domingo, abril 08, 2018

Las cosas intangibles

Hay un montón de cosas intangibles (intocables, que no se pueden agarrar o sujetar) en la vida, y que por ello no se da uno cuenta que las tiene, hasta que desaparecen: como el aire, que normalmente no pensamos en él, salvo cuando pasamos por un polvadero, un humo intenso o cualquier otra cosa que nos impida respirarlo; porque entonces sí, desesperadamente buscamos el aire fresco, y al conseguirlo, damos grandes bocanadas, hasta restablecer el equilibrio tan necesario al funcionamiento de nuestro cuerpo. 

Igual pasa con la felicidad, la libertad, la paz, etc. Son cosas que difícilmente se pueden apreciar, hasta que se pierden. Y ello no se debe a un defecto de nosotros, o que seamos malagradecidos, sino que simplemente pasa que son como el aire: no se pueden sujetar, no se pueden ver, no se puede apreciar la cantidad que tenemos de ellas; y por ello a veces ni siquiera se puede afirmar que se tengan... Son intangibles... Pero se pueden perder... 

Y ¡vaya! que se pueden perder. Hay países que hoy están en guerra que poco tiempo antes disfrutaban de paz social, y si les hubiéramos dicho que en unos meses estarían en guerra nos hubieran mirado con incredulidad. ¡Vaya que se puede perder la paz en una sociedad! Aún no entendemos cómo es que se originan la mayoría de las guerras, salvo que de repente aparece un loco que se adueña de un país, y una forma de afianzar su dominio sobre él, es provocando una guerra, de tal manera que todo el que lo critique pueda fácilmente ser eliminado con el pretexto de que “todos tienen que estar unidos en ese momento de peligro nacional” y todo el que critique las decisiones del gobernante, es en automático, “enemigo del país y espía de los contrarios”. En Cuba, donde no se permite criticar o opinar diferente de las decisiones del gobierno, y al que lo hace se le castiga con cárcel; durante los últimos cincuenta y tantos años, se ha encarcelado a los que piden libertad de expresión y derecho a opinar o que quieran hacer un partido político diferente al del gobierno, acusándolos de ser agentes de la CIA. (Nos referimos a la agencia que organiza a los espías americanos) 

¿Y de la libertad personal, qué podemos decir? Hay personas que de pronto se han visto involucradas en un accidente de tránsito que se complica o que alguien los señaló injustamente como cómplices de algún acto ilícito, y mientras que se averigua si es cierto o no, su libertad se pierde. Durante el gobierno de Calderón, hubo alrededor de 40 mil “arraigados” (encarcelados pues, sólo que al lugar en que los tenían, no le llamaban cárcel, sino casa de arraigo) de los que después de varios años de tenerlos guardados, sin declararlos formalmente presos, sólo al 10% se les pudo enjuiciar y demostrar que eran culpables, como el caso de un candidato a gobernador de Quintana Roo, llamado Gregorio, conocido como Greg, que andando en plena campaña y con muchas posibilidades de lograr su meta, se le encarceló sin más razón de que “alguien” dijo que lo vio en compañía de algún narcotraficante; sólo eso, el testimonio de una persona anónima: (exactamente como en los tiempos de la santa inquisición): perdió campaña, perdió posibilidades de ser gobernador y después de varios años “arraigado”, salió libre al no haber podido la procuraduría demostrar su culpabilidad. Le echaron a perder su vida política, le lastimaron a su familia, pusieron en entredicho su honorabilidad, para a fin de cuentas, después de hecho el daño, sólo salirle con el “disculpe señor, usted no era” 

De todas las cosas intangibles, la felicidad es la más difícil de percibir… Porque siempre hay como pequeñas cosas en la vida que nos están molestando y que nos distraen como mosquitos y nos hacen no darnos cuenta de lo que tenemos. Es como si a la hora de comer tuviéramos ante nosotros un bello platillo lleno de magnífica comida, pero al disponernos a comerlo, haciéndosenos agua la boca, percibimos que le falta sal y que ésta no está disponible; en ese momento cambiaríamos nuestra expresión de gozo por la suculenta comida, con una expresión de enfado por la falta de sal y en vez de agradecer lo que tenemos, reclamamos lo que nos falta. 

Es decir, en la vida frecuentemente tenemos satisfechas la mayoría de nuestras necesidades reales (no las ficticias), pero no completamente. Como si tuviéramos noventa y tantos por ciento de satisfacciones y menos del diez por ciento nos hace falta, pero en vez de agradecer que tenemos casi todo, nos indignamos por lo poco que nos falta y reclamamos ese poquito que nos impide la plenitud. Y tenemos derecho a reclamar, porque tenemos derecho a la plenitud, pues somos hijos del absoluto poseedor del universo y por lo tanto sus herederos... Es sólo una cuestión de tiempo... De muy poco tiempo... para poseer la herencia. Pero mientras tanto, vivimos en la tierra como en un compás de espera. Como alguien que fuera inmensamente rico, inmensamente poderoso, pero que por una enfermedad tuviera que ir al hospital y mientras que está ahí le limitan la sal y lo que puede o no puede comer y hacia dónde se puede o no mover. Es decir, su derecho a gozar de sus bienes, lo tiene y no lo ha perdido, sólo que por un tiempo, sólo por un tiempo, vive limitado en sus posibilidades. 

