando noches más largas o de penumbras
como muchos las llaman, dando pie a lo desconocido o al
infra mundo, fue en Inglaterra donde surge la noche de brujas
(recordemos que para la inquisición el termino de brujas era
tan amplio que no solo se refería a astrónomos, científicos,
médicos o a los hechiceros) esta tradición la pusieron al final
del mes de Octubre para también dar festejo a aquello que no
podían comprender y lo dedicaron al ocultismo al
fi nal de los festivales de las cosechas, así mismo,
quemaban toda la hierba mala y todo desecho
de la cosecha como signo del maligno y hacían
ritos de ocultismo . Esta tradición se extendió por
toda Europa y llegó a Norte América, de donde se
expandió al resto del continente como una plaga
y como un grito de ruptura de valores y de falta
de identidad.
La iglesia Católica tomo cartas en el asunto
para combatir al paganismo en general, pero
en especial al anglosajón (con el cual tuvieron
problemas a la separación de Enrique VIII) Y
decide dedicarle una solemnidad a todos seres
que han partido de este mundo en santa paz y así
generar un día de luz después que muchos piden
y viven un día de obscuridad.
Muchas culturas han dedicado grandes monumentos al
paso de esta vida a la otra y lo que para muchos es su regreso
y otros como simple gratitud a la vida misma. Asi tenemos el
Taj Mahal, las pirámides en Egipto, en el Perú y por su puesto
las pirámides de México, aunque no solo en ellas se refleja
lo que somos como nación en relación al día de muertos,
es tan multicultural, como las tradiciones purépechas, las de
la región del centro del país, o las del occidente. Muchos
Méxicos en uno solo, lo que en ninguna parte falla es esa
visión de la muerte y el mexicano eternamente enamorado de
la flaca, la tica, etc. Cultura no hay en el mundo que se burle
de ella fuera de nuestra idiosincrasia donde jugamos, nos
burlamos y hasta la retamos día a día, le escribimos versos
como a la novia y hasta en noche de luna, alegrados por
unos tequilas, le llevamos serenata. No es que el mexicano
no le tema a la muerte, si no que dentro de su fe ve a la
muerte como un paso que se tiene que dar y cree que su
legado perdurará en sus gentes, se va físicamente, pero su
esencia se queda en sus actos, esto no implica que le deje
de doler la muerte de un ser querido, más en su fe sabe que
lo volverá a ver y que vida solo hay una, venimos de Dios
y hacia el vamos, así trata de vivir al máximo para darle un
tributo al creador.
En nosotros está el dejarnos guiar por el consumismo
de festividades no propias y de veneración al ocultismo o
en vivir, festejar y fomentar nuestras Historias, Valores y
Tradiciones.
HISTORIA, VALORES Y TRADICIONES
José Ignacio González Villalobos
José Ignacio González Villalobos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario