sábado, agosto 12, 2017

Afirmativa

Por José Alvarado Montes

Cuando tenía la edad de seis o siete años, escuché una plática entre personas mayores de edad que recordaban cuando estuvo en San Juan la Emperatriz Carlota Amalia, esposa de Maximiliano, en ese tiempo Emperador de México. De ella mencionaban cómo vestía y adornaba su cuello con un camafeo, accesorio femenino que entre las damas pudientes de este lugar se puso de moda. Esto quedó grabado en mi memoria.
El tiempo siguió su marcha. Muchos años después, por cosas del destino, me interesé por la historia de mi Ciudad, así regresó el recuerdo de aquella conversación que escuché cuando era niño. Sobre ese tema comencé hacer preguntas a las pocas personas interesadas y que escribían sobre hechos pasados en la ciudad, pero de todos tuve la misma contestación: “De eso no sé nada. ’’ 
Siguieron corriendo los años. 
El tiempo siguió su marcha. Seguí interesado y mientras indagaba por otra persona interesante para mi trabajo de nombre Julián, le pedí ayuda a una dama que conoció parte de su vida, de la que me contó que sus abuelos fueron por cosas del destino sus “padres adoptivos’’. Recordé que fue precisamente en la casa de sus familiares donde señalaron que se hospedó la Emperatriz Carlota Amalia y por favor le pedí si ella sabía de ese asunto del que me contestó: 
Era una niña, pero recuerdo que de mis abuelitos oí hablar sobre eso y que esta distinguida Señora y las damas que la acompañaban pasaron la noche en su casa de la Calle Concordia # 2, que iban de paso a la Ciudad de Guadalajara y que otro día muy temprano siguieron su camino y que habían llegado ahí por recomendación del Capellán Mayor del Santuario y que mi abuelita sentía mucho temor ya que la gente armada estaba por todos lados. 
Versión que considero autentica, dada la calidad moral de quien la dice. Hasta la fecha sobre esto no se ha encontrado nada escrito, pero la historia oral es también válida e importante. 
Eran tiempos de invasión extranjera y la guerra continuaba en la mayor parte del territorio mexicano, invadido ahora por el ejército francés. Liberales contra conservadores, ambos bandos apoyados por el poder del dinero de naciones extranjeras interesados en las riquezas del país. A San Juan lo consideraban un pueblo de MOCHOS conservadores. En ese tiempo la autoridad era el General conservador Don Tomás Mejía y el jefe de guerrillas don Valeriano Lombardo. 
En 1863 estaba en la población una avanzada del ejército francés a la que se le unieron don Juan Zermeño y don Juan Chávez y sus lanceros, además de don José Cuéllar, reconociéndoles los generales del ejército de Napoleón el grado de Coroneles, por esto San Juan tenía rivalidades con los pueblos circunvecinos, los liberales de la región le hacían mofa cantando:

Los traidores de San Juan
Piden pan y no les dan
‘El Suavo les tira un hueso
Y se van pa Nochistlan
A jugar al pan y queso
Riqui….Ran….Riqui …Ran….

Un oficial francés confirmó a su gobierno, palabras más palabras menos, las mismas que dijeron diplomáticos americanos a su Congreso antes de su invasión a México. En un fragmento del informante francés dice: “Las autoridades mexicanas están compuestas de hombres enérgicos que roban a hombres honrados, que no tienen voluntad, la justicia se vende, la protección se compra, por todos lados se escuchan hermosas promesas que en ninguna parte se cumplen, los distritos piden siempre dinero y no producen, los recolectores de impuestos cobran y no entregan nada al gobierno, el comercio vive sólo del contrabando, la industria es casi nula, la agricultura esta arruinada, se comen las yuntas de bueyes, los caballos se mueren de hambre, las carreteras destrozadas y los puentes se caen de viejos .” 
Quien es afecto a las lecturas históricas sabe cómo se fraguaron la invasión de los americanos y los franceses a México, los intereses que estuvieron en juego, cómo terminó el Imperio de Maximiliano, la desgracia de la Emperatriz que terminó perdiendo la razón, esto lo podía tratar punto por punto, lo que llevaría llenar un sinfín de páginas explicando los antecedentes, el hecho y sus consecuencias. El interés inicial de este trabajo era saber si la Emperatriz estuvo en San Juan. La respuesta fue AFIRMATIVA.

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