viernes, diciembre 08, 2017

‘Youtubers’ a la Mexicana


Suena el esqueleto de los influencers, así se hacen llamar
Se encontraban en la mesa, platicando sin parar
Todos se reunieron para convivir
Pero nunca imaginaron quién los iba a divertir

En esa mesa está la muerte
Quien con su guadaña mata
Dios no está con ustedes
Así que no pidan plegarias

¿Quiénes son los influencers?, se han de preguntar
Son los que informan y entretienen sin parar
Ganan popularidad gracias a la red social
YouTube es lo de hoy, para ser original

Chumel Torres con su noticiero, fuera de normal
El Pulso de la República no está nada mal
El Escorpión Dorado con groserías, dice la verdad
Con su ‘peluche en estuche’ convence en realidad

Pepe y Teo, más inventadas que nada
Yuya está comiendo una empanada
Luisito Comunica y Los polinesios grabarán
Saben que hoy, o cualquier día, todos morirán

Alexandra Domínguez Colín

La novia del mar
(Leyenda de Campeche)

Hace muchos años había una hermosa mujer que vivía en la ciudad de Campeche. Ella solía pasear por la costa para contemplar las enormes embarcaciones provenientes de diversas partes del mundo. Le gustaba imaginar cómo eran aquellos países desde donde venían tan exóticas y variadas mercancías. 
La belleza de aquella joven era tal que hasta el mar quedó cautivado y deseaba tener su atención por siempre. Por ello, procuraba robarle sonrisas con suaves y armoniosos oleajes que reflejaban los destellos dorados del sol. Por las tardes, el mar se pintaba de naranja mientras el astro rey se hundía en sus aguas. Aquel era espectáculo que estremecía de emoción a la doncella. 
Un día, durante uno de sus paseos por el puerto, la joven conoció a un marinero de quien quedó perdidamente enamorada. Era tan fuerte el sentimiento de ambos que el mar se puso celoso de aquel auténtico cariño. 
Transcurrieron un par de semanas. El amor entre la campechana y el marinero creció. El mar se sentía olvidado al ya no sentir la suave caricia de los dedos de la mujer durante los atardeceres: ya no había más sonrisas para él. De pronto, el marinero tuvo que zarpar de Campeche junto a su tripulación, pero prometió volver cuanto antes para estrechar al amor entre sus brazos nuevamente. Aquel beso que se dieron para despedirse, sería el último. 
La envidia del mar se transformó en ira y, al ver la oportunidad de quedarse de nueva cuenta con la mujer para él, de la nada creó una enorme tormenta, con furiosas olas que terminaron por sepultar la embarcación donde viajaba el marinero. De sus tripulantes no se supo algo jamás. 
Desde entonces, cada tarde aquella hermosa mujer llega hasta a la orilla de la playa para esperar el regreso de su amado. Siempre la verán sentada a la orilla del malecón de Campeche, cerca del Foro Ah Kim Pech, con la vista fija en el mar, que se regocija con su belleza.

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