sábado, febrero 04, 2017

¿Quien es Donald Trump?

A unos días de que Donald Trump se convierta en el Presidente 45 de Estados Unidos, resulta prácticamente imposible determinar quién es este hombre más allá del juego de espejos que hay en torno a él. 
¿Es acaso el intolerante, racista, violento, xenófobo, misógino y una larga lista de etcéteras que se han venido imputando mediante la interpretación de gestos de su carácter y/o información no comprobada, probablemente falsa? 
¿Es quizá la persona que realmente encendió las esperanzas de las clases bajas y medias de Estados Unidos al conjuro de “Make America Great Again”, que centra sus acciones en forjar un crecimiento para su país con base en un renacimiento del nacionalismo estadunidense de la década de los setenta? 
Para la inmensa mayoría de los analistas, que suelen utilizar filtros morales vinculados a sus filias y fobias, Trump es un hombre peligroso que plantea terminar con el orden que se implantó en el mundo desde mediados de la década de los ochenta; sin embargo, una visión mucho más cercana muestra a un individuo que está ocupado en el estadunidense promedio, a ese que Steinbeck o Heminway tienen como protagonistas de sus obras: hombres y mujeres incultos, pero con una gran ética de trabajo. 
A los políticamente correctos, adoradores de las palabras tan bonitas como vacías, no entienden a un hombre que niega la palabra en una conferencia de prensa a un medio que, hasta el momento, no ha podido probar gran parte de las acusaciones que propaló en su contra. 
Por ejemplo, nadie ha mostrado los videos según los cuales el Presidente electo de Estados Unidos participó en una orgía en su visita a Rusia; sin embargo, son los mismos que dan por un hecho el hackeo del gobierno de Vladimir Putin en contra de Hillary Clinton durante el proceso electoral. 
Desde la perspectiva mexicana se le ve con terror porque ha decidido cambiar las reglas del juego del Tratado de Libre Comercio de América del Norte bajo el principio de que nuestro país ha obtenido mayores beneficios que Estados Unidos. 
Poner un muro que evite no sólo la migración ilegal, sino el tráfico de drogas y armas. Se pierden fácilmente en el matiz: ¿Quién lo pagará? Con más de un año de distancia es fácil vaticinar que la administración Trump dirá que México cubrió el costo o reembolsó como parte de la renegociación impostergable del TLCAN. 
El contraste entre el próximo Presidente de Estados Unidos y su antecesor no podría ser más grande. Obama disfrazaba con gran oratoria y un camuflaje hipster una larga lista de fracasos como el Obamacare o una política migratoria feroz que dio su último golpe al terminar con la política de pies secos que tanto benefició al sacrificado pueblo cubano. 
Se terminó, sin lugar a dudas, el tiempo de las formas correctas. Inicia una época de un diálogo frontal. Debemos estar preparados para los años de verdades crudas. 
La Organización Internacional del Trabajo señaló que los años de políticas populistas no sólo generaron una caída superior a tres por ciento del PIB en Brasil, sino que haya sido la nación de América Latina con mayor desempleo la que mantenga esta difícil situación durante el año que recién comienza. En contrapartida, confían en que México mantenga una tasa razonablemente baja de desempleo en aproximadamente cuatro por ciento de la población. 
El populismo brasileño les llevó a construir tres refinerías con la idea, equivocada, de que el procesamiento del petróleo de forma doméstica hace que los precios sean menores. Mientras que el promedio mundial de aumento el año pasado fue de 25%, en aquel país fue de 48%. La visión global muestra lo que debemos temer en México. 

Por Kimberly Armengol

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