Exposición del Presidente EVO MORALES Presente de Bolivia,
ante la reunión de Jefes de Estado de los países productores de
petróleo.
Con lenguaje simple, trasmitido en traducción simultánea a
más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de los países
productores de petróleo, logró inquietar a su audiencia cuando dijo:
“ Aquí pues yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que
celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace
cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron
hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y
es bastante.
Yo, venido de la noble tierra americana declaro que el hermano
aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder
descubrir a los que me descubrieron. Yo, venido de la noble tierra
americana declaro que el hermano usurero europeo me pide
pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a
venderme.
Yo, venido de la noble tierra americana declaro que el hermano
leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses
aunque sea, vendiendo seres humanos y países enteros sin
pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos
y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de
Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma,
que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas
de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata
provenientes de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque
sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo
Mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que
los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a los calumniadores, como
Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de
destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri,
que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización
europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata
deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos
amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo
contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo
que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la
indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas
hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que
el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la
reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables
guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra,
la medicina, el baño cotidiano y otros logros superiores de la
civilización. Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito,
podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un
uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos
tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano
Internacional? Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto,
en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de
exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las
tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria
de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto
de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la
energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton
Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede
funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago
del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado
todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a
nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20
y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les
cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la
devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico
interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos
300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés
compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como
primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16
millones de kilos de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de
300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias
más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del
planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían,
calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar
riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto
como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial
irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a
los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que
discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los
obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización
o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera,
como primer pago de la deuda histórica...
Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: DESPERTAR”.
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