
La historia de un gran deportista Paralímpico
Ejemplo de voluntad, lucha y pasión, Jorge
Alberto Madrigal se ha acostumbrado a
coleccionar triunfos, en diez años de carrera
deportiva ha ganado más de 70 medallas, ha
competido en Europa, Sudamérica, Estados
Unidos y en prácticamente todo el país. Nació
sin una pierna y lo agradece a Dios.
“Yo soy feliz, si Dios me permitiera volver
a nacer me encantaría ser así, yo disfruto ser
una persona con discapacidad y la verdad es
que es el nombre correcto, discapacidad, soy
feliz a como soy, me gusta reírme, me gusta
disfrutar, me gusta ser quien soy, y yo creo
que Dios me hizo así por un propósito y ese
es mi propósito ser alguien diferente, marcar una diferencia
y más que nada marcarla en mi vida”.
A los 13 años, su padre José del Carmen lo inscribió a
un equipo de básquetbol en silla de rueda, fue su primer
acercamiento con el deporte, fue su cita con el destino.
Entrenaban en la deportiva, ahí lo invitaron a participar en
la paralimpiada nacional en lanzamiento de bala, jabalina y
disco, ahora su especialidad.
Sin saber nada del deporte que le daría tantas emociones,
aceptó e inició los entrenamientos. “Empezamos más que
nada por la invitación del viaje, por primera vez subirse a un
avión, estar en otro estado, creo que esa fue la emoción de
un niño”.
La competencia fue en Saltillo, Coahuila, ganó dos
medallas de oro y una de plata que nadie esperaba para
Tabasco, ni siquiera él.
“Decidimos incursionar, nos empezó a gustar todo esto,
sabíamos que teníamos potencial en paralimpiada, lo que
duré en los últimos años obtuve un récord de 18 medallas
de oro y tan sólo una de plata que fue la primera que tuve”.
A sus 23 años, ha aprendido el valor de la dedicación
y el esfuerzo, que cada éxito cuesta sudor, hambre, dolor,
tenacidad e inclusive, lágrimas, “mi sacrificio es el factor
tiempo, el no poder estar en mis mejores momentos, el no
estar con mi familia que me necesita; igual económicamente,
antes de llegar a este nivel que estoy, económicamente a
veces no había para todo, soportar muchas cosas, soportar
a veces días sin comer porque no tenía, y todo por entrenar,
ha sido muy difícil pero nunca imposible”.
Gracias a esa pasión y al apoyo de su familia logró iniciar
su trayectoria internacional y regresar siempre con medallas
sobre el pecho, Estados Unidos en 2008,
Suiza en 2009, Brasil en 2010.
Sin embargo, su mayor gloria deportiva
fue hace un año, en Guadalajara., “con los
Panamericanos cambio radicalmente mi
vida, ya había cambiado pero todavía me
aumento mil veces más y no solamente en
lo material, sino como persona, como ser
humano, lo que te llevas como persona
porque al fin de cuentas las medallas son
materiales, me voy a morir y aquí se van a
quedar como un buen recuerdo, pero lo que
me llevo como ser humano, lo que aprendo,
lo que puedo aportar a mi familia, a mi
sociedad yo creo que eso es lo que importa
más”.
Durante la competencia, su familia no
contaba con dinero para acompañarlo en
Jalisco, sólo su padre pudo hacer el esfuerzo
de conseguir un boleto, se escapó del trabajo para ir a ver
a su hijo, “fue un proceso difícil y cuando logré entrar a la
jaula de lanzamiento de disco y cuando mencionaron mi
nombre que era medalla de plata pues esa fue la euforia de
mi corazón, de echo lloré, lloré y tuve nada más el gusto de
que mi padre estuviera ahí, fue el único que pudo ir porque
no tuvimos recursos para poder llevaros a todos”.
“Cuando uno sube al podium es un momento de gloria
en el que te pasa todo lo que hiciste en el año y es un
sentimiento de alegría y dices valió la pena, valió la pena”.
“Fue un show luego, me mandaron seguridad alrededor
para sacarme del estadio porque la gente se tiraba, nunca
había vivido esa experiencia de que la gente se tirara por
mi, que ni conocía pero al fin de cuentas todos éramos
mexicanos”.
Al día siguiente cosechó otra medalla de plata, en jabalina.
Jorge sigue soñando y trabajando, su siguiente objetivo
es claro: ser medallista paralimpico, “mi debut tiene que ser
Rió de Janeiro, yo quiero estar, ahí tengo que estar ahí y no
llegar como un octavo, séptimo, tratar de colarme si Dios me
lo permite entre los primeros tres lugares”.
“Lo que yo he tenido como experiencia personal, como
vivencia es que todo en esta vida se puede logar siempre
y cuando te decidas, a veces a lo mejor parece un sueño
pero despiertas y estas ahí y todos eso sacrificios valen la
pena por ese momento de gloria, porque eso es dura cinco
minutos el acto protocolario y bajando de eso eres nadie pero
vale la pena por un instante de gloria sacrificar años, familia,
amigos, novia, novio lo que tu quieras por ese momento, lo
sueños sí existen siempre y cuando tú estés dispuesto a
lograrlo”.
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