Por José Alvarado Montes
El tiempo siguió su marcha. Muchos
años después, por cosas del destino,
me interesé por la historia de mi Ciudad,
así regresó el recuerdo de aquella
conversación que escuché cuando
era niño. Sobre ese tema comencé
hacer preguntas a las pocas personas
interesadas y que escribían sobre
hechos pasados en la ciudad, pero de
todos tuve la misma contestación: “De
eso no sé nada. ’’
Siguieron corriendo los años.
El tiempo siguió su marcha. Seguí
interesado y mientras indagaba por
otra persona interesante para mi
trabajo de nombre Julián, le pedí
ayuda a una dama que conoció parte
de su vida, de la que me contó que sus
abuelos fueron por cosas del destino
sus “padres adoptivos’’. Recordé que
fue precisamente en la casa de sus
familiares donde señalaron que se
hospedó la Emperatriz Carlota Amalia
y por favor le pedí si ella sabía de ese
asunto del que me contestó:
Era una niña, pero recuerdo que de
mis abuelitos oí hablar sobre eso y que
esta distinguida Señora y las damas
que la acompañaban pasaron la noche
en su casa de la Calle Concordia #
2, que iban de paso a la Ciudad
de Guadalajara y que otro día muy
temprano siguieron su camino y que
habían llegado ahí por recomendación
del Capellán Mayor del Santuario y
que mi abuelita sentía mucho temor ya
que la gente armada estaba por todos
lados.
Versión que considero
autentica, dada la calidad moral
de quien la dice. Hasta la fecha
sobre esto no se ha encontrado
nada escrito, pero la historia oral
es también válida e importante.
Eran tiempos de invasión
extranjera y la guerra continuaba
en la mayor parte del territorio
mexicano, invadido ahora por el
ejército francés. Liberales contra
conservadores, ambos bandos
apoyados por el poder del dinero de
naciones extranjeras interesados
en las riquezas del país. A San
Juan lo consideraban un pueblo de
MOCHOS conservadores. En ese
tiempo la autoridad era el General
conservador Don Tomás Mejía y
el jefe de guerrillas don Valeriano
Lombardo.
En 1863 estaba en la población
una avanzada del ejército francés
a la que se le unieron don Juan
Zermeño y don Juan Chávez y sus
lanceros, además de don José
Cuéllar, reconociéndoles los generales
del ejército de Napoleón el grado
de Coroneles, por esto San Juan
tenía rivalidades con los pueblos
circunvecinos, los liberales de la región
le hacían mofa cantando:
Los traidores de San Juan
Piden pan y no les dan
‘El Suavo les tira un hueso
Y se van pa Nochistlan
A jugar al pan y queso
Riqui….Ran….Riqui …Ran….
Un oficial francés confirmó a su
gobierno, palabras más palabras
menos, las mismas que dijeron
diplomáticos americanos a su Congreso
antes de su invasión a México. En un
fragmento del informante francés dice:
“Las autoridades mexicanas están
compuestas de hombres enérgicos
que roban a hombres honrados, que no
tienen voluntad, la justicia se vende, la
protección se compra, por todos lados
se escuchan hermosas promesas
que en ninguna parte se cumplen,
los distritos piden siempre dinero
y no producen, los recolectores de
impuestos cobran y no entregan nada
al gobierno, el comercio vive sólo del
contrabando, la industria es casi nula,
la agricultura esta arruinada, se comen
las yuntas de bueyes, los caballos se
mueren de hambre, las carreteras
destrozadas y los puentes se caen de
viejos .”
Quien es afecto a las lecturas
históricas sabe cómo se fraguaron
la invasión de los americanos y los
franceses a México, los intereses que
estuvieron en juego, cómo terminó el
Imperio de Maximiliano, la desgracia de
la Emperatriz que terminó perdiendo la
razón, esto lo podía tratar punto por
punto, lo que llevaría llenar un sinfín de
páginas explicando los antecedentes,
el hecho y sus consecuencias. El
interés inicial de este trabajo era saber
si la Emperatriz estuvo en San Juan. La
respuesta fue AFIRMATIVA.
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