viernes, diciembre 08, 2017

Fulanito

Fulanito va por la calle y se siente muy triste porque ve una gran cantidad de autos circulando, la mayoría con buena apariencia, y él tiene que desplazarse caminando. Fulanito quisiera tener uno de esos autos y llegar pronto a su trabajo, pero no lo puede comprar y entonces se deprime y piensa que la situación está cada vez peor y sigue caminando y cada vez se siente más mal. Luego ve casa bonitas y las ve imposibles de poder comprar y entonces piensa que sí, que cada vez la cosa está peor, que yo no sé qué iremos a hacer… y luego piensa en quién será el responsable de su triste situación. 
Lo que fulanito no alcanza a ver, es que precisamente la causa de su malestar, es que se compara con una gran bienestar general que él no comparte. Porque si hubiera una gran pobreza y casi no hubiera autos circulando, él no se sentiría tan mal; pues lo común sería que casi todos caminaran a su trabajo y él sería una persona “normal”; pero el problema que resiente es que ve muchos autos y él no tiene uno. Él juzga su mundo desde su mala posición y cree que el mundo va mal… cada vez más mal… y se pregunta, de quién será la culpa. 
Luego escucha hablar a un político que no ha logrado tomar el “poder”, y se da cuenta que ese político, aunque no propone soluciones, sino que se centra en criticar los errores de los actuales gobernantes, da a entender que los políticos que ya gobiernan son ineptos o mal intencionados y que por eso las personas como él no viven mejor. Entonces fulanito se alegra, porque ha encontrado la causa de sus males: sus problemas nacen porque actualmente gobierna un grupo de políticos diferente a los que oyó hablar en campaña, y que le han dicho, que todo se arreglará para él, si vota por ellos en vez de hacerlo por los que actualmente nos gobiernan. 
Lo que fulanito no alcanza a ver es que si su inconformidad es porque hay una prosperidad generalizada pero él no forma parte de ella, habría que ver qué es lo que falta en él para que pueda ser parte del progreso. Fulanito tendría que preguntarse que si su vecino tiene auto y es vendedor; ¿qué es lo que le falta a él para poder vender también cosas semejantes a lo que vende su vecino? Porque si fulanito es incapaz de vender, lo que vende y como vende su vecino, difícilmente tendrá auto sólo con que cambien las personas que lo gobiernan. Fulanito estaría evadiendo su realidad y metiéndose a vivir en un mundo de política ficción, en vez de preguntarse, cómo le puede hacer para mejorar su situación personal. 
Es un asunto que se ve con frecuencia, ese de que alguien no vive tan bien como cree que viven otros, y en vez de preguntarse cómo puede lograr la preparación necesaria para hacer lo que otros hacen y tener los ingresos que cree que ellos tienen; en vez de eso, busque culpar “al sistema”, y piense que puesto que la razón de su situación personal está afuera de él, entonces la solución a sus problemas también tendrá que venir de fuera. ¿Y quién se la va a dar? 
Como no hay nadie en la calle con una bolsa en la mano, regalándole dinero a todos los que pasen; una persona que busque que otros le soluciones sus problemas, sólo tendrá como camino, apoyarse en los políticos que piensen como él. Y los políticos que piensan como él, los que piensan que no han ganado porque el sistema se los impide, ellos necesitan a un público formado por gente como fulanito, que estén esperanzados en que en vez de mejorar su preparación personal, su mejoría personal les llegue de un cambio de gobierno. 
Lo que fulanito no sabe es que más de un político no tiene compromiso con la verdad, no le preocupa regirse por ella; pocos, pero sí los hay. Y son gente que no tiene dificultad para decir mentiras, a sabiendas de que lo que está diciendo es falso, si con eso esperan ganar; o para acusar a un inocente, a sabiendas de que no es culpable, si con eso consiguen ganar. Personas que no tienen escrúpulos en afirmar que el cielo es verde, si creen que eso es lo que la gente quiere oír, y que afirmándolo, lograrán ganar más votos. Este tipo de políticos pueden afirmar tranquilamente que la culpa de los males de su sociedad son: los judíos, o los extranjeros, o los mexicanos, o los cristianos, o el sistema corrupto o cualquier otro grupo, con tal de que en ese momento se a minoritario en esa sociedad; y así desviar la atención de dónde está el verdadero problema: le dicen al que no quiere buscar la razón de sus problemas dentro d e sí mismo, que la culpa de su situación está afuera de él , que no se preocupe, que si vota por ellos, ellos sí van a acabar con los malos… y así llegaron a gobernar: Stalin, Hitler, Mussolini, Trump… y así nos podemos echar un alacrán al seno, si no aprendemos de lo que les ha pasado a otros y en vez de buscarle la razón de que no estemos como queremos, nos vamos con la finta y soñamos que gana el candidato equis, ese que dice que nos va a solucionar nuestros problemas si votamos por él. 
El hombre debe ser el conductor de su propia realidad. Tiempo atrás, que la vida era más campirana; nuestros abuelos sabían con certeza que el que quisiera cosechar más, debería de sembrar más. O que si tu labor estaba menos desarrollada, tenías que buscarle: que si otro fertilizantes, que si combatir tal plaga, que si esto, que si lo otro; y si no hay más, pues de perdida ponerse a rezar; pero nunca se hubieran imaginado a alguien culpando a sus vecinos por sus malos logros y menos se hubieran imaginado a un político que llegara a decirles que su mala cosecha era por culpa del gobierno… pero que si votan por él… iban a conseguir unas mazorcotas… así de grandotas… 
A los políticos que prometen lo que sea con tal de ganar, les han llamado últimamente “populistas”. Son personas que, o no saben como funciona el mundo, (esto se ha dicho mucho de Trump, que no tiene la más remota idea de cómo funciona el mundo), o les vale un cacahuate destruir su sociedad; pero la mayoría de las veces, son personas “mimadas” de la vida, que se acostumbraron a salirse con la suya a costa de los demás y nunca nadie les hizo cargo de sus payasadas, hasta que llegan a un alto puesto de gobierno, y entonces llevaron a sus pueblos al desastre. 

