sábado, marzo 04, 2017

Deportación injusta… pero legal

Por Gustavo González Godina

Es de todos sabido que con alguna frecuencia la justicia y la ley no tienen nada que ver una con la otra. Las cosas no son justas porque sean legales, deberían ser legales por ser justas pero no siempre ocurre así. No todo tiene una explicación, no todo tiene respuesta, no todo tiene sentido, no todo es justo, no todo es lógico, pero hay que aprender a vivir con eso. Cada mañana y cada noche me levanto y me acuesto con una o varias noticias y reportajes acerca de la deportación de paisanos que viven ilegalmente en Estados Unidos. Cada día, desde hace varias semanas, los noticieros de la televisión mexicana no hablan de otra cosa que no sea de la deportación y el muro. A menos que los marinos hayan dado de baja a 12 narcotraficantes con “ráfagas de 500 tiros pos segundo”, cosa ésta que me parecer una exageración (lo de la cantidad de tiros, no la de muertos, éstos se me hacen pocos). Tal insistencia en los noticieros nos hace pensar a todos que es una injusticia la deportación de mexicanos ilegales de Estados Unidos, y que no debería construir el gobierno de Donald Trump el muro que insiste en construir. Se habla diario del atropello a los derechos humanos, como si fuera un derecho humano vivir en cualquier país sin cumplir con las leyes de ese país. 
Del muro ni hablar, está Trump en todo su derecho de construirlo, si puede, porque hay pedazos de la frontera que son inaccesibles (para los trabajos de construcción), y otros que son propiedad de algunos pueblos nativos americanos, es decir, de indígenas, a los que la propia ley de Estados Unidos declaró ya -con anterioridad- como una Nación Independiente, y en los cuales ya dijeron sus dirigentes que el muro se construirá sobre su cadáver, o lo que es lo mismo, que primero muertos antes que permitir que se construya ahí el famoso muro. Por lo demás, esos indios son los únicos que no son inmigrantes, ahí nacieron sus antepasados hace siglos, de ahí en fuera hasta la familia de Trump y de su actual esposa son inmigrantes, los de Él de Alemania y los de ella de Eslovenia, digo, por si ya se les olvidó… 
De la deportación, en cambio, sí parece (y lo es) del todo injusto que el gobierno de Estados Unidos esté expulsando de su territorio a personas que llevan décadas viviendo y trabajando en aquel país, contribuyendo a su progreso, a la creación de empresas, pagando impuestos y a veces hasta peleando como soldados del Imperio en las guerras que emprende éste contra cualquier país; y sobre todo la separación de familias, cuando los hijos son ciudadanos americanos porque nacieron allá, y los padres siguen siendo ilegales o indocumentados. Las autoridades de Inmigración están haciendo redadas contra estos y los están expulsando de aquel país, sin importar que los hijos, menores de edad con frecuencia, se queden allá y las familias sean divididas por esto motivo. 
Eso es a todas luces injusto, es una tragedia para dichas familias. El problema es que es legal. El gobierno de Estados Unidos (como el de cualquier país) está en todo su derecho de hacerlo. México hace lo mismo con los hermanos centroamericanos, yo viajo con frecuencia al sureste del país y no me ha tocado ni una sola ocasión, de regreso, en que no sea detenido el autobús en que viajo por los agentes de Migración, que se suben (a cualquier hora del día o de la noche) para revisar a todos los pasajeros, y al que les parece sospechoso de no ser mexicano lo bajan sin más ni más. 
¿Y usted cree que los agentes de Migración de nuestro país tratan bien a los centroamericanos cuando los interceptan, los detienen, los encierran y finalmente los deportan? Por supuesto que no. Y eso cuando bien les va y son elementos del Instituto Nacional de Migración quienes los detienen, es entonces cuando menos peor les va… Pero hay muchas autoridades locales, especialmente jefes de alguna policía municipal, que se dedican también a detener centroamericanos ilegales, a quienes despojan del poco dinero y de sus pertenencias que traigan, y en ocasiones hasta violan a las mujeres jóvenes migrantes si son atractivas. 
Entonces ¿por qué ponemos el grito en el cielo cuando los agentes de Migración en Estados Unidos tratan mal a nuestros paisanos, y no cuando nuestras autoridades en México tratan igual o peor a los centroamericanos? 
Todo el migrante que viaja sin documentos a un país que no es el suyo con la intención de quedarse en éste a trabajar, sabe perfectamente a lo que se expone. Primero a los peligros del viaje mismo, a ser detenido y maltratado en el camino, a morir en el mar o en el desierto antes de lograr establecerse, y finalmente a ser deportado por el gobierno de ese país. Y si sus hijos nacen en ese país escogido y obtienen por lo tanto y en automático la nacionalidad respectiva, saben que algún día puede ocurrir que sean expulsados unos y otros no, y que la familia quedará dividida. Es injusta la deportación. 
Es injusto separar familias. Es injusto el trato que en ocasiones reciben nuestros paisanos al ser detenidos. Todo eso y más es injusto, pero es legal. El loco ese de Donald Trump lo puede hacer y lo está haciendo. Como lo hacen los agentes de nuestro gobierno mexicano con los indocumentados centroamericanos, ni más ni menos.

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