Fulanito va por la calle y se siente muy triste porque ve
una gran cantidad de autos circulando, la mayoría con buena
apariencia, y él tiene que desplazarse caminando. Fulanito
quisiera tener uno de esos autos y llegar pronto a su trabajo,
pero no lo puede comprar y entonces se deprime y piensa
que la situación está cada vez peor y sigue caminando y
cada vez se siente más mal. Luego ve casa bonitas y las
ve imposibles de poder comprar y entonces piensa que sí,
que cada vez la cosa está peor, que yo no sé qué iremos a
hacer… y luego piensa en quién será el responsable de su
triste situación.
Lo que fulanito no alcanza a ver, es que precisamente
la causa de su malestar, es que se compara con una gran
bienestar general que él no comparte. Porque si hubiera
una gran pobreza y casi no hubiera autos circulando, él
no se sentiría tan mal; pues lo común sería que casi todos
caminaran a su trabajo y él sería una persona “normal”; pero
el problema que resiente es que ve muchos autos y él no
tiene uno. Él juzga su mundo desde su mala posición y cree
que el mundo va mal… cada vez más mal… y se pregunta,
de quién será la culpa.
Luego escucha hablar a un político que no ha logrado tomar
el “poder”, y se da cuenta que ese político, aunque no propone
soluciones, sino que se centra en criticar los errores de los
actuales gobernantes, da a entender que los políticos que
ya gobiernan son ineptos o mal intencionados y que por eso
las personas como él no viven mejor. Entonces fulanito se
alegra, porque ha encontrado la causa de sus males:
sus problemas nacen porque actualmente gobierna un
grupo de políticos diferente a los que oyó hablar en
campaña, y que le han dicho, que todo se arreglará
para él, si vota por ellos en vez de hacerlo por los que
actualmente nos gobiernan.
Lo que fulanito no alcanza a ver es
que si su inconformidad es porque hay
una prosperidad generalizada pero
él no forma parte de ella, habría que
ver qué es lo que falta en él para
que pueda ser parte del progreso.
Fulanito tendría que preguntarse que si
su vecino tiene auto y es vendedor; ¿qué
es lo que le falta a él para poder vender
también cosas semejantes a lo que vende
su vecino? Porque si fulanito es incapaz
de vender, lo que vende y como vende
su vecino, difícilmente tendrá auto sólo
con que cambien las personas que lo
gobiernan. Fulanito estaría evadiendo
su realidad y metiéndose a vivir en un
mundo de política ficción, en vez de
preguntarse, cómo le puede hacer para mejorar su situación
personal.
Es un asunto que se ve con frecuencia, ese de que
alguien no vive tan bien como cree que viven otros, y en vez
de preguntarse cómo puede lograr la preparación necesaria
para hacer lo que otros hacen y tener los ingresos que cree
que ellos tienen; en vez de eso, busque culpar “al sistema”, y
piense que puesto que la razón de su situación personal está
afuera de él, entonces la solución a sus problemas también
tendrá que venir de fuera. ¿Y quién se la va a dar?
Como no hay nadie en la calle con una bolsa en la mano,
regalándole dinero a todos los que pasen; una persona que
busque que otros le soluciones sus problemas, sólo tendrá
como camino, apoyarse en los políticos que piensen como él.
Y los políticos que piensan como él, los que piensan que no
han ganado porque el sistema se los impide, ellos necesitan
a un público formado por gente como fulanito, que estén
esperanzados en que en vez de mejorar su preparación
personal, su mejoría personal les llegue de un cambio de
gobierno.
Lo que fulanito no sabe es que más de un político no tiene
compromiso con la verdad, no le preocupa regirse por ella;
pocos, pero sí los hay. Y son gente que no tiene dificultad para
decir mentiras, a sabiendas de que lo que está diciendo es
falso, si con eso esperan ganar; o para acusar a un inocente,
a sabiendas de que no es culpable, si con eso consiguen
ganar. Personas que no tienen escrúpulos en afirmar que el
cielo es verde, si creen que eso es lo que la gente quiere oír,
y que afirmándolo, lograrán ganar más votos. Este tipo de
políticos pueden afirmar tranquilamente
que la culpa de los males de su sociedad
son: los judíos, o los extranjeros, o los
mexicanos, o los cristianos, o el
sistema corrupto o cualquier otro
grupo, con tal de que en ese momento
se a minoritario en esa sociedad; y así
desviar la atención de dónde está el verdadero
problema: le dicen al que no quiere
buscar la razón de sus problemas dentro
d e sí mismo, que la culpa de su
situación está afuera de
él , que no se preocupe, que si
vota por ellos, ellos sí van
a acabar con los malos…
y así llegaron a gobernar:
Stalin, Hitler, Mussolini,
Trump… y así nos podemos
echar un alacrán al seno, si
no aprendemos de lo que les
ha pasado a otros y en vez
de buscarle la razón de que no
estemos como queremos, nos
vamos con la finta y soñamos
que gana el candidato equis,
ese que dice que nos va a solucionar
nuestros problemas si votamos por él.
