Por: Eduardo Castellanos
En una comunidad global en donde las nuevas tecnologías
permiten hacer cientos de fotografías desde un dispositivo
móvil, aun sobrevive un local en el número 55 de la calle
Mapelo en Tepatitlán, en donde para sobrevivir el fotógrafo y
dueño del negocio tuvo que diversificar su mercado.
En foto estudio Velázquez hay fotos en blanco y negro
o a color. Tamaños Infantil, credencial, postal, diploma o
título, ocho por diez, estos son sólo algunos de los formatos
testigos del paso del tiempo.
En el negocio se conservan fotos viejas y recientes, una
conmemorativa del centenario del lugar en donde surgió el
famoso “Corrido de los Pérez”. Antiguos escenarios falsos
que fueron reemplazados por una tela blanca indispensable
para hacer fotomontajes.
José “El fotógrafo” es el dueño del negocio. José
Velázquez Luevanos, nació en el rancho San Agustín,
municipio de Tototlán. Llegó a Tepa cuando tenía ocho años.
Antes de dedicarse a la fotografía probó suerte como albañil,
sin embargo, el trabajo “en la obra” dejaba con hambre los
estómagos y vacíos los bolsillos y los sueños.
“Antes de ser fotógrafo me gustaba la albañileada, siempre
me gustó mucho desde niño, logré ser media cuchara, pero
cuando tenía como 17 años se presentó la oportunidad de
las fotos y hasta la fecha es lo que hago”.
“Mi vida de sufrir fue antes de ser fotógrafo, renegaba
y batallaba para vivir. No había trabajo y mal comíamos.
Ganaba uno $4.00 pesos en la albañileada; para mí era muy
difícil. Cuando comencé con la fotografía ganaba $7.00 u
$8.00 pesos, ya de ahí pa´aca se me quitó el hambre por
decirlo de alguna manera. Gracias a Dios pude sacar a mis
hijos adelante”.
Eran pocas las personas que contaban con una cámara
fotográfica, gente de alto poder adquisitivo eran los únicos
que tenían un aparato, incluso se daban el lujo de cambiarlos
cuando salía al mercado una nueva versión.
Don José empezó a trabajar como fotógrafo en los años
sesenta, cuando unos jóvenes michoacanos se acercaron
a él para enseñarle el arte de hacer fotos. Era la época en
donde capturar imágenes era casi una odisea, para algunos:
brujería.
“Llevo de fotógrafo desde 1963, en aquellos tiempos era
muy difícil para ser fotógrafo, porque no había cámaras, no
había flash, tenías que medir la distancia, poner velocidad,
poner el diafragma, medir la luz. Era un show para tomar
una foto. Era muy difícil manejar una cámara. No cualquier
hombre tomaba una”.Después de un año de haber iniciado
en la fotografía, José conoció el flash. Eran los mimos años
en que según el fotógrafo de la calle Mapelo, la gente veía a
los trabajadores de la cámara como seres de otros mundos,
por el simple hecho de hacer fotos.
“Era tanto el susto que a los niños les querías tomar una
foto y corrían. Les decías: mira mijo te vamos a tomar una
foto. No había quien los alcanzara. No era usual lo de las
fotos”.
Don José está por cumplir 75 años de edad. Padece
diabetes mellitus. Hace más de 30 años perdió un ojo cuando
una munición en la cacería le rosó el globo ocular. Padre de
17 hijos. La hija menor y una nieta le ayudan atendiendo el
local.
El tres veces fotógrafo de la Presidencia Municipal.
Entre recortes de la desaparecida revista “Tierra roja”,
Velázquez conserva y presume una imagen de su autoría:
un sacerdote y el ex alcalde José de Jesús González Martín.
La imagen logró captarla mientras se desempeñaba como
fotógrafo oficial del Gobierno Municipal. Fue en los tiempos
en que no existían las oficinas de comunicación social.
“Cuando el Doctor Chuy (José de Jesús González
Martín) fue presidente yo fui su fotógrafo; cuando Jesús
Muñoz yo fui su fotógrafo; cuando Abelardo de Loza yo
fui su fotógrafo. Estuve muchos años como fotógrafo en la
presidencia. Durante tres periodos o nueve años me
dieron chanza de hacer mi trabajo, pero yo estaba al
pendiente de lo que pasaba ahí (en la presidencia).
“Don Jesús (González) me decía el artista, ¡artista vente
para acá! ¡artista vamos para allá! me decía. Yo anduve
en su campaña, me trató muy bien”. “En giras que tenían
me hablaban y me llevaban. Iba y me reportaba todas las
mañanas, les decía: ¿A dónde vamos a ir? A veces nos
íbamos a Tecomatlán, a la Capilla, al Valle, a Mezcala, así
siempre andábamos de gira. Yo me sentía muy a gusto
porque llegabas y te recibía la gente, te daban de tomar,
de comer de lo mejorcito. Siempre al lado del presidente,
¡imagínate que sentías!
