Valió la pena ser Médico. (obtenido de las redes
sociales).
A nadie nos gustaba ir a todos lados con bata,
pantalón y zapatos blancos pero no habían horarios fijos
en la escuela, podrías ir a cualquier hora y después viajar
a varios hospitales para prácticas, no tenías tiempo de
ir a casa a cambiarte; comías en la calle cualquier cosa,
estudiabas en el colectivo, taxi o metro, te las arreglabas
para divertirte o distraerte para no desfallecer, jugabas
fútbol de bata, ibas a fiestas de bata, te emborrachabas de
bata, tratabas de ser humano cuando la misma profesión
te ponía a prueba para no serlo.
En el internado supiste que la esclavitud existe y por
lo tanto serás esclavo de esta profesión por siempre, te
diste cuenta que puedes no dormir por días y te harán
sentir tus superiores el más inútil e incompetente por el
minino error, tus quincenas aunque sean de 400 pesos
las esperas con ansias, te gritan enfermeras, residentes,
adscritos, laboratoristas, familiares, pacientes e incluso
los de limpieza, vas perdiendo hora con hora lo que tenias
de humanidad.
En el servicio social te cuidabas para que
en la comunidad no te lincharan si los sacabas de los
programas de apoyo aunque no llegaran a sus consultas,
pedías aventón si se iba el camión de pasaje, tu quincena
no mejoraba y tenías que arreglártelas para estudiar para
el ENARM.
En la especialidad supiste que la vida no es justa, hiciste
el ENARM compitiendo contra miles y contra el sistema,
te alegraste por estar dentro pero sabias que te esperaba
aun mas esclavitud y sufrimiento, el R1 fue lo peor que
viviste, sino te deprimiste, te bloqueaste, engordaste,
enfermaste, te suicidaste, renunciaste o colapsaste el
sistema se encargó de hacerte una maquina autómata de
curar, cuando fuiste R superior si no te desquitaste por lo
que te hicieron trataste de rescatar lo que habías perdido
de humanidad en ti Juraste nunca más volver a ser R1.
Pero hiciste la subespecialidad y fue aún peor que
antes, ya te cansaban las guardias, fuiste intolerante a
todo, intolerante en extremo al fracaso, perfeccionista
imperfecto, intentabas aferrarte a lo que quedaba de
humanidad si es que te lo permitía el cansancio, aumentaba
el índice de renuncias, divorcios y enfermedades,
entendiste que la sociedad tomaba en cuenta la mano
que cobra y pocas veces la mano que cura. Nuestras
emociones se transformaron, a nuestra manera nos
alegramos cuando alguien nace, nos entristece si alguien
muere, sentimos el dolor ajeno pero minimizamos el
propio y por eso somos los peores pacientes, alcanzamos
prestigio por los éxitos pero un solo error nos sataniza
y se nos persigue como chupasangre o delincuentes,
estamos para servirles incluso en reuniones familiares,
juntas, llamadas telefónicas, mensajes, redes sociales o
chats sacrificando nuestro tiempo con la familia, o ratos
de esparcimiento, estamos sujetos a juicios y sátiras
graciosas o dolosas ya sea por nuestra bata, nuestros
desvelos o lo que sea y sepan que si nos atacan no
nos dejaremos, si nos demandan sin motivo los contra
demandaremos, si nos satirizan en redes contestaremos
igual.
Pero al ver tantas muestras de cariño, sentir tanto
afecto y reconocimiento de todos, sentimos que por
algo somos médicos y nos enorgullece seguir siéndolo,
recordamos que el médico pocas veces cura, a veces
salva, pero siempre alivia y consuela... La bata retoma su
blancura, la vestimos con más orgullo y alegría, si valió
la pena ser médico. Gracias por su cariño, gracias por
confiarnos sus vidas, gracias por recordarnos que somos
humanos, cuiden su salud y la de los suyos, acudan al
médico a tiempo y no cuando estén complicados o graves,
que Dios los bendiga Primum non nocere.a porque “lo
primero es no hacer daño”.
Dr. Enrique Sigala Gómez
Pediatra-Cirujano Pediatra.
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