Basados en el libro del profeta
JEREMÍAS
De la Santa Biblia
JEREMÍAS
De la Santa Biblia

pero ahora tiempo
después, Él quiere que maduren
como pueblo y como personas y
mediante los nuevos profetas les
empieza a exigir que sean más
responsables. Les pide que sean
justos y misericordiosos entre sí,
y que sean fi eles a su alianza con
Él. Jeremías será el prototipo del
profeta que habla de las exigencias
de Dios ante un pueblo que se
muestra reacio a obedecer.
En el capítulo 1, Jeremías nos
dice cómo lo llamó Dios.
4 Me llegó una palabra de Yavé:
5 «Antes de formarte en el
seno de tu madre, ya te conocía.
6 Yo exclamé: «Ay, Señor, Yavé,
¡cómo podría hablar yo, que soy un
muchacho!»
7 Y Yavé me contestó: «No
me digas que eres un muchacho.
Irás adondequiera que te envíe, y
proclamarás todo lo que Yo te mande.
8 No les tengas miedo, porque estaré
contigo para protegerte, palabra de
Yavé.»
9 Entonces Yavé extendió su mano
y me tocó la boca, diciéndome: «En
este momento pongo mis palabras en
tu boca. 10 En este día te encargo los
pueblos y las naciones.
Jeremías hablará de un Dios que
exige que se porten bien y que al
ver que su pueblo no le obedece, lo
amenaza con castigos por su rebeldía.
En el capítulo 4, el Señor nos dice:
20 Las derrotas se suceden una
tras otra, el país va quedando desierto.
22 Esto te pasa porque eres un
pueblo estúpido que no me conoce.
Ustedes son hijos tontos y sin
inteligencia que saben hacer el mal
pero no el bien.»
En el capítulo 5, el Señor nos dice:
7 ¿Cómo te voy a perdonar? Tus
hijos me han abandonado tomando
por Dios a los que no lo son. Cuando
cuidaba que nada les faltara, ellos se
entregaron al adulterio. Juntos acudían
a la casa de las prostitutas. 8 Son potros
satisfechos y lozanos que relinchan por
la mujer de su prójimo. 9 ¿Y no voy
a castigar tales acciones? ¿No he de
vengarme de una nación como ésta?
El pueblo de Israel sigue sin
obedecer, y en el capítulo 7, el Señor
les dice y nos dice cual es a los ojos de
Dios la verdadera religión:
23 Lo que les mandé, más bien,
fue esto: Escuchen mi voz, y Yo seré
su Dios y ustedes serán mi pueblo.
Caminen por el camino que les indiqué
para que siempre les vaya bien.
24 Pero ellos no me escucharon ni
me hicieron caso, sino que siguieron
la inclinación de su corazón malvado,
me dieron la espalda y me volvieron la
cara.
En el capítulo 9, el Señor no dice
cual es La verdadera sabiduría:
22 Así dice Yavé: «Que no se alabe
el sabio por su sabiduría, ni el valiente
por su valentía, ni el rico por su riqueza.
23 Quien quiera alabarse, que
busque su alabanza en esto: en tener
inteligencia y conocerme. Yo Soy Yavé,
y mi obrar en la tierra no es más que
bondad, rectitud y justicia. Estas son
las cosas que me gustan, palabra de
Yavé.
Los israelitas no entienden que
ahora son débiles por no obedecer a
su Dios. Los Reyes de Israel al sentirse
débiles como nación ponen su confi anza
en aliarse con los países fuertes. Así
cuando los amenaza alguna nación
de mesopotamia, buscan fortalecerse
haciéndose aliados de Egipto, y
cuando los amenaza este país, buscan
el apoyo de Babilonia o cualquier otra
nación fuerte de mesopotamia. Pero
Dios les dice que son débiles porque
se han alejado de Él y que la solución
a sus problemas es buscar a Dios,
no buscar la ayuda de las naciones
fuertes.
En el capítulo 17, el Señor no dice:
5 Así habla Yavé: ¡Maldito el
hombre que confía en otro hombre,
que busca su apoyo en un mortal, y
que aparta su corazón de Yavé!
7 ¡Bendito el que confía en Yavé,
y que en él pone su esperanza!
8 Se asemeja a un árbol plantado
a la orilla del agua, … su follaje se
mantendrá verde
en año de sequía no se inquieta, ni
deja de producir sus frutos.
10 Yo, Yavé, Yo escudriño el
corazón y sondeo las entrañas; Yo
doy a cada cual según su conducta
y según el fruto de sus obras.
