Este artículo tiene el propósito de
externar de manera objetiva la percepción,
análisis e interpretación del cortometraje
“Blanca”, uno de los siete casos del video
“Niños de nadie, Jesus Children of America”
y su aplicación actualmente en México.
Contrastar problemáticas equiparables,
además de la reflexión puede ayudar por
ejemplo a impulsar un mejor desempeño
del personal de salud, para ejercer
profesionalmente su rol y reducir en cierto
modo las incidencias negativas en dicho
escenario.
Alrededor del mundo y en la mayoría de
los ámbitos del quehacer humano, ciertas
conductas tienden a repercutir de manera
directa en los individuos que forman parte de
la sociedad. Siempre ha existido ignorancia
o hasta indiferencia respecto al modo de
reaccionar ante acontecimientos que, de
una u otra forma pueden ser previsibles,
claro, si se toman en cuenta factores como
el análisis, antecedentes, el seguimiento,
la estadística y con mayor razón los rubros
que comprende el concepto de transición
entre el estado de salud y la enfermedad.
Se puede pensar que en algunas
ocasiones las personas suelen ser
inherentes ante algunas afecciones de
carácter consecuente, especialmente
cuando se habla de factores de riesgo,
y la posibilidad de que éstos puedan
repercutir inevitablemente en la conducta
de determinada población. Por eso resulta
pertinente investigar, indagar, buscar y
tener disyuntivas objetivas que puedan
servir para cambiar favorablemente esa
conducta.
A pesar de que México dispone de
gran cantidad de medios de comunicación
y fuentes de información, es increíble
que se sigan observando conductas
discriminatorias contra personas ceropositivas
o que padecen enfermedades
como el VIH-Sida, muy a pesar de los
esfuerzos o campañas que se realizan al
respecto, no se ha logrado marcar un alto a
dichas conductas.
Por otro lado, también es un hecho
palpable que muchos mexicanos
acostumbran ir al médico para tratarse
alguna enfermedad hasta el último
momento y asumen la postura de “esperar
a que todo salga bien”; se llega incluso a la
mediocridad al no prevenir oportunamente
o no darle importancia al cuidado de su
salud de manera adecuada.
Del cortometraje aludido, no es
difícil relacionar la transición de saludenfermedad
en que se encuentra un
individuo y la forma de vida que lleva;
independientemente de si es buena o mala,
con la influencia de factores externos de
su entorno, cultura, educación, política, el
estrato social, estereotipos definidos por la
sociedad e incluso la época a la que nos
remonta, pero, de manera implícita están la
familia, la escuela, las personas con las que
interactúa, y aún más todavía, los recursos
con que cuenta para enfrentar ciertas
adversidades.
Todavía en México lamentablemente se
ignoran estos factores, o se echan al olvido,
lo que impide por ejemplo, prevenir algunas
enfermedades crónico-degenerativas o
padecimientos que afectan negativamente
y deterioran la calidad de vida de muchos
mexicanos.
En el cortometraje visto se observa
claramente que la hija no se desarrollaba
en un ambiente adecuado para su salud,
sin tener la seguridad y establecer un
estereotipo maduro al cual seguir. Su
hogar, si es que se le puede llamar así,
era en realidad un sitio de alto riesgo pues
sus padres eran drogadictos, pero bien o
mal interactuaban con ella diariamente;
se perciben vínculos afectivos entre los
integrantes de esa familia, quienes sin
embargo ocultaban sus actividades ilícitas
a la infante, cuya salud física y mental
estaban en grave peligro y en su escuela
su integridad corría muy alto riesgo.
No se requiere estar dotado de especial
perspicacia para deducir que en una
versión más realista de la historia, estar
continuamente inmerso en ese ambiente,
un niño/a puede adoptar dicho escenario
y hasta considerarlo normal, común y
permitido.
Se puede decir que cada quien es
libre de hacer lo que quiera en su casa, o
permitir lo que crea mejor para su familia
y tienen razón. Todos, dentro de nuestro
descomunal raciocinio, podemos optar por
creer que hacemos lo correcto y no hay
quién nos obligue a creer lo contrario.
Después de todo, seguimos gozando del
libre albedrío, y en su momento, realizamos
acciones que creemos pertinentes para
preservar no solamente nuestra salud y
bienestar, sino para intentar llevar una vida
plena, según nuestra propia perspectiva.
Por Marco Rogelio Vera Pinares
2º semestre de Médico Cirujano y Partero
Materia: Bioética y Universidad
Profesor-asesor, Pablo Huerta Gaytán
Centro Universitario de Los Altos, UdeG
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