Esa insatisfacción permanente nos hace a veces dudar de si somos felices o no; de si tenemos la felicidad o ésta se nos escapa de las manos. Pues ella es tan intangible que nos es difícil asegurar que la tenemos en la mano… y algún político nos puede engañar asegurándonos que no somos felices a causa de que no lo hemos apoyado a él para llegar a la presidencia. Casi todos los grandes tiranos de la historia llegaron al poder haciéndoles creer a las personas que ellos no eran felices por que el “sistema” los manipulaba y que la solución era que le ayudaran a que llegando él al poder, y que con eso “llegara el cambio”; y casi todos los pueblos que fueron gobernados por esos tiranos, después se dieron cuenta de que antes vivían mejor de cómo vivieron con el cambio de régimen. 

Preguntemos a los venezolanos, qué preferirían si estuviera en sus manos hacerlo: vivir como viven ahora o vivir como vivían antes de Chávez y Maduro? 

Hagamos una encuesta entre lo cubanos que han vivido en ese país desde la época anterior a la revolución, y preguntémosles qué escogerían si pudieran vivir como antes o como ahora. Pues resulta que hoy hay miles de mexicanos qué pueden ir de turistas a Cuba mientras que de allá para acá, han de ser muy pocos los que pueden viajar en plan de paseo: la pobreza, la escasez y el racionamiento de alimentos es su sistema de vida cotidiano. Nuestras ciudades son bellas y hay millones de mexicanos que poseen auto y negocio propio… mientras que todas las vistas que tenemos de la Habana, su principal ciudad, son las de una urbe que se cae en pedazos de vieja, sin esperanzas de reparación, mientras que deambulan multitud de desocupados que ni siquiera pueden hacer algo por iniciativa propia, sin ir a ver si se los permite la mafia de burócratas que los controlan. 

La felicidad es difícil saber que se tiene, porque los “mosquitos” de las insatisfacciones cotidianas nos impiden apreciarla: pero podremos darnos cuenta de su ausencia, el día que se haya acabado… pero de seguro, al darnos cuenta de su pérdida, no la podremos recuperar: sólo nos quedará la nostalgia por los buenos tiempos que ya se fueron y diremos como los viejitos: que “todo tiempo pasado fue mejor” 

Los alemanes que apoyaron a Hitler para que llegara al poder en 1933, no estuvieron muy contentos en 1945 a ver su nación completamente destruida, pues una vez que ese dictador llegó al poder, ya no hubo manera de hacerlo entender razones… hasta que todo estuvo destruido. Porque los que se creen con capacidad de salvar a otros, no oyen ninguna palabra contraria a la de ellos, por más obvia que le parezca al mundo, y si insistes, te acusan de enemigo. 

Y lo mismo les pasó a los italianos que ayudaron a llegar al poder a Mussolini en 1920… una vez encumbrado… nadie lo pudo hacer entender razones… pues por sólo la voluntad de él, se metió ese país en una guerra (2ª G Mundial) que ni estaba preparado para participar, menos para ganar… pero se impuso la decisión de ese dictador… y nadie pudo hacer nada… hasta que todo el país estuvo hecho pedazos. 

Eso puede pasarle a toda sociedad que no se da cuenta del estado de satisfacción que tiene y en vez de pensar en ser gobernada por instituciones, decide aceptar a un político que les hace creer que él es la solución a los problemas del país. (sean problemas reales o que te hayan hecho creer que los tienes). Pero que una vez que le concedan el poder, no habrá nadie que lo haga reflexionar ni detener y que a todos los que opinen diferente de él los convertirá en enemigos de la patria y los encarcelará por el delito de “disolución social”. Hay pueblos que están entre los mejores del mundo (como el nuestro), pero que la propaganda de las redes sociales no hace creer que estamos mal, muy mal, requetemal… y que la solución es que votemos por el político equis, ese que dice que, nomás en llegando él al hueso, todo lo que nos hicieron creer que estaba mal, se arreglará… y pregúntenle a los que vivieron la época de Stalín… todo se “compuso” porque se hizo de acuerdo a como él y sólo él, creyó que debería de hacerse… y no se oyó una sola voz en contra… porque todas estaba en Siberia. 

Hay un proverbio turco que dice: “El hombre que se ahoga, se sujetará de una serpiente”, y esto es válido para cualquier político que quiera apoderarse de una nación: basta con que haga correr el rumor de que todo está mal, muy mal; que si un político roba o hace algo mal, entonces “correr el rumor de que todos los políticos son corruptos”, que todo está perdido, que no hay otra alternativa, más que votar por él… porque él sí va a componer el país. 

Tal vez… debiéramos agradecer más y quejarnos menos… 

Tal vez… debiéramos enterarnos por internet o por cualquier otro medio imparcial, cuál es el producto interno bruto de nuestro país o cuál es el ingreso per cápita de la nación y compararlo con los de los demás países del mundo y luego opinar lo que creamos conveniente. 

Tal vez… deberíamos de conocer un poco más de historia. El que no conoce las tragedias que la humanidad ha vivido y porqué éstas han sucedido, está haciendo todo lo posible por hacer que se repitan una y otra vez… y luego va a llorar diciendo que lo que le pasa es por mala suerte o a echarle la culpa a Dios y reclamarle: ¿porqué me pasa esto a mí, Señor? (Si yo nunca me creía de los chismes de las redes sociales) 

Tal vez… debiéramos tener la costumbre de agradecer un día al año las cosas buenas que tenemos; no tanto porque Dios necesite nuestro agradecimiento, sino porque nosotros necesitamos darnos cuenta de lo que tenemos, de lo que hemos tenido.... Que no necesite la vida quitarnos las cosas para que nos demos cuenta de que siempre las habíamos tenido. 
Tal vez… 

Javier Contreras

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