Dios ha amenazado a Israel,
pero luego les muestra su modo
de proceder, y les explica cómo
los humanos se ganan sus propios
problemas y cómo se pueden alejar
de ellos.
En el capítulo 18: En casa del
alfarero.
1 Aquí viene una palabra que Yavé
dirigió a Jeremías: 2 «Levántate y
baja a la casa del que trabaja la arcilla
3 Bajé, pues, donde el alfarero que
estaba haciendo un trabajo al torno. 4
Pero el cántaro que estaba haciendo
le salió mal, mientras amoldaba la
greda. Lo volvió entonces a empezar,
transformándolo en otro cántaro a su
gusto. 5 Yavé, entonces, me dirigió
esta palabra: 6 «Yo puedo hacer lo
mismo contigo, pueblo de Israel 7
A veces Yo hablo respecto de algún
reino o de alguna nación, amenazando
con destruir y arrancar. 8 Mas ellos
cambian su proceder, dejando la
maldad que Yo denunciaba. Entonces,
Yo también cambio mis proyectos y
ya no les quiero causar ningún mal. 9 Otras veces, Yo hablo respecto
de alguna nación, o de algún reino,
prometiendo edificar y plantar. 10 Mas
ellos hacen lo que me desagrada y
dejan de escuchar mi voz. Entonces
Yo también me arrepiento y ya no
quiero hacerles el bien que prometía.
Jeremías, al igual que muchos de
nosotros, a veces llegó a sentir que
la vida era demasiado dura para ser
vivida, llegó a sentir que las pruebas
que vivía eran insoportables y sin
sentido. Antes que él, los profetas
hablaban de parte de Dios diciendo
que El Señor los salvaría, pero ahora,
Jeremías habla diciendo que Dios
exige a su pueblo que sea mejor y
como no quieren componerse, los
amenaza con enviarles castigos
que llegarán del norte, en forma de
invasiones de parte de las naciones
de Asiria o Babilonia. La gente no le
cree a Jeremías que Dios de verdad
lo esté utilizando como su instrumento
y entonces lo atacan, lo golpean y lo
meten a la cárcel. Y Jeremías a veces
se cansa de la misión que Dios le dio,
y de estar aguantando las tonterías de
sus conciudadanos que se consideran
hombres buenos, que creen que le
están cumpliendo a Dios y que Éste,
más que regañarlos, los debería
felicitar. Así que se dedican a estar
persiguiendo a Jeremías para que no
anuncia castigos de
parte de Dios. Es en
este ambiente que
Jeremías dice en el
capítulo 15:
¿Por qué me
has abandonado?
10 Ay de mí,
¡madre mía!, ¿por
qué me diste a
luz? Soy hombre
que trae líos y
contiendas a todo el país. No les debo
dinero, ni me deben. 11 Di, Yavé, si
no te he servido bien: ¿no intercedí
ante ti, por mis enemigos, en el tiempo
de la desgracia y de la angustia? Tú
lo sabes. 15 Yavé, acuérdate de mí
y defiéndeme y véngame de mis
perseguidores. No detengas más tu
ira. Piensa que por tu causa soporto
tantas humillaciones.
y el capítulo 20
14 ¡Maldito sea el día en que nací,
en que mi madre me dio a luz: ¡No sea
bendito!
15 Maldito sea el que avisó a mi
padre y le colmó con esa alegría: «Te
ha nacido un hijo varón.»
Dios termina anunciando una
nueva forma de hacer las cosas, en
las que Él intervendrá personalmente
para que su pueblo conozca a su
Dios, le obedezca y sea salvo.
En el capítulo 31, el Señor no dice
que hará una Nueva Alianza:
31 Ya llega el día, dice Yavé, en
que Yo pactaré con el pueblo de Israel
(y con el de Judá) una nueva alianza.
32 No será como esa alianza
que pacté con sus padres, cuando
los tomé de la mano, sacándolos
de Egipto. Pues ellos quebraron la
alianza, siendo que Yo era su Señor,
palabra del Señor.
33 Esta es la alianza que Yo
pactaré con Israel en los días que
están por llegar, dice Yavé: pondré mi
ley en su interior, la escribiré en sus
corazones, y Yo seré su Dios y ellos
serán mi pueblo.
34 Ya no tendrán que enseñarle
a su compañero, o a su hermano,
diciéndoles: «Conozcan a Yavé.»
Pues me conocerán todos, del más
grande al más chico, dice Yavé.
Por Javier Contreras
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