
Retratado escrupulosamente en el libro editado por
Jorge Zepeda Patterson, Los Suspirantes, vía un perfil
que ayuda a desentrañar el fenómeno político y social
que pretende modificar el rumbo de México. El niño
de Macuspana que creció en un ambiente bucólico y
paradisiaco, nadando, pescando. El adolescente que vio
morir a su hermano en un accidente. El estudiante de la
UNAM y el delegado del Instituto Nacional Indigenista. El
que desde joven mostró una clara fascinación por los actos
públicos de pueblo en pueblo. El priista reconvertido en
perredista y luego en morenista. El activista, organizador
social, esposo, padre, viudo, auténticamente frugal.
El político a veces sagaz, a veces torpe, a menudo
obcecado, siempre aguerrido. Siempre peleando, siempre
creyéndose poseedor de una moralidad superior. Siempre
enarbolando tesis nacionalistas y banderas populistas.
Siempre febril e hiperactivo. Tomando decisiones sin
explicar, rijoso para discutir, inflexible con sus propuestas,
poco sensible a las ideas de otros. Y sin embargo, puntero.
¿Qué podría parar al inevitable? ¿Qué podría
descarrilar al tren imparable? Sus propios errores, su
arrogancia, su propensión histórica a la radicalización
cuando se siente atacado, su descuido a los votantes
moderados, su desprecio por “los pequeño-burgueses”,
su capacidad para ignorar el comportamiento delictivo de
miembros de su propio equipo. O la consolidación de un
frente amplio con un candidato independiente creíble. O
que Margarita Zavala lograra construir un polo PAN-PRI
cuyo único fin fuera frenar al Peje. La elección del 2018 va
a ser un referéndum: AMLO sí o AMLO no. Hoy cuenta con
un voto duro y leal de casi un tercio de los votantes, pero
con eso no le alcanza para ganar.
Un candidato progresista pero selectivamente; con una
visión del mundo y unos códigos personales “más cerca
de sus antecedentes campiranos que de las agendas de
la nueva izquierda urbana”. Lejos de la izquierda civilista
y democrática que no se siente representada por él y
desconfía de sus tintes populistas. Lejos de políticas
públicas que busquen el rescate o la maduración de
instituciones democráticas. Lejos de las luchas cívicas
que han marcado los últimos años como la Ley 3de3,
la construcción del Sistema Nacional Anticorrupción, el
establecimiento de una Fiscalía General independiente
del poder político, el cuestionamiento a una Ley de
Seguridad Interior que perpetuaría al Ejército en las calles
sin controles democráticos.
Y a la vez demasiado cerca de personajes y prácticas
que alguna vez cuestionó: oligarcas y empresarios
rentistas y televisos y ex priistas recién morenizados.
Antes despreciados, hoy amados; antes satanizados,
hoy perdonados. La República amorosa ahora poblada
por miembros de la mafia en el poder. Sólo que han sido
purificados para participar en un proyecto construido sobre
una decena de ideas básicas, algunas aplaudibles, otras
cuestionables; algunas viables, otras pueriles. “El pueblo”.
La injusticia social. La austeridad, la perversidad de los
poderosos. El Estado benefactor. La honradez personal.
El nacionalismo. Ni más, ni menos. AMLO amado y a la
vez tan limitado. AMLO fascinate y a la vez terrible. Con el
nivel más alto de intención de voto y el nivel más alto de
reprobación. El inevitable que podría mejorar a México o
regresarlo a lo peor de su pasado.
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