Por: Mtro. Pablo Huerta Gaytán
Se deben considerar los conceptos, necesidad e
importancia que tiene para todos los empresarios,
trabajadores, granjeros, avicultores, ganaderos, industriales,
porcicultores, caprinocultores y sociedad en general, la
importancia que tiene la seguridad e higiene industrial, la
medicina del trabajo y la bioseguridad, cuyo costo no debe
ser considerado como un gasto infructuoso sino como una
inversión redituable.
Actualmente también se hace indispensable
reflexionar acerca de la ergonomía, otra disciplina hermana
de las anteriores que, impone el análisis de las relaciones
entre las personas, su trabajo y desde luego el medio en el
que lo desempeña.
De acuerdo con lo expuesto en un artículo
de Constanza Fachal y M. Victoria Motti (2008), por
ergonomía se entiende que “es una ciencia que estudia las
características, necesidades, capacidades y habilidades de
los seres humanos, analizando aquellos aspectos que afectan
al entorno artificial construido por el hombre relacionado
directamente con los actos y gestos involucrados en toda
actividad de éste”.
Estamos en México y específicamente en la región
de Los Altos de Jalisco, entonces hay que analizar primero lo
que podría considerarse y lo que implicaría una ‘ergonomía
de los alteños’.
Como analizar es descomponer el todo en sus partes,
igual que un rompecabezas, hay que conocer las piezas
que la componen; es decir, primero identificar algunas de las
características propias de los alteños.
Veamos: El traje típico, su vestimenta, alimentación y gusto
por la música, son representativos de su arraigo al terruño, de
su folclor y cultura auténticamente mexicana que, no sólo a
los alteños, sino a todos los mexicanos en general, nos hace
únicos y distingue del resto de los habitantes del mundo.
De las necesidades, como en casi todas las regiones de
México, en Los Altos de Jalisco fieles a ese popular refrán de
“la carga hace andar al burro”, los habitantes de municipios,
comunidades, poblados y rancherías alteñas, suelen resolver
sus carencias en todos los aspectos, impulsados por esa
férrea voluntad que logra superar los obstáculos.
En cuanto a las capacidades, basta con mirar alrededor
y darse cuenta de ello. Con trabajo y decidido empeño
sus habitantes han transformado el paisaje ambiental, hoy
artificial por los cultivos de granos y agaves, las numerosas
empresas tequileras y gran cantidad de granjas avícolas y
de porcicultores, de los hatos ganaderos; todo eso como
producto del cotidiano quehacer de los alteños en los centros
de producción pecuaria y agroindustrial que orgullosamente
colocan a la región en lugares destacados en México y
relevantes a nivel internacional que la distingue como cuenca
lechera, producción de bovinos, carne de cerdo, aves y huevo.
Qué decir de las habilidades que como seres humanos
también hacen único al alteño, quien cada día se globaliza,
pero sin dejar de lado su historia, cultura, raigambre religiosa
y manifiesta idiosincrasia que, por ejemplo, se puede observar
en la mayoría de las obras de sus pintores, escultores, poetas,
músicos, artistas y educadores.
El entorno artificial, que se observa en los paisajes alteños,
producto de las muy diversas actividades que desempeñan en
el campo, rancherías, poblaciones, comunidades y ciudades,
también habla por sí mismo. Los edificios antiguos, centros
históricos, mercados, parques, jardines, kioscos, edificios
públicos, parroquias y templos de cada cabecera municipal,
ofrecen a propios y a extraños majestuosas y coloridas
estampas que resaltan su origen, historia y cultura.
De los actos que distinguen a los alteños, destaca su
comportamiento, trabajo y vida rutinaria productiva; su
hospitalidad, en especial para quienes llegan de otras partes
con buenas intenciones, abren sus brazos y el corazón a
quienes con el tiempo y desempeño, se van ganando su
confianza; gentil en su proceder, sin dejar de ser observador,
saluda y desea el ‘buen provecho’ a los comensales que
suelen degustar alimentos en las cenadurías y restaurantes,
los puestos de tacos y hamburguesas.
En fin, podríamos seguir hablando mucho más de
los alteños, pero, con lo ya descritos se puede entender el
alcance social de la ergonomía en el entorno que nos rodea.
En todas sus aplicaciones, su cometido se enfoca a la
adecuación de labores, espacios, herramientas y en general
a las necesidades y capacidad de las personas para mejorar
su eficacia, bienestar y seguridad.
“El planteamiento ergonómico consiste en diseñar los
productos y los trabajos de manera de adaptar éstos a las
personas y no al contrario”, enfatizan en su publicación
Constanza Fachal y M. Victoria Motti, y tienen razón, por ello
hay que tomar en cuenta que todo lo que implica bioseguridad
no es gasto sino inversión.
Aunque la ergonomía es más frecuente que se aplique al
desempeño laboral, no hay que olvidar que desde el diseño
de los productos, deben relacionarse con las actividades
caseras, el descanso y hasta con el deporte. Incluso, los
productos deben adaptarse también a las personas con
funciones físicas limitadas como las personas mayores, los
niños y personas con discapacidad.
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