Por José Alvarado Montes
Desde siempre he escuchado
los deseos vehementes de muchos
paisanos que por años han radicado
en
Estados Unidos. El deseo de volver a su
pueblo y encontrarse con su gente, con
sus recuerdos, con lo que más quieren
y morir en donde nacieron. La gran
mayoría no lo logra.
Nací en el lugar donde se venera una
imagen con gran fama de milagrosa que
preside en el altar mayor de su Catedral
Basílica, sin embargo a mi parecer el
pueblo por ella escogido no ha podido o
no ha querido corresponder a lo mucho
que le ha dado y así lo he escrito:
San Juan puede ser otro
Cuando el amor lo trasfigure
Si el amor se va y no vuelve
La ciudad cargara con su otoño
Le quedaría solo el duelo
Y el recuerdo del amor perdido.
En 1669 una de las primeras fuentes
de nuestra historia escribió: “Estando
esta Señora en un lugar tan incómodo
que ni aun hospedaje puede tener,
con tanta falta de bastimentos y de
lo más necesario, vienen con tantas
incomodidades desde México, Puebla,
San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato,
Guadalajara, Sombrerete y de todas las
demás partes, de los reinos de Nueva
España y de Nueva Galicia sin que les
traiga otro motivo más que la devoción
de esta Sagrada Imagen, sin reparar en
lo incomodo del lugar y viniendo muchas
leguas a pie y algunas veces descalzos
en tanta cantidad y tan a tropel que vienen
bajando por las lomas y los cerros que
rodean a este Santo Lugar que parece
que se han despoblado las ciudades”.
El Santuario construyó una casa,
de la que tengo poca información, para
que se alojaran los peregrinos. En
1767 fue construido otro edificio más
grande donde se hospedaban cuando
llegaban los señores obispos en sus
visitas pastorales y los mayordomos
encargados de costear la fiesta titular
de la Virgen. El Capellán Mayor Don
Vicente Ferrer de Cuellar y González fue
un incansable trabajador en las obras
que faltaban al Santuario, entre ellas
deja terminada la torre del lado norte.
El 24 de Octubre de 1784 dio comienzo
al llamado Mesón de la Virgen, ahora
Escuela Rita Pérez, ya que murió un año
después. El trabajo lo continuaron los
capellanes que siguieron. Es una sólida
construcción de dos pisos. En 1798 el
Padre y Bachiller don Ignacio Cervantes
le aumentó un tercer piso, mas este no
fue muy satisfactorio ya que se tuvo que
demoler por temor a que se derrumbase.
Se trajo un perito que recomendó
algunos refuerzos que no se ejecutaron.
Este piso fue demolido después de que
termin La Guerra de Independencia.
Hubo también otras construcciones
importantes que perduran hasta la fecha.
El Puente Grande, como otros pocos
edificios Coloniales que aún quedan
en la ciudad, ha sido maltratado por el
tiempo y abandonado por todos, como
si cumpliera una condena, sin importar
sus años de servicio y su arquitectura,
mas ahí sigue en pie, testigo de tiempos
pasados y que hoy parecen ajenos a
la ciudadanía que cierra ojos y oídos y
que no hay conciencia para pedir su
reconstrucción.
Historiadores pasados señalaron
que la construcción de éste se había
hecho con dinero del Santuario, mas el
estudio de otros documentos aclara su
construcción. El martes 15 de Julio de
1779 el Alcalde Mayor de Santa María
de los Lagos, Francisco Javier de
Arriola y demás miembros de su cabildo
convocaron a los vecinos de Lagos y San
Juan entre ellos a Don José María Pérez
Franco Para tratar asuntos concernientes
a la construcción de sendos puentes en
estas poblaciones. Las negociaciones
siguieron resolviendo los contratiempos
que se interpusieron y después de años
el resultado fue la construcción de los
puentes de Lagos, San Juan y Puente
Grande y aún siguen en servicio.
Recuerdo el Río San Juan
con sus orillas arboladas de altísimos
álamos, carrizales y diferentes especies
de plantas medicinales, venenosas y de
ornato, sus aguas con una abundante
fauna acuática y aves propias del río,
patos, garzas, gallaretas etc. En sus
grandes crecientes chicos y grandes
demostraban cruzándolo sus habilidades
de buenos nadadores aunque muchos
murieron ahogados, en época de verano
se hacían paseos a las huertas y se
amenizaban por diferentes conjuntos
musicales, sus grandes playas de arena
se convertían en canchas de juego
predominando el beis- bol ahora de
aquel majestuoso rio lo han aterrado y lo
han convertido en un hilo pestilente de
aguas negras.
San Juan puede ser otro
Cuando el amor lo transfigure
Si al amor se va y no vuelve
La ciudad cargara con su otoño
Le quedaría solo el duelo
Y el recuerdo del amor perdido
SAN JUAN PUEDE SER
OTRO………CUANDO EL………….
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