Observamos con tristeza que aún en pleno siglo XXI
seguimos viendo con frecuencia casos discriminatorios,
producto de una marcada ignorancia. Nadie refuta que
el acceso a la información es un privilegio cada vez
más generalizado; sin embargo, las consecuencias
negativas arraigadas a las actividades sexuales de
hombres y mujeres siguen siendo tema de alarma
social pero sobre todo de alerta para el sector salud.
Existen varias complicaciones que puede traer
un acto sexual no protegido, la mayoría de ellos sin
consecuencias trágicas,
cuando se recibe la
atención médica temprana.
En el peor de los casos
contagiarse del VIH-Sida,
enfermedad que carece de
tratamiento definitivo.
Debemos admitir que
aún existen familias en
el país con deficiente
o poca información y
peor todavía con nula
preparación para proceder
en torno a este problema
de salud pública y son las
victimas quienes sufren
graves consecuencias
físicas, emocionales, y
psicológicas.
En mi experiencia como
habitante de Tepatitlán de Morelos, he podido apreciar
que esta bella ciudad tiene aún alma de pueblo, lo
cual es admirable pero a la vez puede ser un violento
atributo de la región, porque al parecer se comparte
ésta característica con prácticamente el resto de las
localidades circundantes.
Se puede intuir, por ejemplo, que dicho atributo
puede presentar una amenaza para los portadores de
VIH-Sida, porque la sociedad juega un papel importante
en el desarrollo de las personas que, al resultar cero
positivas pueden ser víctimas de un sinfín de atentados
a su dignidad como personas.
Vale la pena invertir aún más en la educación de
los ciudadanos; la capacitación puede abrir fronteras
y romper prejuicios que atenten contra la integridad de
un individuo con ésta situación de salud.
Con la misma importancia se
deben considerar las acciones
de prevención de enfermedades
de cualquier tipo, así podremos
reducir el número de casos y
mejorar la calidad de vida de los
afectados respecto del trato que
pueden recibir de la sociedad.
Si actualmente todavía
algunas personas viven en la
ignorancia, es porque ellos así
lo desean, hay fundaciones,
muchas campañas alusivas
o simplemente el internet
de todo nos informa.
Desafortunadamente aún
falta mucho por aprehender (hacer propio) porque
siguen esas situaciones en que por ignorancia
señalamos al de enfrente en vez de ponernos en su
lugar, informarnos mejor y ayudarles.
Los jóvenes merecen un mundo más tolerante,
pacífico y con menos discriminación, las nuevas
generaciones saben que el día de mañana cualquiera
podría estar viviendo esa misma situación.
Por: Érika Aguirre García
2do. Semestre de Médico Cirujano y Partero
Materia Bioética y Universidad
Profesor-Asesor: Pablo Huerta Gaytán
Centro Universitario de Los Altos
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Correo:phuerta@cualtos.udg.mx
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