
Se estima que fueron 250 mil esclavos africanos los
que trajeron durante la época colonial a México. Tras años
de opresión y maltrato contra esta población, en el siglo
XVII un pueblo de Veracruz luchó por su vida y su libertad.
Su líder fue Gaspar Yanga, el primer libertador de América.
Durante el siglo XVII, el azúcar era la principal
plantación en las tierras veracruzanas. Gaspar Yanga fue
traído desde el oeste de África para trabajar como esclavo
en las plantaciones de los españoles en México. Alrededor
de 1570, él lideró una revuelta de esclavos y se escapó
con un grupo de seguidores a una zona con montañas
en Veracruz. Ahí se fundó un pueblo de alrededor de 500
habitantes, y lograron no ser capturados durante casi
30 años. Esta comunidad se volvió un refugio para otros
esclavos que escapaban.
Yanga y su comunidad se mantuvieron por medio de la
ganadería y la agricultura. Se enfrentaban constantemente
contra las tropas reales de la colonia pues además
asaltaban caravanas y carretas que salían de Veracruz
y la Ciudad de México. Esto llevó a que tanto indígenas
como afrodescendientes que hacían trabajos forzados
huyeran hacia el pueblo de Gaspar Yanga.
Los españoles no se estaban tomando esto a la ligera.
Los terratenientes de plantaciones azucareras y otros
cultivos le reclamaron a las autoridades para que pusieran
fin a la insurrección liderada por Yanga.
En 1609, los españoles desplegaron a 500 soldados
para ponerle un fin al asunto. El ejército irregular de Yanga
estaba armado con machetes, lanzas, arcos y flechas,
y armas de fuego. Cuando el líder afrodescendiente se
enteró del contingente militar que se preparaba para
atacarlos, decidió hacer uso de la diplomacia. Mandó a un
prisionero español a negociar los términos para alcanzar
la paz entre la Nueva España y el pueblo de Gaspar
Yanga. Pero los españoles no hicieron caso.
Una batalla se libró y ambos lados sufrieron serias
bajas. Las autoridades en Veracruz reconocieron la fuerza
de las tropas de Yanga. Y el líder del pueblo decidió ir
más alto en las zonas montañosas para evitar otro ataque
inminente.
Después de años de negociaciones fallidas y fracasos
de operaciones militares, se llegó al acuerdo de paz en
1618 de detener los ataques a caravanas españolas a
cambio de que se le reconociera su libertad a los hombres
y mujeres que habían escapado de la esclavitud y ahora
vivían en la comunidad de Yanga.
Al acuerdo de paz se le sumó, que los esclavos que
habían escapado y vivían en el pueblo se les dieran
tierras y se reconociera que ellos eran los dueños de la
comunidad. Finalmente, fue en 1630 que el Virrey Rodrigo
Pacheco y Osorio reconoció la libertad del pueblo y así fue
nombrado San Lorenzo de los Negros. En el año de 1932,
se acordó renombrar el pueblo como Yanga.
Un hombre olvidado
Gaspar Yanga es un personaje difícil de encontrar en la
historia. Su lucha cimentó en México una de las primeras
victorias con un espíritu de libertad. Hoy el pueblo es
cabecera municipal y el territorio lleva su nombre. El Centro
de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños plantea
que es posible que este hombre haya sido un miembro
de una familia real del centro occidente de África que fue
secuestrado de su lugar de origen como muchos de los
afrodescendientes que llegaron a las tierras americanas.
La historia en México ha dejado en el olvido esta lucha
y a este personaje casi único en el largo camino que se
ha recorrido para lograr que los derechos civiles terminen
con el racismo.
México sigue siendo un país con racismo. No nos
escapamos de ese problema que se vive en todo el mundo,
así lo dice un veracruzano para el periódico El País con
el siguiente testimonio que condena: “Hay racismo, poco,
pero todavía hay. Se nota en las miradas de la gente.”
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