
La escoba ha sufrido grandes transformaciones a través
de su historia; desde aquella hecha con simples ramas o zacates
grandes (esos son lo zacatones) atadas por una simple cuerda o
fibra vegetal, hasta las actuales, planas y de plástico, con una capa
ancha para abarcar y recoger más suciedad. La era del plástico,
pues.
Para la mayoría de las familias, una escoba es simplemente
un utensilio necesario que facilita la recolección de los desechos
domésticos y debido a su origen no es nada importante (salvo
cuando no hay una a la mano). Pero hay un grupo de personas
para quienes la escoba es algo más que un simple artefacto para
hacer acopio de la basura. Es su herramienta principal y su medio
de servir a miles de personas. Sí, miles de personas.
Los barrenderos (dicho sea con el mayor de los respetos)
viven de la escoba y el recogedor pero su trabajo no es recoger
la basura propiamente; su servicio social es mantener limpios los
espacios públicos que usted y yo ensuciamos imprudentemente
(si no le cae el saco, no se lo ponga), ya que como alguien dijo
atinadamente, la ciudad más limpia no es la que más se barre sino
la que menos se ensucia. Por doquier vemos restos de basura
de las más diversas índoles; envolturas de papitas o gansitos,
chicles pegados dondequiera que pise, papeles arrugados,
pañales usados, toallas femeninas a media calle que indican que
quien la portaba andaba en “sus días”, cáscaras de frutas, semillas
diversas o sus cascaritas, restos de guasanas, billetes del Melate
no premiados y en fin, toda la basura que se pueda imaginar.
Es increíble que podemos ver a personas que tiran la basura
al suelo, habiendo un depósito para ese fin, a escaso un metro de
la mano que arroja un desecho cualquiera.
Pues lo señores barrenderos, se encargan de levantar esos
desechos que cada día se ven con más frecuencia. ¿Nos estamos
haciendo más cohinones o simplemente nos vale?
No cabe duda; la limpieza se nota más porque no se nota.
Parece una pendejada lo que acabo de decir, y tal vez lo sea, pero
nos fijamos en la limpieza solamente cuando no la hay, o sea, se
nota más cuando brilla por su ausencia.
Nunca he podido comprender el por qué ese oficio de
importancia fundamental en nuestras vidas, pasa desapercibido…
¡qué digo desapercibido!¿por qué es menospreciado y
despreciado?
¿Se ha fijado que cuando usted se levanta las calles ya están
limpias, al menos las calles principales o más céntricas?, ¿los
espacios públicos ya lucen presentables al amanecer? ¿sí?, pues
eso se debe a que los señores barrenderos, sacrifican horas
de su sueño levantándose de
madrugada, para que usted y yo,
gocemos de un ambiente limpio y
agradable para comenzar el día.
Algunas personas me han
comentado que no debe ser
nada agradable para quienes
realizan ese trabajo de recolectar
los desechos hediondos que
producimos por toneladas al día;
claro, no hay basura que huela
bonito. Además la basura lleva un
sinfín de gérmenes y bacterias que
pueden afectar seriamente el
estado de salud para quienes conviven
con ella todos los días. Por supuesto que no es
agradable; pero alguien lo tiene que hacer. Razón de más para
estar agradecidos con ellos.
Ellos hacen lo que nosotros no hacemos por nuestro
ambiente.
Ellos hacen el trabajo sucio en lugar nuestro. Ellos
arriesgan su salud por nuestro bienestar. ¿No sería justo que de
vez en cuando les manifestemos por algún medio nuestra gratitud?
¿No sería de justicia hacerles ocasionalmente algún obsequio que
llevara no sólo un bien material sino el símbolo de nuestra gratitud?
Ya hace tiempo que hay personas que tratan de hacer
comprender a la sociedad, que los barrenderos son personas como
usted y como yo; con necesidades materiales, afectivas, familiares
y de desarrollo y que realizan una labor realmente benéfica para
los ciudadanos. Desde aquella película del compadre Cantinflas,
que trata de hacer ver a la sociedad que el barrendero es uno más
de los integrantes escenciales de una sociedad y su importancia
no desmerece; por el contrario, crece, pues es una de las labores
de mayor beneficio popular y cotidiano.
En pleno siglo XXI , aún hay quienes ven a los y las
barrenderas, como personas escasas de cualidades intelectuales
o incluso hay queines los tildan de retrasados. ¡Cosa más falsa! E
insultante.
Hay quien supone que quienes trabajan en eso, lo hacen
porque sus capacidades no dan para más. ¡cosa más falsa!.
Entre personas de esa actividad, conozco personas que han
concluido la preparatoria, es sólo que las oportunidades no llegan
siempre a quien las pueden aprovechar. La vida no siempre
pone oportunidades iguales a todos. Entre esos barrenderos, se
encuentra un buen amigo mío a quien admiro y que se dedica a
mantener limpia todos los días el área de La Alameda, don Pancho,
que no sólo es un cautivo de la lectura diaria sino que escribe
cuento y poesía y posee más cultura que más de cuatro.
Si hay el día del amor, el día del cartero, el día del jardinero,
el día del compadre, el día de la secretaria, el día de los albañiles,
el día del servidor público, hasta el día del árbol; ¿cómo es que no
hay un día del barrendero y festejarlo como merece? Digo, yo digo.
Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
chalo2008jalos@hotmail.com
Jalostotitlán, Jal. a 10 de diciembre de 2015
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