El hombre debe ser el conductor de su
propia realidad. Tiempo atrás, que la vida era
más campirana; nuestros abuelos sabían con
certeza que el que quisiera cosechar más,
debería de sembrar más. O que si tu labor estaba
menos desarrollada, tenías que buscarle: que
si otro fertilizantes, que si combatir tal plaga,
que si esto, que si lo otro; y si no hay más,
pues de perdida ponerse a rezar; pero nunca
se hubieran imaginado a alguien culpando a
sus vecinos por sus malos logros y menos se
hubieran imaginado a un político que llegara a
decirles que su mala cosecha era por culpa del
gobierno… pero que si votan por él… iban a conseguir unas
mazorcotas… así de grandotas…
A los políticos que prometen lo que sea con tal de ganar,
les han llamado últimamente “populistas”. Son personas
que, o no saben como funciona el mundo, (esto se ha
dicho mucho de Trump, que no tiene la más remota idea de
cómo funciona el mundo), o les vale un cacahuate destruir
su sociedad; pero la mayoría de las veces, son personas
“mimadas” de la vida, que se acostumbraron a salirse con
la suya a costa de los demás y nunca nadie les hizo cargo
de sus payasadas, hasta que llegan a un alto puesto de
gobierno, y entonces llevaron a sus pueblos al desastre.
Uno de los casos históricos más estudiados es el del
italiano Mussolini. En los años veintes, en Italia había
carestía y escasés por el fin de la primera guerra mundial
y la gente se quejaba del alto precio de los comestibles. A
algunas señoras que se quejaban del alto precio de la leche,
Mussolini les prometió que si lo apoyaban, él haría bajar el
precio del lácteo. Las señoras dijeron que si lo apoyarían.
Mussolini les dijo que fueran por sus amigas, que juntaban
más señoras y que en dos horas
él haría bajar el precio de
la leche. Las señoras fueron a hablar a las demás e hicieron
una bola grande en la plaza; y entonces Mussolini fue junto
con ellas a ver el presidente municipal, y delante de todas
las señoras le exigió que bajara el precio de la leche, y lo
amenazaron que si no lo hacía en dos horas, él, junto con
las señoras, lo aventarían por la ventana; a las dos horas
volvieron todos en bola y el presidente municipales les
informó, que la leche ya había bajado de precio. Mussolini
se fue muy contento, y las señora lo vitorearon como a su
héroe, y así se empezó a ser muy famoso como el protector
de los pobres. Al otro día en ese pueblo, ya no hubo leche en
venta, pues los dueños de las vacas prefirieron no venderla
que regalarla; pues ellos tenía que comprar la pastura muy
cara.
En este ejemplo, resulta que Mussolini nunca supo
quién o cómo se ponían los precios de los productos, él
simplemente pensó que la cuestión era ordenar que bajaran;
sin saber que todo es una cadena de producción que puede
llegar a ser muy compleja; él simplemente cargó el problema
a los productores finales de leche, y se fue muy contento
pensando que ya había solucionado el problema. Con
soluciones así, él llegó a gobernar a su país, y luego los
metió en la Segunda Guerra Mundial, sin estar preparados
para ello, pues seguían siendo un país pobre: tenían cañones
montados en carros de basura; soldados con botas de
cartón, porque no podían pagar las botas de cuero y mandó
batallones de soldados a la guerra con un rifle por cada dos
soldados; ¡hágame usted el favor! Simplemente era un bebé,
manejando un país.
Lo que tenía que suceder sucedió: Italia perdió la guerra
y se quedó más pobre que antes, y la gente que antes
amaba al dictador y esperaba que él les solucionara sus
problemas, acabó odiándolo tanto, que después de fusilarlo,
lo arrastraba por la calle y las señoras se orinaban encima de
él, pues no hallaban como manifestarle su coraje por haber
enviado a sus hijos y maridos a una guerra tonta y lejana que
a ellos ni les iba ni les venía; y todo resultó, porque la gente
esperó que la solución de sus problemas llegara de manos
de un político, en vez de buscar por sí mismos, cuál era el
cambio qué tenían que dar a sus vidas; porque no quisieron
ponerse a pensar, qué parte le correspondía cada quien para
solucionar las cosas.
Hay muchos fulanitos por ahí, buscando a quién echarle
la culpa de sus desgracias; también hay algunos políticos
que hacen ruido, prometiendo a la gente lo que creen que
ellos quieren oír, que a fin de cuentas, cuando no puedan
cumplir lo que prometieron, le echarán la culpa “al sistema”,
a los ricos, a los poderosos, a los extranjeros, a quién sea;
que a fin de cuentas, para quien toma como estilo de vida
culpar a los demás de sus problemas, siempre habrá alguien
a quien cargarle el muertito, cuando las cosas no salgan
como se prometió.
Javier Contreras
No hay comentarios.:
Publicar un comentario