Uno de los casos históricos más estudiados es el del italiano Mussolini. En los años veintes, en Italia había carestía y escasés por el fin de la primera guerra mundial y la gente se quejaba del alto precio de los comestibles. A algunas señoras que se quejaban del alto precio de la leche, Mussolini les prometió que si lo apoyaban, él haría bajar el precio del lácteo. Las señoras dijeron que si lo apoyarían. Mussolini les dijo que fueran por sus amigas, que juntaban más señoras y que en dos horas
él haría bajar el precio de la leche. Las señoras fueron a hablar a las demás e hicieron una bola grande en la plaza; y entonces Mussolini fue junto con ellas a ver el presidente municipal, y delante de todas las señoras le exigió que bajara el precio de la leche, y lo amenazaron que si no lo hacía en dos horas, él, junto con las señoras, lo aventarían por la ventana; a las dos horas volvieron todos en bola y el presidente municipales les informó, que la leche ya había bajado de precio. Mussolini se fue muy contento, y las señora lo vitorearon como a su héroe, y así se empezó a ser muy famoso como el protector de los pobres. Al otro día en ese pueblo, ya no hubo leche en venta, pues los dueños de las vacas prefirieron no venderla que regalarla; pues ellos tenía que comprar la pastura muy cara.
En este ejemplo, resulta que Mussolini nunca supo quién o cómo se ponían los precios de los productos, él simplemente pensó que la cuestión era ordenar que bajaran; sin saber que todo es una cadena de producción que puede llegar a ser muy compleja; él simplemente cargó el problema a los productores finales de leche, y se fue muy contento pensando que ya había solucionado el problema. Con soluciones así, él llegó a gobernar a su país, y luego los metió en la Segunda Guerra Mundial, sin estar preparados para ello, pues seguían siendo un país pobre: tenían cañones montados en carros de basura; soldados con botas de cartón, porque no podían pagar las botas de cuero y mandó batallones de soldados a la guerra con un rifle por cada dos soldados; ¡hágame usted el favor! Simplemente era un bebé, manejando un país. 

Lo que tenía que suceder sucedió: Italia perdió la guerra y se quedó más pobre que antes, y la gente que antes amaba al dictador y esperaba que él les solucionara sus problemas, acabó odiándolo tanto, que después de fusilarlo, lo arrastraba por la calle y las señoras se orinaban encima de él, pues no hallaban como manifestarle su coraje por haber enviado a sus hijos y maridos a una guerra tonta y lejana que a ellos ni les iba ni les venía; y todo resultó, porque la gente esperó que la solución de sus problemas llegara de manos de un político, en vez de buscar por sí mismos, cuál era el cambio qué tenían que dar a sus vidas; porque no quisieron ponerse a pensar, qué parte le correspondía cada quien para solucionar las cosas. 

Hay muchos fulanitos por ahí, buscando a quién echarle la culpa de sus desgracias; también hay algunos políticos que hacen ruido, prometiendo a la gente lo que creen que ellos quieren oír, que a fin de cuentas, cuando no puedan cumplir lo que prometieron, le echarán la culpa “al sistema”, a los ricos, a los poderosos, a los extranjeros, a quién sea; que a fin de cuentas, para quien toma como estilo de vida culpar a los demás de sus problemas, siempre habrá alguien a quien cargarle el muertito, cuando las cosas no salgan como se prometió.

Javier Contreras

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