
Igual pasa con la felicidad, la libertad, la paz, etc.
Son cosas que difícilmente se pueden apreciar, hasta que se
pierden. Y ello no se debe a un defecto de nosotros, o que
seamos malagradecidos, sino que simplemente pasa que son
como el aire: no se pueden sujetar, no se pueden ver, no se
puede apreciar la cantidad que tenemos de ellas; y por ello
a veces ni siquiera se puede afirmar que se tengan... Son
intangibles... Pero se pueden perder...
Y ¡vaya! que se pueden perder. Hay países que hoy
están en guerra que poco tiempo antes disfrutaban de paz
social, y si les hubiéramos dicho que en unos meses estarían
en guerra nos hubieran mirado con incredulidad. ¡Vaya que
se puede perder la paz en una sociedad! Aún no entendemos
cómo es que se originan la mayoría de las guerras, salvo que de
repente aparece un loco que se adueña de un país, y una forma
de afianzar su dominio sobre él, es provocando una guerra,
de tal manera que todo el que lo critique pueda fácilmente ser
eliminado con el pretexto de que “todos tienen que estar unidos
en ese momento de peligro nacional” y todo el que critique las
decisiones del gobernante, es en automático, “enemigo del
país y espía de los contrarios”. En Cuba, donde no se permite
criticar o opinar diferente de las decisiones del gobierno, y al que
lo hace se le castiga con cárcel; durante los últimos cincuenta
y tantos años, se ha encarcelado a los que piden libertad de
expresión y derecho a opinar o que quieran hacer un partido
político diferente al del gobierno, acusándolos de ser agentes
de la CIA. (Nos referimos a la agencia que organiza a los espías
americanos)
¿Y de la libertad personal, qué podemos decir? Hay
personas que de pronto se han visto involucradas en un accidente
de tránsito que se complica o que alguien los señaló injustamente
como cómplices de algún acto ilícito, y mientras que se averigua
si es cierto o no, su libertad se pierde. Durante el gobierno de
Calderón, hubo alrededor de 40 mil “arraigados” (encarcelados
pues, sólo que al lugar en que los tenían, no le llamaban cárcel,
sino casa de arraigo) de los que después de varios años de
tenerlos guardados, sin declararlos formalmente presos, sólo
al 10% se les pudo enjuiciar y demostrar que eran culpables,
como el caso de un candidato a gobernador de Quintana Roo,
llamado Gregorio, conocido como Greg, que andando en plena
campaña y con muchas posibilidades de lograr su meta, se
le encarceló sin más razón de que “alguien” dijo que lo vio en
compañía de algún narcotraficante; sólo eso, el testimonio de
una persona anónima: (exactamente como en los tiempos de
la santa inquisición): perdió campaña, perdió posibilidades de
ser gobernador y después de varios años “arraigado”, salió libre
al no haber podido la procuraduría demostrar su culpabilidad.
Le echaron a perder su vida política, le lastimaron a su familia,
pusieron en entredicho su honorabilidad, para a fin de cuentas,
después de hecho el daño, sólo salirle con el “disculpe señor,
usted no era”
De todas las cosas intangibles, la felicidad es la más
difícil de percibir… Porque siempre hay como pequeñas cosas
en la vida que nos están molestando y que nos distraen como
mosquitos y nos hacen no darnos cuenta de lo que tenemos. Es
como si a la hora de comer tuviéramos ante nosotros un bello
platillo lleno de magnífica comida, pero al disponernos a comerlo,
haciéndosenos agua la boca, percibimos que le falta sal y que
ésta no está disponible; en ese momento cambiaríamos nuestra
expresión de gozo por la suculenta comida, con una expresión de
enfado por la falta de sal y en vez de agradecer lo que tenemos,
reclamamos lo que nos falta.
Es decir, en la vida frecuentemente tenemos satisfechas
la mayoría de nuestras necesidades reales (no las ficticias),
pero no completamente. Como si tuviéramos noventa y tantos
por ciento de satisfacciones y menos del diez por ciento nos
hace falta, pero en vez de agradecer que tenemos casi todo, nos
indignamos por lo poco que nos falta y reclamamos ese poquito
que nos impide la plenitud. Y tenemos derecho a reclamar,
porque tenemos derecho a la plenitud, pues somos hijos del
absoluto poseedor del universo y por lo tanto sus herederos...
Es sólo una cuestión de tiempo... De muy poco tiempo...
para poseer la herencia. Pero mientras tanto, vivimos en la
tierra como en un compás de espera. Como alguien que fuera
inmensamente rico, inmensamente poderoso, pero que por una
enfermedad tuviera que ir al hospital y mientras que está
ahí le limitan la sal y lo que puede o no puede comer y hacia
dónde se puede o no mover. Es decir, su derecho a gozar de sus
bienes, lo tiene y no lo ha perdido, sólo que por un tiempo, sólo
por un tiempo, vive limitado en sus posibilidades.
Esa insatisfacción permanente nos hace a veces dudar
de si somos felices o no; de si tenemos la felicidad o ésta se nos
escapa de las manos. Pues ella es tan intangible que nos es
difícil asegurar que la tenemos en la mano… y algún político nos
puede engañar asegurándonos que no somos felices a causa
de que no lo hemos apoyado a él para llegar a la presidencia.
