Por: Eduardo Castellanos
“Nos les adelantamos a los gringos con sus tostadores de pan y a la Bimbo con su pan tostado. Nosotros desde 1864 ya tenemos este pan”.
Algunos municipios de los Altos, tienen fama de preparar el mejor pan dulce de la región, sin embargo, es en Teocaltiche en donde se prepara el mejor pan francés que no rebasa lo límites entre lo dulce y lo salado. Una pieza tradicional en la mesa de los habitantes de la ciudad y un deleite para los visitantes.
Ya sea blando o tostado, este producto culinario puede acompañarse de infinidad de platillos y complementos. Tiene un toque especial; ha sido objeto de algunos versos y hasta sirvió de alimento para futbolistas extranjeros en un mundial de futbol. El pan francés es una de las tradiciones mejor conservadas de Teocaltiche. Data de la segunda intervención francesa, cuando el ejército invasor llegó a este lugar de los Altos de Jalisco. Según datos del miembro del Colegio de Cronistas de la Ciudad, Cruz Mora Jaregui, el municipio ya contaba con nombramiento de ciudad.
“Ese pan actualmente me imagino que no salió de la nada, ni los franceses les dieron la idea de cómo lo hicieran. Era un pan que ya existía, lo único que hicieron fue tostarlo. Se consume aquí en Teocaltiche haciendo tortas sin tostar, ya tostado, porque hay de dos: el pan francés entero y el pan francés partido, este último es el dorado. Lo puedes comer con nuez, con chocolate, con cajeta, con frijoles como quiera que sea. Dice un poema que este pan es digno de faquires”.
“Es una historia muy particular de la ciudad de Teocaltiche, porque cuando aconteció esto Teocaltiche ya era ciudad, tenemos ese título desde 1862. Los franceses invadieron a México en el Segundo Imperio. Tengo entendido que en el estado de Jalisco, Teocaltiche fue el único que recibió a los franceses como se merecían, a balazos. Creo que en Tepatitlán los recibieron con repiques de campanas, alegres; en Jalostotitlán igual; en San Juan de los Lagos echaron la casa por la ventana y de aquel municipio se vinieron aquí a Teocaltiche y aquí fueron recibidos como se merecían”, narró el investigador.
Según el cronista, fueron 400 los habitantes de Teocaltiche que se enfrentaron al poderoso ejército francés. Aún se conservan algunos fortines como el de San José, el del Santuario y los de la calle principal, en estos lugares los combatientes locales resistieron los ataques de los franceses.
“Los enemigos toman Teocaltiche a sangre y fuego; hubo muchísimos muertos, es más, en un libro de Jean Mayer, que se llama: Yo el francés, menciona ahí a un soldado francés que se le condecora por la batalla de Teocaltiche, entonces no fue cualquier batallita la de aquí”, aseguró.
El investigador señaló que antes de salir luchar a otros rumbos, el ejército invasor solicitó alimentos que resistieran el trayecto y los embates de las batallas, para ello, mandaron llamar a los horneros locales.
“Cuando los invasores iban a salir de la ciudad rumbo a Aguascalientes, ya cuando habían tomado Teocaltiche, llamaron a los panaderos de la ciudad, no al panadero como dicen por ahí, porque ya había varias panaderías y les dijeron que les hicieran un pan que no se echara a perder durante la campaña y este pan que conocemos es el producto de aquella petición”.}
“Este pan si no hay humedad, te puede durar de tres semanas a un mes, sin echarse a perder, ni cambiar de sabor. Nos les adelantamos a los gringos con sus tostadores de pan, a la Bimbo con su pan tostado. Nosotros desde 1864 ya tenemos este pan”, recordó.
Una pieza de literatura
El historiador señaló que hace muchos años un periódico de Aguascalientes publicó unos versos de un escritor hidrocálido de nombre Antonio Acevedo Escobedo.
“Cuando este escritor que vivía en México visitó en Aguascalientes probó los franceses (el pan) que se hacen en Teocaltiche y de regreso a México hizo unos versos al pan de Teocaltiche”.
“Nos les adelantamos a los gringos con sus tostadores de pan y a la Bimbo con su pan tostado. Nosotros desde 1864 ya tenemos este pan”.
Algunos municipios de los Altos, tienen fama de preparar el mejor pan dulce de la región, sin embargo, es en Teocaltiche en donde se prepara el mejor pan francés que no rebasa lo límites entre lo dulce y lo salado. Una pieza tradicional en la mesa de los habitantes de la ciudad y un deleite para los visitantes.