“Mucha gente me preguntaba en aquellos años: ¿Oye
José que nos van a hacer un camino aquí? Yo les decía:
no nomás un camino, ya les vamos a hacer un pozo y la
carretera. ¿Oye y el puente para pasar el arroyo?, también
el puente para pasar el arroyo, les decía yo, nunca les decía
que no.
Políticos y líderes sindicales fueron retratados por José
“El fotógrafo” en el periodo en que se ganó el mote. Caminó
al lado de personajes importantes de la vida política de la
época. Velázquez también sirvió de escolta. No sólo sabía
disparar la lente de la cámara, podía hacer lo mismo con un
arma de fuego.
“En ese entonces andaba la Prieta Aguirre también con
nosotros, porque también fue política la señora, igual que
otros señores que eran del sindicato de la CTM, pero pos
ellos traían otros pensamientos de agarrar huesito, yo no,
yo quería trabajar, yo era feliz tomando fotos”.
“Eran los tiempos en que todos podíamos traer armas,
andábamos todos armados. Íbamos por delante para
proteger al Presidente. Yo en ese tiempo fui muy feliz. Nueve
años me aventé ahí, un buen retazo de mi vida. Desde
entonces la gente me conoce como José el fotógrafo”.
En el periodo 1971-1973 mientras trabajaba haciendo
fotos para el Gobierno Municipal le fue otorgada una
credencial de fotógrafo, con ella logró cruzar a los Estados
Unidos.
El fotógrafo callejero y las fotos de a peso
José Velázquez aseguró ser el primer fotógrafo de
Tepatitlán que trabajó por las calles enzacatadas, destruidas
por las lluvias, sin pavimento; casi imposibles para
caminarlas, avenidas de pocos coches y mucha pobreza.
La miseria también fue captada una y mil veces por la lente
de Don José.
Fue en el tiempo en que vendían agua en burros o en
pipas que, la que salía en la llave no servía para tomar
porque era colorada, había que ponerle cal para que
se asentara. La luz era poca, la que había era amarilla,
iluminaba poco.
El pueblo era pequeño y se cruzaba rápido,
narró, Velázquez.
El fotógrafo trabajó varios años en la calle. Por mucho
tiempo su oficina fue el portal del extinto Cine Alteño.
Bodas, bautizos, quince años y primeras comuniones en
un flash.
Era la época en que la falta de luz hacia casi imposible
el oficio de ser fotógrafo en los templos. Las bodas se
realizaban antes del alba y los casados, la mayoría de
las veces preferían un cuadro pintado que contratar los
servicios de la lente.
“Era un show tomar fotos en los templos. Yo comencé a
ir a los templos con lámparas de esas con las que hacen las
carnitas, que calientan, ponías a sudar a la gente (ríe con
una carcajada corta) solo así salían las fotos. Luego llegaron
unas camaritas con un cubo flash, luego una torrecita de
flash, pero a veces hacían mal contacto y ¡pas! Volaban
papeles para todos lados y la gente decía: ¡ya quebraron la
cámara los novios!, entonces pos a uno le daba vergüenza”.
“En otra época, cada foto que tomabas era un foco el
que gastabas. Al tomar la foto se quemaba el foco. Tenías
que traer una bolsa para focos nuevos y focos quemados,
ni modo de tirarlos en el templo. Era un show, también te
divertías y la gente te admiraba”.
La falta de centros de revelado en la ciudad hacía más
caro el costo de ser fotógrafo, a Velázquez al igual que a los
fotógrafos de la época, también les tocó viajar a la capital
del estado a revelar sus rollos en todos los formatos. Los
trabajos se entregaban una o dos semanas después de
haberlos llevado a imprimir.
Cuando todo se volvió un montaje
Desde hace más de una década en foto estudio
Velázquez se tomó la opción de cambiar los fondos de
falsos jardines por una tela blanca, que les ha dado la
oportunidad de gracias al photoshop de elegir entre miles
de fondos para adornar la imagen de quien requiera algún
retoque o efecto especial para sus fotografías. Una nieta de
Don José es quien realiza la titánica labor de embellecer
las fotos.
“Eso acaba de salir, no tiene mucho, esos japoneses
no dejan orilla. Tan solo con el celular que ya puedan ver
cuando estás hablando, es lo mismo en la fotografía”.
“Llevamos más de diez años haciendo fotomontajes. Ya
nomás tomamos las fotos en la manta blanca y hacemos
los fotomontajes y usamos una cosa que se llama fotoshop.
Ya ahora a las fotos las haces casi hablar con tantos
avances que hay. Ahora si como dicen por ahí los cholos:
¡es una chingonería! Ya todo está muy avanzado y lo que
nos espera. Esos japoneses no dejan orilla. Tan solo con el
celular que ya hasta te pueden ver cuando estás hablando,
es lo mismo en la fotografía”.
A José Velázquez Luevanos se le puede ver en bautizos
comunitarios, bodas, quince años y primeras comuniones.
Compite con los amigos y familiares, que con teléfono en
mano hacen foto, video y hasta transmiten en vivo en las
redes sociales. Sin importar los avances tecnológicos que
han mermado el negocio, José “el Fotógrafo” continuará
capturando los mejores momentos, las mejores sonrisas.
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