Casi todos los grandes tiranos de la historia llegaron al poder
haciéndoles creer a las personas que ellos no eran felices por
que el “sistema” los manipulaba y que la solución era que le
ayudaran a que llegando él al poder, y que con eso “llegara el
cambio”; y casi todos los pueblos que fueron gobernados por
esos tiranos, después se dieron cuenta de que antes vivían
mejor de cómo vivieron con el cambio de régimen.
Preguntemos a los venezolanos, qué preferirían si estuviera
en sus manos hacerlo: vivir como viven ahora o vivir como vivían
antes de Chávez y Maduro?
Hagamos una encuesta entre lo cubanos que han vivido en
ese país desde la época anterior a la revolución, y preguntémosles
qué escogerían si pudieran vivir como antes o como ahora. Pues
resulta que hoy hay miles de mexicanos qué pueden ir de turistas
a Cuba mientras que de allá para acá, han de ser muy pocos los
que pueden viajar en plan de paseo: la pobreza, la escasez y el
racionamiento de alimentos es su sistema de vida cotidiano.
Nuestras ciudades son bellas y hay millones de mexicanos que
poseen auto y negocio propio… mientras que todas las vistas
que tenemos de la Habana, su principal ciudad, son las de
una urbe que se cae en pedazos de vieja, sin esperanzas de
reparación, mientras que deambulan multitud de desocupados
que ni siquiera pueden hacer algo por iniciativa propia, sin ir a
ver si se los permite la mafia de burócratas que los controlan.
La felicidad es difícil saber que se tiene, porque los “mosquitos”
de las insatisfacciones cotidianas nos impiden apreciarla: pero
podremos darnos cuenta de su ausencia, el día que se haya
acabado… pero de seguro, al darnos cuenta de su pérdida, no
la podremos recuperar: sólo nos quedará la nostalgia por los
buenos tiempos que ya se fueron y diremos como los viejitos:
que “todo tiempo pasado fue mejor”
Los alemanes que apoyaron a Hitler para que llegara al poder
en 1933, no estuvieron muy contentos en 1945 a ver su nación
completamente destruida, pues una vez que ese dictador llegó
al poder, ya no hubo manera de hacerlo entender razones…
hasta que todo estuvo destruido. Porque los que se creen
con capacidad de salvar a otros, no oyen ninguna palabra
contraria a la de ellos, por más obvia que le parezca al mundo,
y si insistes, te acusan de enemigo.
Y lo mismo les pasó a los italianos que ayudaron a llegar al
poder a Mussolini en 1920… una vez encumbrado… nadie lo
pudo hacer entender razones… pues por sólo la voluntad de
él, se metió ese país en una guerra (2ª G Mundial) que ni estaba
preparado para participar, menos para ganar… pero se impuso
la decisión de ese dictador… y nadie pudo hacer nada… hasta
que todo el país estuvo hecho pedazos.
Eso puede pasarle a toda sociedad que no se da cuenta
del estado de satisfacción que tiene y en vez de pensar en
ser gobernada por instituciones, decide aceptar a un político
que les hace creer que él es la solución a los problemas
del país. (sean problemas reales o que te hayan hecho creer
que los tienes). Pero que una vez que le concedan el poder, no
habrá nadie que lo haga reflexionar ni detener y que a todos
los que opinen diferente de él los convertirá en enemigos de
la patria y los encarcelará por el delito de “disolución social”.
Hay pueblos que están entre los mejores del mundo (como el
nuestro), pero que la propaganda de las redes sociales no hace
creer que estamos mal, muy mal, requetemal… y que la solución
es que votemos por el político equis, ese que dice que, nomás en
llegando él al hueso, todo lo que nos hicieron creer que estaba
mal, se arreglará… y pregúntenle a los que vivieron la época de
Stalín… todo se “compuso” porque se hizo de acuerdo a como él
y sólo él, creyó que debería de hacerse… y no se oyó una sola
voz en contra… porque todas estaba en Siberia.
Hay un proverbio turco que dice: “El hombre que se ahoga,
se sujetará de una serpiente”, y esto es válido para cualquier
político que quiera apoderarse de una nación: basta con que
haga correr el rumor de que todo está mal, muy mal; que si un
político roba o hace algo mal, entonces “correr el rumor de que
todos los políticos son corruptos”, que todo está perdido, que
no hay otra alternativa, más que votar por él… porque él sí va a
componer el país.
Tal vez… debiéramos agradecer más y quejarnos menos…
Tal vez… debiéramos enterarnos por internet o por cualquier
otro medio imparcial, cuál es el producto interno bruto de nuestro
país o cuál es el ingreso per cápita de la nación y compararlo
con los de los demás países del mundo y luego opinar lo que
creamos conveniente.
Tal vez… deberíamos de conocer un poco más de historia.
El que no conoce las tragedias que la humanidad ha vivido y
porqué éstas han sucedido, está haciendo todo lo posible por
hacer que se repitan una y otra vez… y luego va a llorar diciendo
que lo que le pasa es por mala suerte o a echarle la culpa a Dios
y reclamarle: ¿porqué me pasa esto a mí, Señor? (Si yo nunca
me creía de los chismes de las redes sociales)
Tal vez… debiéramos tener la costumbre de agradecer
un día al año las cosas buenas que tenemos; no tanto porque
Dios necesite nuestro agradecimiento, sino porque nosotros
necesitamos darnos cuenta de lo que tenemos, de lo que hemos
tenido.... Que no necesite la vida quitarnos las cosas para que
nos demos cuenta de que siempre las habíamos tenido.
Tal vez…
Javier Contreras
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