Ya sea blando o tostado, este producto culinario puede acompañarse de infinidad de platillos y complementos. Tiene un toque especial; ha sido objeto de algunos versos y hasta sirvió de alimento para futbolistas extranjeros en un mundial de futbol. El pan francés es una de las tradiciones mejor conservadas de Teocaltiche. Data de la segunda intervención francesa, cuando el ejército invasor llegó a este lugar de los Altos de Jalisco. Según datos del miembro del Colegio de Cronistas de la Ciudad, Cruz Mora Jaregui, el municipio ya contaba con nombramiento de ciudad.
“Ese pan actualmente me imagino que no salió de la nada, ni los franceses les dieron la idea de cómo lo hicieran. Era un pan que ya existía, lo único que hicieron fue tostarlo. Se consume aquí en Teocaltiche haciendo tortas sin tostar, ya tostado, porque hay de dos: el pan francés entero y el pan francés partido, este último es el dorado. Lo puedes comer con nuez, con chocolate, con cajeta, con frijoles como quiera que sea. Dice un poema que este pan es digno de faquires”.
“Es una historia muy particular de la ciudad de Teocaltiche, porque cuando aconteció esto Teocaltiche ya era ciudad, tenemos ese título desde 1862. Los franceses invadieron a México en el Segundo Imperio. Tengo entendido que en el estado de Jalisco, Teocaltiche fue el único que recibió a los franceses como se merecían, a balazos. Creo que en Tepatitlán los recibieron con repiques de campanas, alegres; en Jalostotitlán igual; en San Juan de los Lagos echaron la casa por la ventana y de aquel municipio se vinieron aquí a Teocaltiche y aquí fueron recibidos como se merecían”, narró el investigador.
Según el cronista, fueron 400 los habitantes de Teocaltiche que se enfrentaron al poderoso ejército francés. Aún se conservan algunos fortines como el de San José, el del Santuario y los de la calle principal, en estos lugares los combatientes locales resistieron los ataques de los franceses.
“Los enemigos toman Teocaltiche a sangre y fuego; hubo muchísimos muertos, es más, en un libro de Jean Mayer, que se llama: Yo el francés, menciona ahí a un soldado francés que se le condecora por la batalla de Teocaltiche, entonces no fue cualquier batallita la de aquí”, aseguró.
El investigador señaló que antes de salir luchar a otros rumbos, el ejército invasor solicitó alimentos que resistieran el trayecto y los embates de las batallas, para ello, mandaron llamar a los horneros locales.
“Cuando los invasores iban a salir de la ciudad rumbo a Aguascalientes, ya cuando habían tomado Teocaltiche, llamaron a los panaderos de la ciudad, no al panadero como dicen por ahí, porque ya había varias panaderías y les dijeron que les hicieran un pan que no se echara a perder durante la campaña y este pan que conocemos es el producto de aquella petición”.}
“Este pan si no hay humedad, te puede durar de tres semanas a un mes, sin echarse a perder, ni cambiar de sabor. Nos les adelantamos a los gringos con sus tostadores de pan, a la Bimbo con su pan tostado. Nosotros desde 1864 ya tenemos este pan”, recordó.
Una pieza de literatura
El historiador señaló que hace muchos años un periódico de Aguascalientes publicó unos versos de un escritor hidrocálido de nombre Antonio Acevedo Escobedo.
“Cuando este escritor que vivía en México visitó en Aguascalientes probó los franceses (el pan) que se hacen en Teocaltiche y de regreso a México hizo unos versos al pan de Teocaltiche”.
Bienvenida la invasión
de los mentados franceses
que tras modesto exterior
esconden exquisiteces.
Su doradito crujiente,
su inconfundible sabor,
con chocolate o con leche,
armonizan de primor.
¡Viva y viva Teocaltiche!
se dice a cada mordida,
si conocieran su pan,
sería nación preferida.
Porque ese pan es muy digno,
de reyes y faquires,
van las gracias más rendidas,
para Joaquín Cruz Ramírez.
Aquí sacudo las ramas,
del álamo en plenitud,
pa’brindar por los Ramírez,
por su dicha y salud!
Según el cronista durante el mundial de futbol realizado en México en 1986, personas encargadas de alimentar a las delegaciones mundiales en la ciudad de Léon, Guanajuato, viajaban todos los días de la ciudad guanajuatense para surtir el pan tostado de Teocaltiche, lo hacían de una misma panadería, la ubicada entre las calles Pedro Moreno y Victoriano Salado Álvarez.
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