jueves, diciembre 03, 2015

Las carreteras del país

¿Recuerda el chiste que Teo González hizo a costa de Carlos Salinas de Gortari, acerca de las carreteras en las que afirma en su informe, que se construyeron 5,000 kilómetros de carreteras: dos mil quinientos de ida y dos mil quinientos de regreso? Como puntada es bastante ingeniosa y produce buena hilaridad. 
Las carreteras son indudablemente obras que contribuyen enormemente al desarrollo económico, social y cultural de un país y de las regiones por las que cruza, pues las comunicaciones facilitan el movimiento de personas y mercancías, así como los llamados caminos “sacacosechas” 
Al igual que en los libros de anatomía aparece el sistema circulatorio, en los mapas aparecen las carreteras y caminos secundarios, que conforman la importante red de distribución que permite el acceso a lugares antes inaccesibles, llevando y trayendo el oxígeno para la sangre del desarrollo del país. 
Normalmente al hablar de sangre, nos viene a la mente, siempre que la vemos o la imaginamos, relacionarla con heridas o incluso con la muerte y no estamos equivocados. Pero la sangre es vida para nuestros cuerpos y mientras no la vemos ni nos acordamos de ella y las carreteras se manchan de sangre con más frecuencia de la conveniente. 
Hay carreteras famosas por diversas razones; en los Altos de Jalisco, contamos con la llamada “ Carretera del Amor”, de muchos conocida y que será tema de otra ocurrencia, y que parte de la carretera federal 80, de Tepatitlán a Arandas y que hay razones valederas para llamarla así. 
Pero hay otras a las que se les llama “ las carreteras de la muerte”, por la gran cantidad de accidentes que ocurren en ellas. En realidad no hay carreteras peligrosas; lo que sí hay y muchos son conductores peligrosos pues en ocasiones manejamos inadecuadamente de acuerdo a las circunstancias. No es lo mismo conducir en tiempo seco que con lluvia y no se puede manejar igual en caminos rectos que sinuosos. 
Teóricamente no debieran existir los accidentes carreteros que tantas vidas cuestan y daños causan. Veamos: En los choques, la causa principal es rebasar donde y cuando no se debe, principalmente por la impaciencia del conductor y el deseo constante de llegar pronto; ¿para qué? No sé, pero hay que llegar pronto. 
Si tiene que llegar pronto porque lo exige un horario de llegada, déle tiempo al tiempo y parta más temprano, no arriesgue a tener que manejar a velocidades inconvenientes, porque lleva el tiempo “recortado”. Recuerde que la línea continua nos indica que no se debe rebasar. Si un Policía Federal lo encuentra rebasando en estas circunstancias, seguro que lo infracciona, así tenga visibilidad suficiente. 
En las volcaduras, la causa mayoritaria es el exceso de velocidad y el desconocimiento de las carretas en cuanto a las curvas. Si circulamos por una carretera que no conocemos, debemos poner mayor concentración en la conducción, pues no sabemos las circunstancias en cuanto a si son curvas muy cerradas o curvas “normales” o el camino está en muy mal estado. Todo influye. 
Referente a los accidentes causados por fallas mecánicas, teóricamente tampoco debieran ocurrir. Se supone que un vehículo debe recibir servicios de mantenimiento programados que garanticen el buen funcionamiento y duración de las partes que lo componen; así el margen de seguridad es muy bueno, referente a la prevención de accidentes por desgaste de las partes. 
Otra causa más frecuente de lo que se cree, es el cansancio, que produce sueño y una gran cantidad de accidentes con sus inevitables y desagradables consecuencias. No se sienta Supermán y tome descansos en escalas, sobre todo en viajes largos. Si siente sueño al conducir, no le dé vergüenza y dígalo a sus acompañantes o pasajeros y duerma aunque sea unos minutos y despabílese, lávese la cara y continúe su camino. 
Se recomienda manejar a la defensiva, esto es, pensar que en cualquier momento otro conductor puede cometer un error y con frecuencia es verdad. No se trata de catalogar a los demás conductores como una bola de babosos, pero en ocasiones todos cometemos algún tipo de error, que si lo prevemos al observar las circunstancias del momento, podemos suponer que es posible que ocurra y lo podemos prevenir y evitar. 
Entonces podemos afirmar que la causa principal de los accidentes, no son las carreteras sino el factor humano y todo es cuestión de actitud y prevención. 
Cuando al iniciar un viaje oramos a Dios para que nos cuide, recordemos que le estamos pidiendo que nos cuide de los demás y que nosotros nos encargamos de nuestra propia responsabilidad, haciendo exactamente lo que nos corresponde para tener un viaje placentero y seguro. 
Si va a viajar, revise bien su vehículo siempre y tómese su tiempo para poder gozar del enorme placer de conducir con toda calma y seguridad. 

Gonzalo “Chalo” de la Torre H.
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal.
A 20 de Septiembre de 2011

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